Varios especialistas de la lucha antiterrorista expresaron toda su desconfianza respecto al anuncio realizado este domingo por la banda terrorista ETA, según la cual hace ya algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas. Estas fuentes, que desde hace meses conocían el parón técnico de la banda, no por motivos altruistas, sino por la debilidad en la que se encuentra por los constantes golpes y detenciones policiales, aseguran sin embargo que tienen constancia que durante eses meses han seguido moviendo comandos, montando citas, captando a nuevos terroristas, robando vehículos y por supuesto cobrando el denominado «impuesto revolucionario».
Por todo ello, consideran que el anuncio de este domingo no está motivado por el deseo de dejar las armas, sino forzados por las circunstancias y la presión de la izquierda abertzale, que había pedido una tregua verificable con el objetivo de poder presentarse a las próximas elecciones municipales y forales del próximo año. Añaden que el miedo a una ruptura con la izquierda abertzale les ha llevado también a hacer este comunicado.
Sin embargo, el comunicado no recoge las demandas efectuadas por la izquierda abertzale en las últimas semanas, porque ante esa petición de un alto el fuego permanente bajo verificación internacional, ETA se limita «a hacer saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo armadas ofensivas».
Las fuentes citadas, que restan todo valor a este anuncio, reiteran que ha sido forzado, creen que una vez más la banda terrorista intentará reorganizarse como ha hecho en otras ocasiones.
DESDE FINALES DE MARZO
Concretamente, fue entre finales del pasado mes de marzo y principios de abril cuando la banda inició un parón técnico y estratégico a nivel interno.
Sólo en los meses de enero, febrero y marzo se habían practicado hasta 32 detenciones repartidas entre España (22 arrestos), Francia (seis detenidos), Portugal (tres), Inglaterra en las que habían participado seis cuerpos policiales distintos. La operación más relevante fue la que el 28 de febrero logró el arresto del entonces ‘número uno’ de ETA, Ibon Gogeaskeotxea, junto a otros dos terroristas en Francia.
Además la acción de las fuerzas de seguridad había asestado importantes golpes a la logística de la banda como la desarticulación en febrero de la base de ETA en Óbidos (Portugal) donde los terroristas escondían 1.500 kilos de explosivo, 300 de ellos preparados para una acción inminente. Días después, la Policía Nacional también desbarató los planes de ETA de implantar otra base similar en Cataluña.
DECISIÓN EN BUSCA DE RESPIRO
Acosada policialmente, la banda buscó respiro reduciendo el riesgo de sus militantes para recomponer sus estructuras y abastecer de nuevo su almacén de cara a retomar los atentados, posiblemente durante los meses de verano.
Sin embargo, el arresto el pasado 20 de mayo del jefe militar de la banda, Mikel Carrera Sarobe, precisamente cuando abordaba la organización de los ‘comandos’ «con las peores intenciones» junto a su lugarteniente Arkaitz Agirregabiria del Barrio llevó a los expertos antiterroristas a pensar que la banda podría mantener ese parón técnico.