Partiendo de la base que la obesidad es una enfermedad y, como “no hay enfermedades sino enfermos”, valoramos que el planteamiento terapéutico del paciente obeso debe ser un proceso individualizado y escalonado.
Nuestro método se basa en la “educación alimentaria”, enseñando al paciente cómo cambiar sus hábitos y con ello conseguir, no solo perder el peso sobrante, sino también mantener el peso adecuado evitando su recuperación en el tiempo. Hay que considerar la obesidad como un problema crónico, y lo crónico no se cura, se controla. Si una vez que hemos adelgazado dejamos de cuidarnos y volvemos a los hábitos que teníamos antes, volveremos, irremediablemente, a recuperar el peso perdido.
Por ello, nuestro tratamiento se divide en dos fases, una primera que sería el período de adelgazamiento hasta alcanzar el PESO SALUD y, coordinadamente, seguida de otra que sería el período de mantenimiento. Esta última, deberá enseñar una “forma adecuada de comer” de por vida, ajustada a cada persona.
También incluimos en el método de adelgazamiento, el “couching nutricional” que sirve para “entrenar” nutricionalmente a las personas, mediante técnicas médicas y de motivación, a tener hábitos alimenticios saludables de forma individual y atendiendo ciertos casos clínicos específicos como la hipertensión, la hipercolesterolemia o la diabetes, entre otros. Se persigue concienciar al paciente del impacto que sobre nuestra salud tiene la alimentación y, en consecuencia, los efectos negativos que se derivan de una alimentación inadecuada. Hay muchas personas que, por su estilo de vida, son incapaces de seguir una correcta alimentación. El médico entrenador-nutricional se va a adaptar a las necesidades concretas de esa persona diseñando un protocolo de alimentación a medida que, adaptándose a su ritmo de vida, cubra sus necesidades alimenticias, controle los trastornos metabólicos (si los hubiese) y erradique defectos nutricionales o “manías” alimenticias que todos solemos tener.
Es necesario que el paciente entienda que efectivamente adelgazar supone un pequeño sacrificio, no se puede comer lo que se quiere cuando se quiere; pero el estar a dieta no tiene porque ser aburrido ni hay que pasar “hambre”, se puede comer de forma variada y apetecible. Por eso a los pacientes le recomendamos que en lo que dure el periodo de adelgazamiento no se limiten a “sota, caballo y rey” (es decir a la ensalada de lechuga y al filete a la plancha), y que varíen todo lo que puedan tanto en los alimentos que pueden ingerir como en la forma de cocinarlos.
Dentro de nuestro método, además de tener en cuenta los tipos de alimentos que ingerimos más que las cantidades, hay otra serie de aspectos muy importantes, como pueden ser la importancia de las 5 tomas al día (desayuno, media mañana, comida, merienda y cena), la ingesta de 2 a 3 litros de agua cada día, la práctica habitual de ejercicio, etc.
En cuanto al ejercicio físico, sabemos que en muchas ocasiones no hay tiempo ni ganas para hacerlo, pero es necesario entender que es una parte más del tratamiento, y que una dieta bien realizada acompañada de una adecuada actividad física tendrá mejores resultados que el hacer sólo dieta o sólo ejercicio. Aquí también es importante individualizar cada caso clínico, pues habrá personas que les guste practicar algún deporte, en ese caso valoraremos lo adecuado que sea y el ritmo que recomendamos su práctica. Habrá otras personas a las que les encanta pasear y entonces planificaremos con ellos el ritmo y el tiempo adecuado a cada caso. Y, por último, habrá personas a las que no les guste nada hacer deporte, para ellas podemos prepararles unas sencillas tablas de gimnasia que les permitirán aumentar su actividad física con un pequeño esfuerzo cada día.
Con todo lo referido, podemos concluir que, aunque adelgazar no es fácil, con un método bien dirigido se puede conseguir de una forma cómoda y, por supuesto, saludable.
J. P. Fernández Corbelle