El renovado protagonismo refleja un nuevo orden económico mundial en el que países emergentes como China, India y Brasil se han convertido en actores mucho más importantes, sobre todo a raíz de la actual crisis financiera global con epicentro en los países ricos.
A su vez, el Grupo de los Ocho (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia y Rusia) perdió su etiqueta de club exclusivo.
Se espera que sus líderes sigan reuniéndose para debatir asuntos importantes para la mayoría de las economías desarrolladas, como los temas de seguridad internacional.
Esos encuentros, de todos modos, se producirían en el marco de otros actos y no en las grandes cumbres que el grupo está acostumbrado a convocar.
Los jefes de Estado y Gobierno del G20 se han reunido tres veces en menos de 12 meses en Washington, Londres y Pittsburgh tras pasar de ser un foro ministerial a uno de líderes a raíz tras el estallido de una crisis financiera que colocó al mundo al borde del abismo.
El G8, por el contrario, se reunió sólo una vez en julio en Italia en una cumbre con múltiples reuniones paralelas que incluyó el G8 más Egipto, al G8 más otras cinco economías desarrolladas y el Foro de las Grandes Economías.
El presidente de EEUU, Barack Obama, expresó entonces su desacuerdo con esa avalancha de encuentros e insistió en la necesidad de racionalizar el sistema.
FMI
El empuje del mundo en desarrollo y el alumbramiento de una nueva arquitectura económica global queda patente también en la decisión del G20 de respaldar que los países ricos transfieran «al menos» un 5% de su voto en el Fondo Monetario Internacional (FMI) a las naciones en desarrollo «dinámicas», según el borrador de la declaración final de la cumbre.
La cesión del 5%, una propuesta de EEUU que es inferior al 7% que pedían Brasil, China, Rusia e India, supone una victoria para los emergentes y una pérdida para algunas naciones de Europa, que tendrán que renunciar a una parte de su capacidad de voto en el FMI.
A falta de la confirmación definitiva en el comunicado que el grupo emitirá esta noche al final de su reunión, los observadores consideran sorprendente la rapidez con la que el G20 dio luz verde a un cambio muy delicado en Europa, que se ha opuesto durante largo tiempo a la propuesta.
Estímulos fiscales
Como hicieran los ministros de Economía del G20 en una reunión preparatoria de la cumbre de Pittsburgh, los jefes de Estado también están de acuerdo en la necesidad de que, a corto plazo, hay que «continuar respaldando la actividad económica hasta que la recuperación se afiance claramente».
Eso supone que no se marcará una fecha para la retirada de los planes de estímulo, una posibilidad que, según los expertos, podría causar una debacle en los mercados, que viven una nueva bonanza gracias a la inyección de recursos públicos en las economías domésticas.
Aun así, el G20 cree conveniente que los miembros establezcan, en cooperación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), «un proceso transparente y creíble para retirar el apoyo fiscal y monetario extraordinario, y el respaldo al sistema financiero».
El Grupo solicita en el borrador que se sienten las bases para un crecimiento mundial «más equilibrado».
Creación
El G20 se creó en 1999 para favorecer el diálogo del G7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia) con el resto del mundo en plena crisis asiática.
Su trabajo en el último año se ha concentrado en tres grandes áreas: la redefinición de las políticas económicas para lograr un crecimiento sostenible, la regulación de los salarios y primas de los banqueros, así como los niveles de capital de las entidades financieras y la reestructuración de los organismos financieros internacionales para dar más voz al mundo en desarrollo.
El G20 está integrado por la Unión Europea, el G7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.