Se cumple un año desde que ETA proclamara el cese de sus «acciones armadas ofensivas», un primer paso al que siguieron otros, pero sin que haya llegado el anuncio más esperado, el del abandono definitivo de la violencia.
ETA realizó su anuncio el 5 de septiembre del año pasado, a través de un vídeo enviado a la BBC británica, y sólo veinte días después, el 25 de septiembre, se firmó el acuerdo de Gernika por parte de cinco formaciones nacionalistas (EA, Aralar, militantes de la izquierda abertzale, Alternatiba y los franceses Abertzaleen Batasuna). En él se instaba a ETA a un «alto el fuego permanente» y al Gobierno a iniciar un «proceso democrático» para el final del terrorismo.
Tras este y nuevos emplazamientos desde el soberanismo vasco, unido, al agotamiento de los plazos para que la izquierda abertzale pudiese presentarse a las elecciones municipales, ETA declaró el 10 de enero el tan reclamado «alto el fuego permanente, de carácter general y verificable internacionalmente».
A esta declaración siguió, el 7 de febrero, la presentación de Sortu, la nueva marca política de la izquierda abertzale llamada a sustituir a la ilegalizada Batasuna.
Fueron dos pesos pesados como Rufi Etxeberria e Iñigo Iruin los que defendieron los estatutos del nuevo proyecto, en la mayor exposición pública de la izquierda abertzale de rechazo expreso a la violencia de ETA.
No fue suficiente para el Supremo, que el 23 de marzo rechazó la inscripción de Sortu como partido legal, con una sala dividida entre 9 magistrados que consideraban a la nueva formación un intento de proseguir la acción de Batasuna y los 7 que estimaban que cumplían los requisitos para ser legal.
Tras este rechazo del Supremo, el 5 de abril se registró la coalición electoral Bildu, formada por EA, Alternatiba e «independientes» de la izquierda abertzale con la intención de concurrir a las elecciones del 22 de mayo.
Las candidaturas de Bildu también fueron recurridas por el Estado ante el Supremo y, mientras se reunían pruebas para su anulación, el 28 de abril la banda terrorista comunicó a los empresarios del País vasco y Navarra el cese definitivo del denominado ‘impuesto revolucionario’, la extorsión económica de los terroristas y una de sus mayores fuentes de ingresos.
El Supremo vetó la presentación de las candidaturas de Bildu, pero el Constitucional las admitió, permitiendo de esta forma su concurrencia a los comicios del 22-M.
La participación de Bildu en dichas elecciones se saldó con el mayor triunfo de la izquierda abertzale en la democracia, especialmente en Gipúzcoa, donde consiguió, entre otros hitos, hacerse con el gobierno de la Diputación Foral y del Ayuntamiento de San Sebastián, tras ser la fuerza más votada en ambas instituciones. La izquierda abertzale había pasado en unas semanas de la ilegalización a ser la fuerza que más ayuntamientos gobierna en el País Vasco.
En esos meses, algunos movimientos de etarras en Francia, la detención de activistas destacados (como Alejandro Zobaran ‘Xarla’, Mikel Oroz o Iñaki Dominguez Atzalandabaso), así como un enfrentamiento a tiros con la Gendarmería en Vallieres (centro de Francia), en el que resultó herido un gendarme, hicieron sospechar de la veracidad de esta declaración de «alto el fuego» de la banda terrorista.
Sin embargo, pasados esos incidentes, se va a cumplir el primer aniversario desde el anuncio de ETA sin que se haya producido ninguna acción violenta premeditada con muertos o heridos, exceptuando el citado de Francia, y por primera vez, las fiestas de las capitales vascas han transcurrido este agosto sin violencia callejera.
Los próximos hitos en el calendario serán el pronunciamiento del Constitucional sobre Sortu y la puesta en libertad o no del máximo dirigente del izquierda abertzale, Arnaldo Otegi; más allá, solo el futuro dirá si se produce el esperado comunicado de abandono definitivo de la violencia o ETA vuelve a las armas.
Redacción