Preguntado por cómo podría oficializarse esta presencia de España en el G-20, Zapatero aseguró que lo importante es «estar» y recordó que este foro nunca había funcionado a nivel de jefes de Estado y de Gobierno hasta la cumbre de Washington del pasado 15 de noviembre, tras el estallido de la crisis financiera. Señaló además que hoy por hoy no existe ningún reglamento para solicitar el ingreso formal en el G-20. También subrayó que España verá reforzada su presencia con la reforma del Fondo Monetario Internacional (donde está infrarrepresentada) y que tendrá que concluirse el año que viene, según se desprende de las conclusiones acordadas por los jefes de Estado y de Gobierno.
Zapatero saludó que los líderes se hayan comprometido a «mantener las medidas extraordinarias de estímulo monetario y fiscal y de apoyo al sistema financiero hasta que la recuperación esté bien asentada», al tiempo que se favorece un cambio hacia un modelo de crecimiento sostenible, como el que persigue la Ley de Economía Sostenible que prepara el Gobierno.
En su opinión, la crisis aún necesita «grandes esfuerzos» para su superación y reactivación –a pesar de que existe una situación de mayor estabilidad– porque «el impacto de la crisis económica está siendo duro en el empleo». Precisamente el empleo será a partir de ahora la «gran cuestión» en los esfuerzos de coordinación de las grandes economías.
En este sentido, advirtió de que las consecuencias «serían mucho más graves para la economía, el empleo y para el bienestar de los ciudadanos» si se retiraran «de manera precipitada y equivocada los estímulos fiscales». Preguntado por si apoyará cuando asuma la presidencia de la UE la iniciativa recuperada recientemente por Alemania de establecer algún tipo de impuesto a las transacciones financieras, Zapatero señaló que se trata de un «debate antiguo» que renace siempre en momentos de dificultad económica. Reconoció que desde el punto de vista técnico es «difícil su aplicación» y señaló que «formalmente no hay una propuesta que se haya presentada ni en el G-20 ni en ningún otro organismo internacional para llevarla a cabo», más allá de alguna declaración de intenciones.
Pittsburgh, la ciudad del Ketchup
Pittsburgh, la ciudad del «Ketchup» y de Andy Warhol, será también a partir de ahora el lugar que alumbró una nueva arquitectura económica global al consolidar al G20 como el nuevo grupo de referencia en detrimento del G8. El nuevo estatus del G20, un grupo que se creó a nivel ministerial tras la crisis asiática de 1999, culmina un largo proceso de demandas del pujante mundo en desarrollo que reclamaba un organismo más representativo de la estructura económica mundial. El Grupo de los Veinte es ya el «principal foro económico global» según la decisión adoptada por los jefes de Estado y Gobierno del organismo durante su cumbre de dos días en esta ciudad de Pensilvania, al noreste del país.El renovado protagonismo refleja un nuevo orden económico mundial en el que países emergentes como China, India y Brasil se han convertido en actores mucho más importantes, sobre todo a raíz de la actual crisis financiera global con epicentro en los países ricos.
A su vez, el Grupo de los Ocho (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia y Rusia) perdió su etiqueta de club exclusivo. Se espera que sus líderes sigan reuniéndose para debatir asuntos importantes para la mayoría de las economías desarrolladas, como los temas de seguridad internacional. Esos encuentros, de todos modos, se producirían en el marco de otros actos y no en las grandes cumbres que el grupo está acostumbrado a convocar.
Los jefes de Estado y Gobierno del G20 se han reunido tres veces en menos de 12 meses en Washington, Londres y Pittsburgh tras pasar de ser un foro ministerial a uno de líderes a raíz tras el estallido de una crisis financiera que colocó al mundo al borde del abismo. El G8, por el contrario, se reunió sólo una vez en julio en Italia en una cumbre con múltiples reuniones paralelas que incluyó el G8 más Egipto, al G8 más otras cinco economías desarrolladas y el Foro de las Grandes Economías. El presidente de EEUU, Barack Obama, expresó entonces su desacuerdo con esa avalancha de encuentros e insistió en la necesidad de racionalizar el sistema.
FMI
El empuje del mundo en desarrollo y el alumbramiento de una nueva arquitectura económica global queda patente también en la decisión del G20 de respaldar que los países ricos transfieran «al menos» un 5% de su voto en el Fondo Monetario Internacional (FMI) a las naciones en desarrollo «dinámicas», según el borrador de la declaración final de la cumbre.
La cesión del 5%, una propuesta de EEUU que es inferior al 7% que pedían Brasil, China, Rusia e India, supone una victoria para los emergentes y una pérdida para algunas naciones de Europa, que tendrán que renunciar a una parte de su capacidad de voto en el FMI.
A falta de la confirmación definitiva en el comunicado que el grupo emitirá esta noche al final de su reunión, los observadores consideran sorprendente la rapidez con la que el G20 dio luz verde a un cambio muy delicado en Europa, que se ha opuesto durante largo tiempo a la propuesta.
Estímulos fiscales
Como hicieran los ministros de Economía del G20 en una reunión preparatoria de la cumbre de Pittsburgh, los jefes de Estado también están de acuerdo en la necesidad de que, a corto plazo, hay que «continuar respaldando la actividad económica hasta que la recuperación se afiance claramente».
Eso supone que no se marcará una fecha para la retirada de los planes de estímulo, una posibilidad que, según los expertos, podría causar una debacle en los mercados, que viven una nueva bonanza gracias a la inyección de recursos públicos en las economías domésticas.
Aun así, el G20 cree conveniente que los miembros establezcan, en cooperación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), «un proceso transparente y creíble para retirar el apoyo fiscal y monetario extraordinario, y el respaldo al sistema financiero».
El Grupo solicita en el borrador que se sienten las bases para un crecimiento mundial «más equilibrado».
Creación
El G20 se creó en 1999 para favorecer el diálogo del G7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia) con el resto del mundo en plena crisis asiática.
Su trabajo en el último año se ha concentrado en tres grandes áreas: la redefinición de las políticas económicas para lograr un crecimiento sostenible, la regulación de los salarios y primas de los banqueros, así como los niveles de capital de las entidades financieras y la reestructuración de los organismos financieros internacionales para dar más voz al mundo en desarrollo.
El G20 está integrado por la Unión Europea, el G7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.