En sus palabras de cierre a los dirigentes del partido, Zapatero expresó su temor de que esta crisis, aunque se salga de ella y se inicie la recuperación, provoque una «crisis de confianza» en la ciudadanía que «se consolide», según explicaron fuentes socialistas.
«Ahora tenemos el riesgo de que esta crisis provoque una incertidumbre que nos haga dudar de nosotros mismos», advirtió.
El presidente del Gobierno insistió en que no se va a modificar el IRPF porque subirlo es «penalizar el trabajo», y reconoció que los datos de recaudación son «escandalosos», porque en España «los trabajadores tributan más que muchos empresarios».
En este sentido, lamentó que desde el sector empresarial se pida al Gobierno que baje más los impuestos y le critique por subirlos, cuando es el Estado el que está «asumiendo» una «pequeña parte» de la deuda que acumulan empresas y familias -que antes de la crisis era en su conjunto unas cuatro veces superior a la deuda pública-.
Para Zapatero, «el discurso capitalista es el de la hipocresía: el Gobierno no debe intervenir en nada, pero todo depende del Gobierno», y añadió en cualquier caso que tiene claro «por dónde» se puede «recaudar de verdad en las rentas altas».
La subida de impuestos, continuó, se aprobará pensando en amortiguar el déficit, vigilar la evolución de la deuda pública y, en definitiva, «pensando en el futuro».
Añadió que la ciudadanía entenderá la subida si comprueba que «detrás hay una política seria de servicios públicos» y porque el objetivo que persigue es «vivir en un país con servicios sociales que dignifiquen la vida de los ciudadanos».
En su intervención, Zapatero también aseguró que el debate sobre la política económica es un «debate ganador» para el Gobierno, porque la ciudadanía entiende «que si no se hubiera apoyado a la economía no se sabe cómo habríamos acabado».
Al respecto, una vez más situó en el sistema financiero el origen de esta crisis, provocada por una «economía de mercado sin control y sin regulación».
También apuntó que con la crisis se ha destruido una parte del tejido empresarial que era de «cartón-piedra», aunque aún persiste un problema «de tamaño empresarial».
Explicó en este sentido, según las mismas fuentes, que hay pocas medianas y grandes empresas, y el tejido empresarial es por tanto «atomizado» y no puede ser competitivo, además de que faltan más proyectos empresariales que apuesten por la innovación.
También reconoció que es necesario un análisis del mercado laboral, porque aún «no están bien identificadas qué actividades son las que generan más empleo».
Al hilo de esta reflexión, Zapatero explicó que cuando la tasa de paro estaba en el 8% «había trabajo y no había trabajadores».
Como ejemplo aseguró que por entonces, el presidente de la constructora ACS, Florentino Pérez, le explicaba que no encontraba trabajadores de la construcción y que la única mano de obra posible era la que procedía de los cayucos.