domingo, noviembre 24, 2024
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Los catalanes desautorizan a la clase política en la marcha por el Estatut

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Los ciudadanos catalanes pusieron este viernes a los políticos en su sitio. A la cola. Con lo difícil que fue negociar cómo sería la cabecera de la protesta y los lemas que llevaría, el resultado fue que los políticos nunca fueron en primera fila. Una marea de personas anónimas  se les puso delante. La entidad convocante, Òmnium Cultural, concluyó que habían participado un millón y medio de personas. La Guardia Urbana no rebajó demasiado la cifra. La dejó en un millón cien mil.

La marcha de protesta por la sentencia del Estatut hizo realidad las peores pesadillas de José Montilla. La afluencia masiva hizo imposible que los políticos avanzasen y tuvieron que abandonar a mitad del recorrido. Por las redes sociales y por sms también se propagó la consigna de que los políticos se quedasen atrás. El grito más repetido, el de “independencia”.  La bandera más ondeada, la estelada. El comentario más extendido, el de que el día era “histórico” y “Visca Catalunya lliure”. Otro que tuvo bastante éxito fue: “Somos una nación. Montilla dimisión”.

La manifestación se convirtió en una concentración nada más empezar. Y diversas organizaciones independentistas, como Reagrupament, fueron en cabeza con un animador que mostraba su satisfacción porque había más banderas independentistas que senyeras. Hubo gritos contra “el tribunal del bando nacional”; dibujos del pulpo Paul escogiendo la bandera española y despreciando la catalana; pancartas que rezaban “Vuestro odio excita nuestra independencia” y exigencias de que el catalán sea la lengua preferente.

La estampa fue de lo más variada. Lamas budistas, inmigrantes paquistaníes o del Magreb, ancianos en sillas de ruedas y numerosos cochecitos de bebés convivían con algunos vascos que ondeaban la ikurriña y hasta con unas cuantas banderas holandesas. Uno de los momentos de éxtasis colectivo fue el canto de “L’Estaca”. La canción de Lluís Llach volvió a recobrar su significado de que la unión hace la fuerza. Esta vez se trataba de que el TC “no tumbe la voluntad del pueblo catalán”.

Todos dejaron claro que ahora es el turno de que los políticos catalanes defiendan “la dignidad” de Cataluña. Sobre el cómo hacerlo hay discrepancias y se recrudecerán a partir de este domingo.

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