Como dice el famoso anuncio de turrón: “Vuelve a casa por Navidad”. Y eso es lo que piensan muchos de los inmigrantes que viven en España cuando las calles se llenan de adornos y luces de colores y una de las preguntas más escuchadas es: “¿Cómo vas a pasar estas fiestas?”.
Las reuniones familiares son las protagonistas de estos días, pero hay quien tiene a gran parte de los suyos al otro lado del charco, o en la Europa del Este o en China y, por diversas causas, -económicas, en su mayoría-, no pueden disfrutar de la Navidad en todo su esplendor.
Entonces, ¿cómo pasan las fechas señaladas los inmigrantes?, ¿siguen celebrando las fiestas con las tradiciones de sus países de origen? o ¿se adaptan a las costumbres españolas y se animan a comer las uvas y a esperar la llegada de los Reyes Magos?
“Los ecuatorianos que viven en España tienen un concepto de la Navidad mucho más familiar que los españoles”, dice Ana Burbano, vicepresidenta de laAsociación Ecuatoriana de Inmigrantes radicados en España. “No somos tan consumistas”. Prefieren reunir a toda la familia, no sólo a la más allegada, y disfrutar de un buen asado.
“Las tradiciones de Ecuador se mantienen en la medida de lo posible, por ejemplo, en la gastronomía, sí”, señala Burbano. En el país andino, la Nochebuena es “muy americana”. Se cena pavo, “como en Estados Unidos” y se intenta que sea en una reunión con el mayor número de familiares posible. “Y los niños esperan la llegada de Papá Noel. La existencia de los Reyes Magos la aprenden los pequeños ecuatorianos que viven en España, en el colegio”, apunta la vicepresidenta de AECUATORIE. Así que la noche del 24 de diciembre, en las casas de los ecuatorianos afincados en nuestro país, sobre la mesa suele haber un gran pavo cocinado como lo harían si estuvieran en Quito: rellenos de carne molida especial, aceitunas, nuez, tocino, huevos de codorniz, chorizo parrillero, ciruelas y especies.
Una semana después, el día 31, los ecuatorianos que viven en España tienen que recordar en la distancia los llamados ‘Años Viejos’. “Es una tradición que allá se celebra en fin de año”. Consiste en hacer “grandes muñecos o monigotes” y rellenarlos de “cosas de las que te quieres deshacer”, cuenta Ana Burbano. “Sobre todo ropa”. “Son alegorías, caricaturas de la sociedad ecuatoriana como, por ejemplo, de los políticos”. Después, cada familia sale a calle con sus ‘Años Viejos’ y, a las doce de la noche, se queman. Las autoridades preparan la vía pública para que no se produzcan incidentes. “Obviamente, en España no lo podemos hacer y muchos toman las uvas acá, adaptándose a sus tradiciones.”
También en Nochevieja, en Ecuador, los hombres suelen disfrazarse de mujeres y salir a la calle. Son las Viudas de Fin de Año y “acá tampoco lo hacemos”.
Lo que sí suelen hacer en AECUATORIE es intentar que los niños “conserven la ilusión en estas fechas” por eso, cuando se acerca la Navidad, la asociación realiza el ‘Agasajo de los niños’. Como se acaban las clases antes del día 24, “les hacemos una fiesta y se les da a cada uno una bolsa con dulces, caramelos y galletas. Como un regalo anticipado de Navidad.” En Ecuador esto se hace en los colegios y en España, AECUATORIE intenta repetirlo cada año para los pequeños de las familias que viven en Madrid.
Navidad en España, corazón en Rumanía
Si eres inmigrante y formas parte de una asociación de personas de tu mismo país es más fácil mantenerte apegado a la tierra por aquello de que la unión hace la fuerza. Si, por el contrario, vas por libre y llegas a un lugar desconocido y pasa algún tiempo hasta que logras traer a tu familia, la adaptación es un poco más complicada. Afortunadamente, todo llega y éste es el caso de Razvan, rumano de 37 años que lleva 9 en España. Vino solo y, cuando pudo, se trajo a su familia: Nicoleta, su mujer, y Andrei y Corina, sus hijos. Desde que la familia al completo está en nuestro país, intentan volver a Rumanía en Navidad. «Sólo hemos faltado un año y éste, que no podemos ir por motivos económicos», dice Razvan. Así que, con dos hijos de 13 y 9 años, Razvan y Nicoleta intentarán que los pequeños no se olviden de «la bonita tradición navideña de nuestra tierra», señala Nicoleta.
Según nos cuentan, lo más típico en Rumanía por estas fechas es que los niños vayan de casa en casa cantando villancicos y recitando poesías. «Aquí eso no se hace», dice Nicoleta, pero «por suerte, ya tenemos amigos compatriotas aquí y haremos algo parecido». «Para no perder las raíces», añade su marido.
Las Navidades en Rumanía también están marcadas por las celebraciones familiares y las comidas copiosas. «Las mamás preparamos un dulce que se llama Cozonac», dice Nicoleta. Es una especie de bizcocho relleno de crema de chocolate y nueces «y a mis niños les encanta comerlo caliente». Es otra de las tradiciones de su país. «El Cozonac no va a faltar en nuestra mesa», asegura Razvan. El resto del menú navideño se conforma a base de pasteles caseros y platos elaborados con carne de cerdo. «En nuestro país se suele matar al cerdo una semana antes de Navidad. Aquí eso ya no lo tenemos en cuenta», comenta sonriendo Nicoleta.
Como en la mayoría de las casas de los inmigrantes que viven en España, Razvan y Nicoleta no solían celebrar la llegada del Año Nuevo tomando uvas, ni lo Reyes Magos, «pero te acostumbras y, por los niños, lo vas haciendo, que es lo más importante». «Al final, se trata de pasarlo lo mejor posible, aunque no estés con toda la familia, como en Arad». Éste es el nombre de su ciudad de origen «donde algún día volveremos», añade un nostálgico Razvan.
Ecuatorianos o rumanos, son sólo dos ejemplos de cómo se vive la Navidad cuando estás a cientos o miles de kilómetros de los tuyos. Probablemente, muchos de los que lean este reportaje, incluso la propia autora, no saben lo que es estar tan lejos en estas fechas. Por eso para ellos, para los Ulises que partieron un día en busca de su Ítaca particular, significa tanto poder traer hasta aquí un trocito de su tierra en forma de tradición y mantenerlo.
Cristina Rodríguez