lunes, noviembre 25, 2024
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Leña a TVE

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Siempre se ha dicho que cualquier español lleva dentro un gran ministro del Interior y un perfecto entrenador de fútbol. Cierto que las decisiones, en ambas especialidades, suelen ser a base de “esto lo arreglaba yo con un buen palo”, o “ese conmigo no se ponía más la camiseta”; frases, tras las que uno podía pedir otra ronda, y sentirse el rey de la taberna. Pero los tiempos cambian, y como ahora se manifiesta cualquiera, y la selección es campeona de Europa y del Mundo, a los líderes tabernarios les falta público oyente y tienen que buscar espacios nuevos donde regalar soluciones… y han encontrado acomodo en internet, autopista barata y cómoda para transmutar voces, en exabruptos; gestos, en mayúsculas y signos de (re)afirmación.

Y ahora, con la crisis, han encontrado una buena diana para sus descalificaciones. Se  llama TVE, y es el objetivo perfecto. A saber: es la “tele” por antonomasia; todo el mundo participa de ella (que para eso es la más vista, y nos pasamos más de cuatro horas delante de ella); quién más, quién menos, tiene reproches que hacer a tal o cual programa, a este o aquel presentador; y encima, y sobre todo, que “la pagamos nosotros”. De poco vale que no emita esos estupendos bloques de publicidad con que nos obsequian el resto de cadenas, o que sea la única que se puede ver acompañado de la familia sin sufrir desasosiegos ante escenas propias de intimidad, o insultos de juzgado de guardia. Esas cosas se pueden permitir en “las otras”, pero en “esta” que se paga con mi dinero, ¡NOOO!    

En los últimos meses, tras el cambio político, la crítica se ha realimentado. Mezcla, eso sí, churras con merinas, relevo democrático de gobierno con vuelta de tortilla. Todo vale: Y si piensan que exagero lean: “Ya está bien de sueldos millonarios a las estrellas, con cinco millones de parados en España”. “Fuera Rojos de los informativos de TVE, que no he votado al PP para que sigan los mismos”. Son dos ejemplos, extraídos en las últimas horas del correo de los lectores en un periódico digital. ¡Cualquiera se atreve a replicar!

Bueno, sí. Yo. Los sueldos de las estrellas televisivas los decide la oferta y la demanda; las últimas bajadas en TVE solo llevaran, si su dirección se empeña en el error, al éxodo de los más populares a otras cadenas. Y en cuanto a “los rojos”, ¿alguien recuerda una época de los informativos de TVE más  imparcial que la actual? ¿Qué a usted le gustaban más con Javier Urdaci, y a usted con María Antonia Iglesias? Son sus gustos, que yo respeto desde la discrepancia.

LO QUE QUIERO EN TVE

Y ahora, me implico y me explico: Quiero una televisión pública con controles económicos y de gestión rigurosos, con sueldos similares a los de la competencia, sin privilegios y corsés burocráticos heredados de cuando era la única,  y relevos en personas y programas por criterios profesionales contrastados. Quiero un canal dedicado a noticias con más inmediatez y menos repeticiones. Quiero un canal de deportes en el que encuentren acomodo aquellos no mayoritarios que olvidan las televisiones comerciales. Quiero unos informativos sólidos y variados, donde prime lo importante sobre lo llamativo, en los que aparezcan los corresponsales en el mundo, pero también en cualquier rincón de España; y los quiero veraces y equilibrados, que asienten, profundicen y agranden la época actual que, insisto son, en mi opinión, los menos parciales de la historia. Y la quiero con público; esto es, con audiencia importante, y para ello es imprescindible buenas y actuales películas y series extranjeras y, sobre todo, españolas, y programas amenos e imaginativos, y sí, ya sé que cuestan dinero, y por ello he comenzado por un buen control y gestión financiera.

Y se también lo que no quiero. No quiero griterío, ni falta de respeto. No quiero ver en esa pantalla dimes y diretes sobre la sexualidad de este o aquel supuesto famoso, ni más princesas que la que tenemos por mandato constitucional. No quiero programas, antes de las diez de la noche, que no pueda ver sin rubor en compañía de mi hija o de mi madre. No quiero opiniones de profesionales de otros medios, sino de los protagonistas de las noticias, o de especialistas reputados; en definitiva, datos para formar mi opinión con toda libertad y sin tergiversaciones interesadas.

Y esa televisión es posible. Y no es insoportablemente cara. Y es un servicio público. Y además, hay otras cadenas. Y que cada cual vea la que prefiera o cuando prefiera. Y que la critique, pero sin olvidar que es suya, pero también de todos. 

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