De todas las cosas que se han dicho estos días sobre Francisco Granados a propósito de su expulsión de la secretaria general del PP de Madrid por parte de Esperanza Aguirre, es que la lideresa no soportó el protagonismo que había adquirido durante la campaña. Apelando a la comprensión del lector por utilizar una cita bíblica en sentido figurado, Granados, una vez “apartado de la derecha de la Madre” en el gobierno, trató de buscar su lugar en el paraíso que le ofrecía su despacho en Génova. Allí trató de acercarse a los cercanos a Rajoy y, en cierta medida, lo consiguió. Tanto debió arrimarse, que Aguirre le vio el plumero y a Ignacio González le faltó tiempo para azuzar el desazón que ya le provocaba a la jefa de todo.
“Roma no paga traidores” y cualquiera que pueda ser sospechoso de traicionar a Aguirre ya se puede dar por “muerto”.
Lo curioso es que durante el tiempo que Granados estuvo ocupándose únicamente del partido en Madrid pudo tener tiempo de aproximarse a ciertos círculos del entorno de Rajoy que, por los recelos que despierta Aguirre, llegaron a darle “cobijo”.
Tanto es así que, probablemente haya sido él mismo el encargado de difundirlos, ya circulan rumores de que obtendría algún cargo en la futura administración popular. Es de suponer que el equipo de Rajoy esté en estos momentos diseñando los nombramientos y cargos que tendrán que acometer en las próximas semanas. Y no parece que entre ellos se encuentre Francisco Granados.
El presidente electo del Gobierno, quiere bolsillos de cristal, transparentes y sin que en ellos haya el más mínimo rastro de pelusa.
¿Reúne Granados esas premisas?
Fuentes consultadas del Partido Popular recuerdan los últimos episodios de los espías de la Puerta del Sol y las dudas sobre el origen de su patrimonio. Sobre la “gestapillo”, como calificó Manuel Cobo la red de espionaje, Público llevaba en sus páginas del momento (30.10.09) que “La consejería de Interior de la Comunidad de Madrid, investigada por supuesto espionaje político, adjudicó el mes pasado un contrato de casi un millón de euros para suministrar traductores en los juzgados a la asociación que preside Castor Iglesias. Este perito fue el que usó hace un año el consejero de Interior, Francisco Granados, para desmentir el supuesto espionaje político que mantiene a cuatro de sus hombres de confianza imputados en un juzgado de Plaza de Castilla”.
Las mismas fuentes populares señalan las informaciones del diario Público y otros medios respecto a sus posesiones inmobiliarias y las relaciones fraguadas con determinados empresarios de la construcción de Valdemoro suficientes como para que siga hibernando. También ese periódico (22.02.09) informaba de que “El número tres de Aguirre «encargó» el proyecto para una casa de 1.000 metros pero dice que no es suya”; el año pasado, El País también contaba (08.02.10) que “El Ayuntamiento de Valdemoro (Madrid), gobernado por el PP, ha puesto en bandeja un pelotazo urbanístico a un promotor inmobiliario cercano al número tres en el Gobierno de Esperanza Aguirre y secretario general del partido en la comunidad, Francisco Granados”.
Además de haber declarado en 2010 unos ingresos de 111.999€, El País contaba el pasado 9 de septiembre que “El exconsejero ha declarado un patrimonio de tres casas en Madrid, una en Málaga, cuatro plazas de garaje y el 50% de un terreno. Tiene 4.000 euros en cuentas corrientes, 450.000 en depósitos a plazo, otros 50.000 en fondos de pensiones, 2.000 acciones de Bankia y dos coches. Por último, declara un crédito hipotecario de 330.000 euros, los 111.999 euros por su cargo en el Gobierno y 14.902 en intereses de depósitos. Pagó 34.688 euros en IRPF”.
Las informaciones sobre Granados, su patrimonio y su particular manera de entender la política, se hacen interminables. Por todo ello, en el entorno de Rajoy son más los que piensan que Granados no reúne las condiciones apropiadas para hacerse un hueco en la nueva Administración.
¿Es que no se fían de él?
Lo veremos en los nuevos nombramientos.