Investigadores del grupo de Microondas y Radar (GMR) de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) han realizado un estudio en el que han concluido que los parques eólicos producen interferencias en los radares meteorológicos.
Así, aunque el estudio reconoce como «indiscutibles sus ventajas en cuanto a la producción de energía eléctrica limpia y renovable», asegura que también producen «algunos efectos nocivos», como los impactos sobre el paisaje y sobre la migración de las aves, así como el efecto de los aerogeneradores sobre los sistemas de radio, la televisión digital terrestre o los sistemas de radar dedicados al control del tráfico aéreo, la defensa o la meteorología.
Los investigadores explican que los radares meteorológicos miden la intensidad de la lluvia a través de la potencia reflejada y la velocidad radial del viento mediante el llamado efecto Doppler, según el cual la frecuencia aparente de los ecos depende de la velocidad relativa de la fuente. De esta manera se puede no sólo medir la precipitación, sino también realizar predicciones meteorológicas a corto plazo.
Además, el estudio constata que los ecos producidos por los parques eólicos hacen que en sus proximidades la información obtenida por el radar sea «incorrecta», por lo que concluye que los parques eólicos pueden provocar tanto la identificación incorrecta de tormentas y su seguimiento, e incluso la confusión con estructuras tornádicas.
Esto se explica porque los ecos recibidos de blancos estáticos provenientes del suelo, edificios, montañas o, en el caso de los aerogeneradores, el mástil, se pueden eliminar en los radares Doppler con relativa facilidad, mientras que las aspas de los aerogeneradores se mueven constantemente, girando a velocidades muy altas.
De este modo, el estudio precisa que la velocidad en la punta de un aspa puede sobrepasar fácilmente los 250 kilómetros por hora y que los distintos elementos del aspa desde el centro del rotor hasta su punta, producen señales que, por su estructura, el radar confunde con precipitaciones muy intensas que se mueven a diferentes velocidades.
En ese sentido, advierte de que, como resultado, se sobreestima la intensidad de la lluvia e incluso se indica la presencia de precipitaciones «cuando ni siquiera está lloviendo».
Los investigadores destacan también la relación entre la intensidad de lluvia y los efectos de los parques eólicos, comprobándose que la interferencia se hace más acusada para intensidades de lluvia baja o moderada. Los mecanismos de detección y filtrado desarrollados se basan en las características temporales y frecuenciales de las señales radar reflejadas por los aerogeneradores, y se han probado con datos reales de precipitación e interferencias de la red de radares de AEMET así como con simulaciones por ordenador.
Por eso, la investigación demuestra que es «muy importante» estudiar el emplazamiento de los nuevos parques eólicos teniendo en cuenta sistemas de radio potencialmente afectados (que pueden situarse hasta a 100 km de distancia según el estudio), y también desarrollar nuevos materiales que permitan que los aerogeneradores resulten «transparentes» a estos sistemas.
Redacción