El «sandblasting», la técnica para desgastar pantalones vaqueros, está prohibido en Europa desde el año 1966, pero se utiliza todavía en los procesos de fabricación de conocidas marcas de ropa en países como Bangladesh, China, Pakistán, India o Siria. La federación de organizaciones no gubernamentales SETEM ha denunciado los riesgos para la salud que entraña esta técnica que se utiliza todavía en muchos países.
El «sandblasting» consiste en aplicar un chorro de arena directamente sobre la tela vaquera, a pesar del riesgo potencial que el sílice de la arena tiene para la salud, y que está detrás de la «silicosis», una enfermedad profesional -ha recordado SETEM- muy conocida en la minería, pero todavía no reconocida dentro de la industria textil.
La misma fuente ha precisado que los mineros tardan unos veinte años en desarrollar la enfermedad, pero que muchos trabajadores que están expuestos al «sandblasting» caen enfermos en sólo seis meses.
Por ello, esta organización no gubernamental ha puesto en marcha la campaña «Ropa Limpia» y ha reclamado a la Organización Mundial de la Salud y a la Organización Internacional del Trabajo que incluyan al sector textil en su Programa Internacional sobre la Eliminación de la Silicosis Mundial.
Según SETEM, las empresas conocen las consecuencias de esta técnica para desgastar vaqueros, aunque muchas prefieren hacer «oídos sordos», pero ha destacado que otras (como Levi-Strauss, Inditex, C&A o H&M) sí se han comprometido a prohibir el «sandblasting» en su cadena de producción.
La campaña contra esta técnica ha comenzado ya en catorce países europeos y pretende presionar a las marcas de moda para que la erradiquen de sus procesos de producción y aseguren que los trabajadores afectados de silicosis y sus familias reciban las indemnizaciones adecuadas.
La citada ong ha observado que Turquía es uno de los países más afectados por el «sandblasting», y que han sido precisamente los informes médicos procedentes de este país los que han relacionado la producción de vaqueros con esta técnica y la silicosis.
Redacción