Cinco satélites espaciales pondrán su foco en la isla de Mallorca, en concreto en la sierra de Tramuntana, para conocer mejor los movimientos de tierra y mitigar así los efectos y peligros de esos movimientos.
El proyecto, bautizado como ‘Doris’, ha sido promovido por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), y a lo largo de los próximos tres años recopilará información sobre los movimientos de tierra que se producen en la citada sierra.
Durante los dos últimos inviernos las intensas lluvias que sufrió la isla de Mallorca provocaron deslizamientos de gran envergadura que llegaron a resquebrajar algunas carreteras y dejaron incomunicadas varias localidades de la sierra mallorquina, ha recordado hoy el IGME.
En una nota de prensa, este instituto ha observado que los desastres naturales, y en este caso los movimientos del terreno por deslizamientos de ladera, son procesos geológicos activos que se repiten una y otra vez provocando cuantiosas pérdidas económicas.
Por ello, los geólogos inciden en la importancia de conocer esos procesos para una ordenación territorial sostenible y más segura, ya que es imposible vaticinar el momento exacto y la predicción queda sujeta a los factores climáticos y a la propia naturaleza.
El proyecto europeo «Doris, en el que participa el investigador del IGME Gerardo Herrera, se basa en la recogida y el análisis de la información obtenida de sensores radar transportados en plataformas satélite y otros instalados en el terreno.
Herrera, ha informado el IGME, lleva ya varios años participando en proyectos de investigación europeos de características similares en el Valle de Tena y en la ciudad de Murcia, donde ya han sido validadas las metodologías y las tecnologías que van a ser aplicadas en el la sierra mallorquina.
«Doris» contará con la información procedente de cinco satélites de diversas agencias espaciales, para lo cual se ha solicitado la reorientación del satélite alemán Terrasar X.
Según las mismas fuentes, el primer paso el proyecto será la valoración de las imágenes radar realizadas por tres satélites de la Agencia Espacial Europea: ERS-1, ERS-2 y el Envisat, que ya estuvieron en activo durante la década de los 90 y han ido tomado imágenes de la cordillera cada 35 días.
De ese modo se determinarán cuáles son las zonas más sensibles, y a esa información se sumará la que aporten los satélites alemán y japonés, que irán tomando imágenes cada 45 días (el japonés Alos Palsar) y cada 11 días (el alemán Terrasar X).
En total, los expertos analizarán imágenes captadas en 300 fechas diferentes que servirán para detectar y cuantificar los movimientos del terreno de aquellos lugares «activos» desde un punto de vista geológico.
Las conclusiones sobre las deformaciones del terreno serán validadas con los trabajos de campo que se llevarán a cabo sobre el terreno.
Éstos se colocarán en la propia montaña y ofrecerán detalles más exactos sobre las mediciones, según Herrera, que ha observado que los desprendimientos serán detectables con una mayor facilidad a través de estos radares terrestres, que realizan mediciones continuas de los estratos geológicos