Como se dice en catalán, ja n’hi ha prou (ya basta). Los catalanes decidieron castigar al tripartito y volver a confiar en Convergència i Unió, el partido que les ha gobernado durante 23 años. Artur Mas, el delfín de Jordi Pujol, demostró que a la tercera puede ser la vencida y se acercó al millón doscientos mil votos. Se quedó a 6 escaños de los 68 que hubieran supuesto la mayoría absoluta.
Como auguraban todos los sondeos, el socialista José Montilla se desplomó. Pasó de 37 a 28, los peores resultados de la historia del partido. Montilla, que se presentaba a president de la Generalitat por última vez, anunció que se retirará del todo cuando el PSC celebre su próximo congreso. Dentro de 6 meses, tras las elecciones municipales, ni siquiera optará a ser secretario general del PSC.
El PP, que en el año 2006 obtuvo 14 escaños, consiguió convertirse por primera vez en la tercera fuerza política catalana y superó todas las expectativas, incluidas las suyas, al conseguir 18. El resto de los 135 diputados del Parlament de Catalunya queda así, a falta de escrutar el voto por correo: 10 para ERC (tenía 21), 10 para IU-ICV (en 2006 tuvo 12) y 3 para Ciutadans.
El nuevo partido del hemiciclo es el independentista Solidaritat Nacional, cuyo cabeza de lista por Barcelona es Joan Laporta. La formación liderada por el expresidente del Barça irrumpe así en el Parlament con 4 escaños y deja a Reagrupament Independentista, el partido de Joan Carretero, sin representación parlamentaria.
Nada más conocerse los resultados, Montilla dio la cara. Felicitó a Mas, recordó la solidez del PSC como organización y negó que la derrota afecte a las convicciones socialistas. Lo que sí admitió es que los resultados de su formación, la crisis económica y el desencanto de los ciudadanos con la clase política obligan a reflexionar al PSC de aquí al próximo congreso, donde él no competirá por el liderazgo.
Entre gritos de «Mas president», el próximo president de la Generalitat prometió administrar la victoria «con humildad, responsabilidad y esperanza». Dijo no presumir del triunfo porque no se siente el «salvador» de Cataluña. Vaticinó que el futuro no se presenta «nada fácil» pero también quiso subrayar que para Cataluña se abre una etapa de esperanza para superar la situación económica. Necesitamos «la ayuda de todos, también la de los que no han ganado porque tendremos que levantar el país entre todos y hay que sumar esfuerzos».
Con permiso del convergente, la más exultante fue Alicia Sánchez-Camacho. Su resultado fue histórico, ya que superó en un diputado a los que obtuvo Alejo Vidal Quadras en 1995. Como se esperaba, la candidata conservadora avanzó que su resultado ha sido un avance del cambio y la antesala de la victoria de Mariano Rajoy en las elecciones generales de 2012.