En los tiempos que corren es digno de elogio que existan asociaciones que luchen con fuerza por conseguir que se haga realidad un sueño. Este es el caso de La Carta Malacitana, que acaba de hacer público un Decálogo sobre la cultura alimentaria de Andalucía para que sirva de inspiración a la ciudadanía y a sus partidos políticos en la elaboración de los programas electorales con vistas a las elecciones autonómicas. La intención última del decálogo es movilizar a la ciudadanía y a los poderes públicos que surjan de las elecciones en la defensa y difusión de la ancestral y plural cultura alimentaria mediterránea, entendida ésta como un patrimonio común y un recurso que contribuirá al aumento del bienestar en Andalucía, mejorando los niveles de empleo y riqueza material y cultural, y propiciando el desarrollo de modos de vida y alimentación más sanos, más justos y más sostenibles que los actuales. Esta es una causa universal y común a todos los andaluces y por tanto posiblemente trasladable al resto del estado, siendo por tanto una buena causa.
No solo está enfocado desde el punto de vista alimentario, sino desde el cultural, tratando de defender, preservar y difundir la Cultura Alimentaria Mediterránea como parte esencial del Patrimonio Cultural.
El acto de presentación tuvo lugar en el Ateneo de Málaga la pasada semana, contando con la presencia de personalidades relacionadas con la alimentación, la cultura, la política, etc., donde el presidente de La Carta Malacitana, Manuel Maeso, ante la convocatoria de elecciones autonómicas prevista para el 2012, hace públicos los planteamientos y propuestas programáticas con la intención de que sirvan de referencia a la ciudadanía andaluza y a sus organizaciones políticas para el diseño de los programas electorales.
Aunque estas elecciones autonómicas están marcadas por la urgencia de la crisis económica, La Carta Malacitana apuesta decididamente por señalar desde hoy, con una mirada estratégica, hacia un futuro socialmente ambicioso para la población. En esencia quieren evidenciar la necesidad de un mayor protagonismo de la ciudadanía en la defensa y promoción del patrimonio alimentario y de la cultura gastronómica y también de un liderazgo más firme, ejemplar y comprometido de los poderes públicos andaluces con este fundamental objetivo.
El carácter local de La Carta Malacitana no es limitante, ya que los valores que defienden son solidarios y universales desde su radical mediterraneidad. Donde su discurso es más consecuente y alcanza mayor coherencia es precisamente en la dimensión autonómica que ahí abordan intentando articular aquellos aspectos decisivos de su futuro cuya solución ha de resolverse en los centros de decisión política de Andalucía.
El Decálogo lo forman los siguientes puntos:
1. Nuestra ancestral gastronomía mediterránea, parte esencial del patrimonio cultural andaluz.
2. Ejercicio del principio de ejemplaridad pública en los asuntos alimentarios y gastronómicos.
3. El principio de corresponsabilidad, la cultura alimentaria y la ciudadanía andaluza.
4. La cultura alimentaria mediterránea de Andalucía en el sistema educativo.
5. Salud pública y cultura alimentaria en Andalucía.
6. Apoyo decidido a las producciones locales, ecológicas y artesanas.
7. Cultura alimentaria y sostenibilidad global y local.
8. Aplicación rigurosa de los principios de precaución y transparencia en la biotecnología y la nanotecnología alimentaria.
9. Amparo y protección de productores y consumidores ante los abusos especulativos en el mercado alimentario.
10. Consenso y coordinación de las políticas alimentarias en Andalucía.
Están convencidos de contribuir así al aumento del bienestar y la riqueza cultural y material de Andalucía y al desarrollo en esta comunidad de modos de vivir y alimentarse más sostenibles, más saludables y más justos que los actuales.
Todo un ejemplo a seguir, y por qué no trasladarlo a todas las Comunidades?
Vicente Martínez Marín