El ser humano, en sentido metafórico, ha caminado históricamente sobre una sola pierna. Bien lo hemos hecho apoyándonos solo en la “pierna” de lo material (negando la espiritualidad) o lo hemos hecho sobre la “pierna” espiritual, negándonos a nosotros mismos. En este caminar, además, estamos acostumbrados a seguir las normas que otros nos marcan, prefiriendo que nos manden a tener que decidir. Nos hemos vuelto cómodos, muy cómodos, aunque eso sí, hemos aprendido muy bien a delegar la responsabilidad final de nuestra dejadez en ellos: los políticos, los gobernantes.
Tenemos que ser conscientes de que nada va a cambiar si seguimos así. Habrá que dejarse por tanto de componendas y sacar nuestro coraje, colaborando en las pequeñas cosas que estén a nuestro alcance, porque somos los responsables, los únicos capacitados para sacar adelante la nave; asimismo, es hora también de sentar nuevas bases para la convivencia, bases inteligentes que han de apoyarse en un caminar más armónico y equilibrado sobre las “dos piernas” de nuestra realidad: la interna y la externa, la externa y la interna; tanto monta, monta tanto.
Todos los sistemas políticos han fracasado y todos están destinados a fracasar si no tenemos en cuenta que somos seres de dos “piernas”, que necesitamos llevar a cabo la síntesis de lo que somos y poder explotar así toda nuestra potencialidad.