Corren malos tiempos en Europa. Las presiones procedentes de los vecinos del norte –que con el triunfo en Francia de los socialistas puede empezar a calmarse- y de un Banco Central Europeo (BCE) cada vez más empeñado en un saneamiento acelerado de la banca; el castigo de los mercados a las economías endeudadas; las previsiones de recesión indefinida y las agresivas políticas de “austeridad” impuestas en el viejo continente, confirman la primera afirmación. Una realidad que comparten principalmente los países del sur, y muy especialmente España y Portugal. Vecinos bien avenidos, sobre todo desde la firma del Tratado de Amistad y Cooperación entre los dos países en 1977 y la adhesión simultanea a la entonces CEE el 1 de enero de 1986; y que actualmente comparten, en mayor o menor medida, una delicada situación económica.
Es cierto que en España aún no ha dimitido ningún líder del Ejecutivo por la crisis, ni tampoco ha necesitado ser rescatada por las altas instancias internacionales. Pero las recetas que en mayo de 2011, Bruselas, el BCE y el FMI le impusieron a Portugal a cambio de los 78.000 millones que le prestaron para salir de la bancarrota, nos comienzan a resultar familiares en España: reducir el déficit público, subir los impuestos y privatizar las empresas públicas, son algunas de ellas. Y es en este contexto, principalmente, en el que ambos países -liderados por Gobiernos conservadores-, comienza a hablar el mismo idioma.
Este miércoles, se celebra en Oporto la XXV cumbre bilateral Portugal-España, un encuentro que fuentes de La Moncloa han calificado de “necesario”. “Una relación tan especial y rica hace obligatorio que tengamos cumbres anuales”, han asegurado las mismas fuentes. La última de dichas reuniones se produjo en 2009 en Zamora, y a ella acudieron la totalidad de los miembros de ambos Ejecutivos, así como también los Presidentes de cuatro comunidades autónomas españolas fronterizas con Portugal. Entonces, la economía y la crisis internacional ya fueron temas estrella del encuentro. Aunque claro está, desde una perspectiva muy diferente a la que en esta ocasión se dará. En 2009, ambos líderes eran socialistas, los datos en ninguno de los dos países eran tan nefastos como en la actualidad, y por supuesto, Portugal aún no había tenido que ser rescatado.
Obviamente, en esta ocasión, la realidad es otra. Aunque el fortalecimiento de los lazos entre ambas naciones en cuestiones económicas y comerciales sigue siendo una máxima, tanto para España como para Portugal. Lo cierto es que continúa existiendo una profunda convergencia de ambos mercados; y la presencia de inversión española en el país vecino sigue siendo importante: el 30% de las exportaciones portuguesas se dirige a España y la mitad de las inversiones extranjeras en Portugal provienen de nuestro país. No obstante, la grave crisis económica que padecen ambos países podría poner en peligro esta estrecha relación. Y es por ello, que la XXV Cumbre Ibérica de este miércoles en Oporto, permitirá a los dos países analizar el impacto de la crisis en sus relaciones económicas e intentar apuntalarlas.
Las cifras explican los lazos de unión entre España y Portugal
La parte más visible del peso de las relaciones económicas bilaterales la representan algunas de las más importantes empresas españolas con presencia en suelo luso: Banco Santander, BBVA, Repsol o El Corte Inglés. Según cifras de las cámaras de comercio, se calcula que hay más de un millar de empresas españolas instaladas en el país vecino. Por su parte, algunos “gigantes” lusos como el Banco Espirito Santo o la petrolera Galp también tienen intereses al otro lado de la frontera, a los que se suman los centenares de medianas y pequeñas empresas de zonas limítrofes con Portugal de Andalucía, Castilla y León, Extremadura y Galicia.
Tal y como informa la Agencia Efe, en 2011, el mercado luso absorbió en torno a un 9% del total de las exportaciones españolas -equivalente a unos 18.000 millones de euros aproximadamente- aun tratándose de un país de 10,5 millones de habitantes. En términos relativos es todavía más importante el peso de los intercambios comerciales con España para el país luso. El mercado español aglutinó durante el pasado ejercicio una cuarta parte de las exportaciones portuguesas -es decir, más de 10.500 millones de euros-, convirtiéndose en su principal destino y duplicando a sus otros dos principales clientes: Alemania y Francia.
Además, entre España y Portugal también existe una importante interdependencia en el sector del turismo, que sufre el acoso de las dificultades financieras de las empresas y la caída del consumo entre la población. Según datos oficiales, el pasado año visitaron España 1,78 millones de portugueses, un 5,7% menos que en 2010, con una caída hasta la séptima posición en la clasificación por países. El mercado español se ha resentido menos y lidera el turismo internacional que recibe Portugal, con aproximadamente 2,5 millones de visitas al año. Por esto, y mucho más, la cumbre de esta semana es de vital importancia.
Guiños políticos
El amable discurso político, lleno de ánimos y palmaditas en la espalda entre ambos Ejecutivos también marca la agenda de esta nueva Cumbre Ibérica. La condescendencia es más que evidente, y la buena predisposición a alcanzar acuerdos de valor parece haberse convertido en una máxima. De hecho, uno de los primeros viajes que hizo Mariano Rajoy recién llegado al poder fue a Lisboa, allí aseguró que es muy importante para Portugal y España tener una colaboración muy constante. “Yo diría muy diaria. Creo que a Portugal y a España lo que más les une es el futuro y vamos a trabajar para ese futuro. Por eso queremos que las cumbres bilaterales vuelvan a ponerse en marcha”, dijo entonces el líder del Ejecutivo.
Desde Portugal, por su parte, también han habido importantes gestos de amabilidad y cortesía. El presidente de Portugal, el conservador Aníbal Cavaco Silva, elogió recientemente las medidas adoptadas en España para sanear la economía y se mostró seguro de que “el país vecino superará la crisis”. En relación a las medidas económicas adoptadas por el Ejecutivo de Rajoy, Cavaco Silva dijo que lo único que podía hacer era “aplaudirlas” y felicitar a su Gobierno por el “coraje” que ha demostrado.
Es en este favorable contexto político, en el que este miércoles el presidente español ha llegado a Oporto. Y lo ha hecho acompañado de los ministros de Defensa, Asuntos Exteriores, Justicia, Interior, Fomento, Educación, Industria y Agricultura; y los secretarios de Estado de Empleo, Seguridad Social y Local. Según han informado fuentes de Moncloa a Estrella Digital, la llegada de Rajoy al aeropuerto de Francisco Sá Carneiro ha tenido lugar a la hora prevista, a las 10 de la mañana (hora portuguesa). Allí ha tenido lugar una ceremonia de bienvenida, a la que ha acudido el primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho. Y a continuación, ambos se han trasladado, junto con la delegación española, a la Alfandega de Oporto, centro de congresos y exposiciones en el que se celebra la cumbre bilateral. El encuentro ha arrancado con la reunión del Consejo Luso-Español de Seguridad y Defensa, en la que durante el inicio han estado presentes Rajoy y Passos Coelho.
En ella, según fuentes gubernamentales, se han llegado a varios acuerdos en materia de cooperación y coordinación de seguridad y defensa. Entre ellos destacan, la ampliación de colaboración en la lucha antiterrorista, el control de fronteras y se ha acordado formar un grupo de trabajo sobre los sistemas de vigilancia aduanera marítima. En la reunión han estado presentes los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, y además de los temas anteriormente detallados también se ha tratado la colaboración fronteriza de incendios forestales.
Los únicos ministros que este miércoles no han acudido a esta cita portuguesa han sido Economía, Hacienda y Administraciones Públicas y Sanidad.