El expresidente del Gobierno Felipe González se ha puesto este viernes públicamente a las «órdenes» y al servicio del candidato del PSOE a la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, para lograr una «movilización inmediata a la ofensiva, no a la defensiva» de su partido de cara a las elecciones generales.
González ha intervenido, sin que inicialmente estuviera previsto, en la apertura de la Conferencia Política que el PSOE celebra este fin de semana en Madrid para establecer las líneas maestras de su programa electoral para los comicios del 20N.
El exdirigente socialista, que se ha dirigido varias ocasiones a Pérez Rubalcaba por su nombre de pila, Alfredo, ha dejado claro que había acudido al acto para ponerse a su «servicio», le ha definido como «lo mejor que se puede pensar para el futuro de nuestro país» y ha proclamado que es «su» candidato.
«Estoy a tus órdenes, desde antes de ayer y hasta el 20 y después, a tus órdenes para lo que quieras como un militante del partido», ha proclamado González en una alocución muy aplaudida por los asistentes que han llenado el auditorio principal del Palacio Municipal de Congresos de Madrid.
Se ha referido el exsecretario general socialista a las encuestas que pronostican un resultado adverso para el PSOE en las próximas elecciones generales para tratar de infundir ánimo entre los suyos, recordando que él también tuvo que afrontar situaciones parecidas.
A su juicio, Rubalcaba debe afrontar los comicios como líder de una «movilización ofensiva» en la que los socialistas no necesitan defender «lo que otros amenazan con quitar».
Se trata, ha señalado, de explicar que para que la economía sea competitiva y se genere empleo hay que plantearse el sistema sanitario o la educación no como «un gasto a recortar» sino como una «inversión» que contribuye a crear el «círculo vicioso» de la competitividad, que es lo que necesita España.
«Y a quien toque la sanidad o la educación (…) por favor, sáquenlo por la ventana», ha pedido como muestra de la ofensiva que según González debe emprender el PSOE de aquí al 20 de noviembre, encabezada por Rubalcaba.
No se ha olvidado de contrarrestar las críticas del PP por los ajustes del Gobierno de Zapatero, y ha dicho que «no es verdad» que hayan sido los mayores recortes de la democracia porque en su etapa, incluidos los «dramáticos» tres años de la crisis, ha hecho un esfuerzo «infinitamente mayor» que el que hizo el PP en ocho años.
Por otro lado, Felipe González ha hecho un amplio análisis de la situación por la que atraviesa Europa y ha puesto el acento en que pese a todas las dificultades ahora ningún país quiere salir de la UE, e incluso hay muchos que quieren entrar en ella, si bien no ha ocultado sus problemas para funcionar en común.
Eso sí, ha recordado que si en el siglo pasado las diferencias en Europa se resolvían «a cañonazos» ahora se subsanan con discusiones en las instituciones europeas, donde «nadie se tiene que callar ante nadie», ha enfatizado, y ha añadido: «hay que decirle la verdad de sus errores, sea quien sea, incluida Angela Merkel».
González también se ha referido a las exigencias de la UE sobre el déficit y ha advertido de que la terapia de la «sangría» para el enfermo «debe tener límites», porque si se le sigue sangrando se puede debilitar. Por eso, se ha mostrado partidario de modular y hacer los ajustes a las cuentas públicas al mismo tiempo que se buscan caminos para reactivar la economía.
De manera gráfica ha querido ponerse «en la piel» del primer ministro griego Yorgos Papandreu, a quien se le pide una reducción del déficit y de los gastos muy considerable teniendo en cuenta que su país decrecerá en torno al 5 ó al 6 por ciento: «¿A qué hora del amanecer quiere que me pegue un tiro?», se ha preguntado.
Ha aprovechado para arremeter también contra las agencias de calificación, de las que ha dicho que «se han equivocado en todo» y a las que ha acusado de tener «intereses bastardos», incluso aunque sus decisiones pongan «patas arriba» la economía y se destruyan «miles de millones de ahorros».
El expresidente González ha situado el origen de la crisis actual en una implosión del sistema financiero, que venía incubándose desde hacía 20 años y que en el caso de España «cayó» sobre la burbuja inmobiliaria.