La vicepresidenta económica recordó que el crédito a hogares y empresas sigue desacelerándose, aunque consideró que es un «proceso necesario a nivel agregado» dado el citado endeudamiento del sector privado. Salgado insistió en que el crédito a los hogares y a las empresas «no puede ni debe crecer al ritmo en que lo hacía antes», si bien reconoció que esta corrección debe producirse de forma gradual para no dejarles sin financiación.
Además, al analizar al principio de su discurso la situación económica mundial, la ministra de Economía apuntó que las restricciones de crédito y la necesidad del sector privado de recomponer su ahorro supondrán una «limitación al crecimiento» que será «más intensa» en los países que hayan experimentado «mayores burbujas de activos».
Pese a reconocer los elementos que condicionan la evolución económica, Salgado insistió en defender las previsiones en las que se ha basado el Gobierno para elaborar los Presupuestos Generales del Estado para el 2010, que apuntan a una caída del Producto Interior Bruto del 3,6% este año y del 0,3% el que viene.
Unas previsiones que, admitió, son más optimistas que las de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, pero debido a que el Gobierno espera una «mejor evolución de las exportaciones». «No sólo estamos recuperando competitividad gracias al favorable diferencial de inflación, sino que nuestras exportaciones están logrando aumentar su cuota de mercado en los mercados internacionales desde comienzos de año», añadió.
Salgado asumió que «aún quedan por delante momentos difíciles», sobre todo en lo que afecta al desempleo, «que sigue una evolución similar al PIB pero con cierto retraso».
También reconoció que el proceso de recuperación «no será fácil ni rápido», aunque consideró que se está avanzando «en la dirección adecuada» con las exportaciones y los sectores innovadores «como candidatos a protagonizar el crecimiento futuro».
Salgado defendió la actuación del Gobierno, que persigue, dijo, mitigar el fuerte impacto de la crisis y ampliar a largo plazo la capacidad de crecimiento de la economía.
Recordó así las medidas destinadas a la protección social, como la ayuda de 420 euros para los desempleados sin cobertura, así como otras para ayudar a «restablecer el normal funcionamiento» del sector financiero, como el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, un instrumento que, recordó, aún no ha tenido que utilizarse.
También insistió en la necesidad de asegurar el sostenimiento de las finanzas públicas a largo plazo, y por ese objetivo volvió a justificar la «moderada» subida de impuestos prevista en los Presupuestos del 2010.
«En estas circunstancias», añadió, el Gobierno ha considerado «conveniente» hacer un esfuerzo para mantener un nivel de presión fiscal más cercano a los parámetros europeos y para enviar «una señal de firme compromiso» con la sostenibilidad presupuestaria, un mensaje que tendrá, en su opinión, un «efecto confianza positivo».
En su discurso, Salgado también aseguró que el Gobierno apuesta por reactivar el diálogo social para poder impulsar medidas que mejoren la competitividad, fomenten el empleo y apuesten por una mejora de su calidad. El «objetivo principal» del Ejecutivo, reiteró, es el de que la economía «vuelva a generar empleo» y que el estado de bienestar «salga fortalecido de este desafío que supone la crisis económica».
Previamente, la vicepresidenta económica aprovechaba la inauguración de la nonagésima reunión del Comité de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo en Madrid para asegurar que el «seísmo financiero de los últimos años» no sólo ha cambiado «radicalmente el paisaje financiero», sino también las «concepciones» acerca de lo que el «mercado puede y no pude hacer», y «particularmente en los últimos meses» las ideas acerca de qué formas de intervención publica «son necesarias».
«En circunstancias normales, los mercados de capitales son capaces de ofrecer financiación a países en desarrollo a plazos medianos o largos y a coste moderado», indicó Salgado, quien señaló que el «sesgo procíclico» de los flujos privados de capital dota de gran importancia a las instituciones financieras multilaterales, que pasan de jugar un papel complementario a uno «crucial».
Tras recordar que hace apenas tres años se cuestionaba incluso la razón de ser de estos organismos, Salgado incidió en que la evolución financiera les ha convertido en «protagonistas», por lo que tienen que soportar una «presión sin precedentes» para cumplir su papel de apoyo a los países emergentes. «Son tiempos exigentes», admitió.
Respecto a la situación de Latinoamérica y el Caribe, Salgado aseguró que la crisis ha tenido un impacto «comparativamente moderado» en dichas regiones, soportando «bastante bien» el embate de la evolución, gracias a las políticas anticíclicas en respuesta al gran «shock negativo» y al papel jugado por los bancos centrales de cada país.
Sin embargo, los efectos de la crisis no se agotan en este año, y no ve «descartable» que la región tenga varios años por delante un crecimiento «por debajo del potencial», ya que las medidas fiscales extraordinarias no «podrán mantenerse» en el futuro y requerirán de ajustes presupuestarios futuros.
A esto se suma la necesidad estructural de financiación para el proceso de desarrollo. «Necesitan un compañero fiable», advirtió a los asistentes al acto, a los que señaló que estos escenarios obligarán a los organismos multilaterales a adoptar importantes procesos de ampliación de capital, como el que se está planteando.
En este sentido, destacó que la reunión del BID de hoy es el tercer paso en el proceso de revisión de las necesidades de recursos de la institución, tras las reuniones de México y Chile. «Ha sido medio año de discusiones intensas y productivas», señaló Salgado, quien mostró su confianza en que en los «próximos meses» se llegue a un «buen fin».