El actor Harrison Ford pasa apenas 48 horas en España promocionando su nueva película, que se estrena el 12 de marzo, Medidas extraordinarias -que también produce-, basada en una historia real sobre los esfuerzos de un padre por conseguir el remedio que salve a sus hijos, condenados a una muerte prematura a causa de la enfermedad de Pompe.
En una entrevista con un grupo reducido de periodistas, entre ellos EFE, ha señalado que él «admira a personas por su trabajo o simplemente por quiénes son; no creo que sea una ventaja ser percibido como un héroe, o como alguien que interpreta héroes, no sé cómo se interpreta a un héroe».
«Yo interpreto un abogado, un doctor, un marido, un capitán de un submarino ruso que, en circunstancias muy concretas, actúan de cierta forma que alguien podría interpretar como heróica, pero eso no tiene que ver con la persona (…), es algo que está anclado en un tiempo y en una historia concreta». «No tengo héroes -ha repetido-. Creo que esta noción del héroe es una obsesión cultural», pero sí admira a «otros actores, o a un ebanista por un trabajo bien hecho, o la bailaora de flamenco que vi anoche o al que cantaba y tocaba las palmas: lo que es admirable es llevar esa ambición a un trabajo bien hecho, sea el que sea».
Aunque no ha concretado si habrá o no quinta parte de la saga que le dio a conocer en los años 80 como el intrépido Indiana Jones -aunque no descarta que la haya-, a sus 67 años Ford guarda especial recuerdo de su papel de John Book, el policía que pasó de proteger a ser protegido en una comunidad amish en Único testigo», de Peter Weir.
«El éxito de la Guerra de las Galaxias o de Indiana Jones no fue suficiente para que la gente pensara que era capaz de actuar: esas películas no me dieron la oportunidad que me dio ésta de hacer otras más serias; había quien dudaba de mi capacidad de actuar, y el éxito de ésta (Único Testigo) me permitió mostrar cuáles eran mis ambiciones y cuál mi capacidad», resume.
Actor secundario
Viste camisa de algodón azul claro, clásica, sin corbata, y chaqueta azul marino, y lleva atado a la cintura el teléfono móvil, en una funda de piel negra a juego con el cinturón. Sus manos son rudas, impolutas, pero de aspecto muy trabajado, sin anillos, y vende caras las sonrisas; no tiene prisa, a pesar del maratón de entrevistas y acusa el aire frío que deja entrar una puerta abierta, que se levanta a cerrar, a su espalda.
Ford ha explicado que le hace «feliz» interpretar un papel secundario, -al científico Robert Stonehill, un atípico investigador que estudia la enfermedad de Pompe sin dinero para poner en práctica sus teorías-, porque puede aportar algo diferente: «el protagonista debe estar a la altura de las espectativas, el secundario puede aportar otras cosas, tiene más libertad para hacer algo diferente».
«Lo que yo busco es hacer una buena película, una historia interesante, y ésta lo es porque está basada en hechos reales, pero mi personaje es pura ficción, he tenido la libertad de crear conflicto, interés y, espero, humor». Es una estrella de Hollywood que no ha recibido nunca un Óscar y no añora trabajar con ningún director en concreto: «de cada director me importa el talento que tenga, pero si yo no siento que soy el idóneo para ese papel no voy a sentir la más mínima tentación de involucrarme en su proyecto», afirma.
Y respecto a dirigir -responde preguntado sobre ello- «me parece el trabajo más difícil que hay y yo ya tengo el mejor trabajo del mundo». «Ser actor me gusta, siempre me plantea un nuevo reto, aprendo cosas de las personas que conozco, me da vigor, me revitaliza: amo poder hacer lo que hago, me encanta, y dirigir, además de llevar mucho mas tiempo, no está tan bien pagado», bromea uno de los actores mejor pagados del mundo.