A unas horas de que el Consejo de Ministros apruebe el decreto sobre la reforma laboral y mientras el Gobierno busca desesperadamente apoyos entre los grupos parlamentarios, Mariano Rajoy preguntó a José Luis Rodríguez Zapatero por la factura de la luz. El líder del PP acusó al presidente de haber subido las tarifas un 50,2% desde que llegó al poder. Zapatero culpó a los conservadores de haber llevado a cabo una política energética irreal y de haber provocado un “déficit tarifario” (la diferencia entre el precio real de la luz y lo que paga el consumidor) con la subvención a las eléctricas promovida por el Gobierno de José María Aznar.
Rajoy no aceptó la explicación: “Por lo visto, la culpa la tiene el PP. Pero un presidente tiene que asumir sus responsabilidades y sus errores están afectando al poder adquisitivo de los españoles”. La pregunta de Rajoy iba sobre la luz, pero entre los “errores” de Zapatero volvió a desgranar la bajada de los sueldos a los funcionarios, la congelación de las pensione, y la subida de impuestos como el IVA. El presidente no quiso entrar al trapo. Sólo recordó que ha ofrecido al PP un pacto energético sin mucha confianza en que los conservadores lo acepten: “Su voluntad para esto de los pactos es escasa, como es habitual”.
La discusión pareció floja en comparación con las diatribas que se cruzaron Soraya Sáenz de Santamaría y María Teresa Fernández de la Vega a propósito de lo que pagarán las clases medias por la crisis. La dirigente del PP acusó al Gobierno de llevar a los españoles “a una situación límite” y de practicar el “despotismo a costa del pueblo pero sin el pueblo”. La vicepresidenta auguró que, a este paso, el PP va a abrazar “el marxismo-leninismo” en su afán por convertirse en el partido de los trabajadores y en los adalides de los derechos sociales. Les acusó de criticar “aquí” lo que aplauden en Francia y Alemania llevados por su interés en “rebañar el plato electoral”. Y se lamentó por ello: “¡Qué papelón, qué pena!