miércoles, noviembre 27, 2024
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Hay antibióticos en las aguas catalanas

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Un estudio realizado por el Institut Català de Recerca de l’Aigua (ICRA) ha probado por primera vez la presencia de antibióticos en acuíferos de la Plana de Vic (Barcelona) y del área de la Selva (Girona) fruto de las explotaciones ganaderas y la contaminación de los purines.

La investigación, que han presentado hoy en una rueda de prensa el director del ICRA, Damià Barceló, y el subdirector del mismo organismo, Sergi Sabater, se ha publicado en la revista especializada Journal of Hidrology, y es única en España y pionera en Europa.

Barceló, coautor del artículo, ha explicado que el consumo elevado y continuado de aguas que contengan antibióticos podría causar «trastornos digestivos» y tolerancia a los antibióticos de tal forma que, si se tomaran para tratar una infección, por ejemplo, «no se conseguiría el efecto deseado».

En esta línea, Barceló ha remarcado la necesidad de legislar acerca de la «contaminación por antibióticos», como ya se ha hecho con los nitratos y los pesticidas, porque si no «la Administración no puede hacer nada al respeto», y ha insinuado que la problemática podría extenderse desde Vic a otras partes del territorio si se continúa en la misma línea.

El análisis de 19 sulfonamidas, antibióticos utilizados mayoritariamente en aplicaciones veterinarias, también muestra una relación entre el volumen de antibiótico encontrado en los acuíferos y la cantidad de nitratos detectados en agua.

En la Plana de Vic, con un volumen de nitratos superior a 250 miligramos por litro, las cantidades de antibióticos superaron los 1.000 ng/l (nanogramos por litro).

Mientras que en la Selva, cuya agua tiene una cantidad de nitratos normalmente inferior a los 50 miligramos por litro, las muestras proyectaron resultados en antibióticos inferiores a 200 ng/l.

La existencia de fulerenos, nanopartículas generadas a partir de procesos de combustión elevados, en zonas cercanas al aeropuerto y en zonas industriales como El Prat de Llobregat o Sabadell (Barcelona), ha sido otro de los estudios pioneros que ha presentado hoy el ICRA.

Barceló, ha alertado del «efecto caballo de troya» que pueden generar estas partículas porque pueden servir como «transmisores de otras sustancias químicas» y porque dañan además el esqueleto de las daphinas, crustáceos de tamaño milimétrico.

Estas nanopartículas no están legisladas en Europa ni en los Estados Unidos pero son consideradas por la Agencia Americana del Medio Ambiente como contaminantes emergentes.

Por último, el ICRA ha investigado el efecto de los plaguicidas en las comunidades bentónicas, como algas o invertebrados, de la parte baja del río Llobregat.

La investigación, en la que ha participado el subdirector del ICRA, Sergi Sabater, ha concluido que la presencia de estos componentes afectan sobretodo a las diatomeas, algas unicelulares que son «muy sensibles a la variación química».

Sabater también ha destacado que el «impacto en los organismos» se debe a las características del río, y que en el caso del Llobregat, la presión para los organismos es «muy elevada» por la industrialización y la variación de caudal.

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