Adelgazar por y con salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la obesidad (y en su medida, el sobrepeso) como la “epidemia del siglo XXI”, y recientemente ha advertido que ya hay más obesos que desnutridos en el mundo. Concretamente, más de 1.000 millones de personas tienen exceso de peso y 300 millones sufren obesidad.

Pero, ¿realmente la obesidad es una enfermedad?

En la actualidad supone uno de los principales problemas de salud pública en los países desarrollados; y, si bien es cierto que muchas personas obesas se pueden considerar sanos, sobre todo en edades jóvenes, es indudable que su presencia se asocia a la génesis y desarrollo de importantes enfermedades. De hecho, cuando alcanza un grado importante o se mantiene en el tiempo, deja de ser un problema puramente estético y se convierte en la causa de que vivamos menos años y que los vivamos con peor calidad de vida.

Dentro de las complicaciones que se asocian a la obesidad caben destacar por su importancia las siguientes patologías, dado que provocan un aumento de la mortalidad:

• Hipertensión arterial: La obesidad está considerada como el factor ambiental más importante que se asocia a hipertensión arterial.
• Alteraciones cardíacas: Hay un aumento de la enfermedad coronaria (el riesgo de muerte es 3 veces mayor en obesos que en sujetos con peso normal) y pueden aparecer insuficiencia cardíaca e hipertrofia del ventrículo izquierdo.
• Problema de colesterol: Suelen tener elevados los niveles de triglicéridos y de los “colesteroles malos” (LDL y VLDL) y disminuidos los niveles de “colesterol bueno” (HDL). Por lo que se favorece la tan temida arterioesclerosis.
• Diabetes tipo 2: La obesidad central (en la zona abdominal) aumenta considerablemente el riesgo de padecer diabetes en etapas medias de la vida.

Y también pueden aparecer múltiples alteraciones y padecimientos de diferentes órganos y sistemas de nuestros organismo.

Además, la obesidad se asocia también a importantes consecuencias psicológicas, sociales, familiares y económicas (dificultades para el trabajo, discriminación, etc.).

Debido a todo esto creemos que es importante no solo tratar al paciente obeso, sino también estar muy atento de aquellos que no lo son pero que tienen riesgo de serlo. La investigación clínica ha demostrado que la reducción de un 10-15% del peso actual aportará grandes beneficios para la salud; evitará enfermedades asociadas y mejorará tanto nuestro aspecto como nuestro estado de ánimo.

Pueden ser varios los motivos que nos hagan tomar la decisión de ponernos a dieta para adelgazar: mejorar nuestra imagen, reducir tallas de ropa o aumentar nuestra energía. Pero, nos hemos preguntado ¿cuáles son los beneficios que acompañan realmente a esta reducción del sobrepeso, y las repercusiones que tienen sobre nuestra salud?:

• Reducción significativa del riesgo de padecer enfermedades como la diabetes, la hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
• Disminución de los dolores musculares y articulares.
• Mejorar la respiración y el sueño.
• Mayor energía con mayor sensación de bienestar y mejora la actividad física
• Solucionar algunos problemas digestivos, dermatológicos, circulatorios e incluso del ciclo menstrual y de infertilidad.
• Reducir el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer (mama, útero, endometrio y ovarios en mujeres, colon y próstata en varones).
• Mejorar nuestro estado psicológico, disminución de la depresión, mejorar la autoestima y la confianza en uno mismo.
• Mejorar nuestras relaciones sociales y familiares.

En definitiva, reduciendo nuestro sobrepeso conseguiremos un aumento de nuestras expectativas de vida y una considerable mejoría de su calidad, es decir, viviremos más y mejor.

Creo que merece la pena, ¿o no? Y si ustedes me siguen, en próximos artículos voy a intentar enseñarles cómo adelgazar con y por salud.