El aspirante a la Secretaría General del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba es partidario del modelo actual en el que al secretario general del PSOE lo eligen los delegados a un Congreso y no directamente los militantes, por considerar que este sistema podría generar un «choque de legitimidades» entre el líder y otros órganos de dirección y «no funcionaría» en un partido como el PSOE, «con pesos y contrapesos».
En una entrevista en Onda Cero recogida por Europa Press, Rubalcaba ha reconocido que la elección directa del secretario general es posible y se puede debatir en el 38 Congreso Federal, pero ha avisado de que llevaría a un «modelo distinto de organización» para todo el partido.
En el sistema actual, que a Rubalcaba le parece bien, los delegados al Congreso eligen al secretario general y a un Comité Federal que le controla. A su juicio, si al secretario general lo eligen los militantes tendría «muchísimo poder» y podría tener choques de legitimidad con el resto de la dirección.
El exvicepresidente del Gobierno sí está a favor de la elección directa del candidato a la Presidencia del Gobierno, en primarias abiertas a los simpatizantes. Eso sí, ha reconocido que habrá que resolver problemas «no menores» como definir qué derechos tiene, cómo se conjuga su legitimidad con la de un secretario general «distinto, con el que va a convivir» y cómo se hacen las listas electorales.
Pese a reconocer que el PSOE necesita «cambios profundos», Rubalcaba ha afirmado que le gustaría que el 38 Congreso Federal que el partido celebrará en febrero hable más de cosas que están sucediendo fuera del partido.
La elección directa del secretario general por los militantes no la ha planteado su contrincante, Carme Chacón –que también es partidaria de las primarias abiertas para el candidato– pero sí la han mencionado dirigentes como el madrileño Tomás Gómez y el exministro Miguel Ángel Moratinos, así como la corriente Izquierda Socialista y el movimiento ‘Bases en red’.
«Puedo ser una solución»
El precandidato cree que en este momento puede ser una persona «útil para el PSOE», por su experiencia, sus ideas, y su «capacidad de aglutinar». «Por tanto puedo ser una solución en un momento muy difícil del partido tras dos varapalos electorales muy fuertes», ha resumido.
Rubalcaba ha insistido en que para el PSOE ha tenido un coste electoral la percepción de que los socialistas «no tenían la misma posición en todas las comunidades autónomas en temas clave» y que él se propone recuperar el PSOE «con capacidad de vertebrar la España autonómica» y con capacidad de articular en torno al partido «posiciones diferentes», lo que «a veces implica que haya gente que pierda» para que el conjunto gane.
No obstante, ha matizado que no prevé hacer propuestas sobre financiación autonómica sino que su preocupación son los «derechos sociales básicos» de los ciudadanos.
Así, ha reconocido que no le «preocupó mucho la igualdad de los españoles» cuando todas las comunidades hacían escuelas y hospitales, porque pensaba que todos los españoles estaban ganando, pero sí ahora que los recortes «empiezan a afectar a los derechos» y, a su juicio, en no muchos años pueden darse casos de desigualdad de derechos en función de la comunidad de nacimiento.
«Esa igualdad básica ante los servicios sociales esenciales es una seña de identidad que el Partido Socialista no puede perder. Y en eso es fácil poner de acuerdo a los socialistas catalanes y a los socialistas extremeños», ha aseverado.
De hecho, preguntado por la situación del PSC, ha reconocido que tiene una «situación estatutaria peculiar» y es un «partido distinto» del PSOE pero ha añadido que el protocolo de colaboración en la práctica permite «políticas comunes y órganos de dirección comunes».
Según Rubalcaba, que preside el Grupo Parlamentario Socialista después de haber sido el candidato a la presidencia en las últimas elecciones, la prioridad del PSOE debe ser plantearse «seriamente» la tarea de oposición porque, en esta situación, los ciudadanos no «perdonarían» al PSOE que se despreocupara.
Para esa oposición útil, cree que el PSOE no debe «tener miedo a los acuerdos, si estos son buenos para los españoles» ni a discrepar si «la derecha pretende hacer un ajuste de cuentas con el estado de bienestar aprovechando la crisis».
A su juicio, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sabía de antemano que iba a subir los impuestos y que la economía estaba parada desde el verano. Si él hubiese gobernado, ha remachado, no habría tocado el IRPF, sino que habría convertido el impuesto de patrimonio en un impuesto de grandes fortunas y habría reformado el de sociedades, en especial para las grandes corporaciones que «están pagando un tipo escandalosamente bajo».