Después de desgranar el nombre y la experiencia profesional de la mayoría de los altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores que han sido beneficiados con un ascenso en los últimos meses, hay que dejar claros varios puntos.
En primer lugar, que los Embajadores son cargos de confianza. Es decir, es el Gobierno de turno el que tiene potestad para nombrarlos y para cesarlos cuando estime oportuno. No existe un tiempo de estancia mínimo establecido. Ni siquiera en los países ‘conflictivos’. Un embajador puede serlo durante sólo unas horas o varios años, en función de la decisión del Ejecutivo.
Por otro lado, según fuentes consultadas por Estrella Digital, cuanto más peso político tiene el país de la Embajada de destino o menos tiempo queda para las elecciones generales, es menos habitual que se produzcan cambios en los nombres de los embajadores. Se hace en virtud a la regla no escrita que existe en el Ministerio de Asuntos Exteriores de no tocar las Cancillerías en épocas de comicios.
En tercer lugar, cuando un embajador es cesado de su cargo en un destino, puede tener dos salidas: ser enviado a otra Embajada o volver al Ministerio como un exalto cargo durante dos años.
El PP analizará «caso por caso»
A pesar de estas aclaraciones, el malestar por estos nombramientos es latente en la Carrera Diplomática y, sobre todo, en el Partido Popular.
Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP en el Congreso de los Diputados, ha declarado a Estrella Digital que, si gana el PP, “haremos un análisis sosegado, viendo caso por caso porque hay gente de gran valía. Pero lo que está pasando ahora no es razonable”. En el Partido Popular, no hay sentimiento de venganza, «como sí lo tuvo el PSOE».
Recuerda De Arístegui que, en 2004 con Aznar en el Gobierno, en el último año de la legislatura no se produjo ningún cambio de nombres a este nivel. Además, cuando el PSOE ganó las elecciones, “relegó al pasillo a los Embajadores en época del PP y ha tardado años en darles responsabilidades. Por eso piensan que nosotros vamos a hacer lo mismo y quieren salir corriendo”. Es el caso de Ramón Gil Casares, uno de los diplomáticos españoles con mayor experiencia y secretario de Estado en el Gobierno de José María Aznar. La llegada de Zapatero a la Moncloa hizo que desapareciera de la primera línea de la Carrera y, tras dos años en el ‘pasillo’, ha tenido que aceptar la Embajada en Sudán, uno de los peores destinos.
Para el diputado del Partido Popular, los cambios que está haciendo el Ministerio de Asuntos Exteriores constituyen una “falta de respeto por parte de un Gobierno que está en funciones, que es de salida”. Da “una sensación muy poco seria, como de sálvese quien pueda. No es una buena imagen del país”. Y asegura que la situación que provoca esta desbandada es complicada “sea cual sea” el partido que gane las elecciones.
“Esto no es serio, ni responsable, ni estético”, dice el portavoz de Exteriores del PP en el Congreso, Gustavo de Arístegui.
Estrella Digital ha intentado ponerse en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores para conocer su postura al respecto. Tras varias llamadas de teléfono y correos electrónicos, ningún subordinado de Trinidad Jiménez ha hecho declaraciones.
Cristina Rodríguez