viernes, octubre 4, 2024
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«El movimiento se ve menos en la calle, pero la tensión por los recortes sigue ahí»

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Fue una de las voces que más y mejor escuchamos durante la gestación de aquel movimiento social que surgió tras la marcha organizada por la plataforma Democracia Real Ya el pasado 15 de mayo de 2011. Acudió a todas sus asambleas, escuchó a los protagonistas y vivió el movimiento 15M en la Puerta del Sol desde sus inicios, siempre expectante y comprometida con lo que allí acontecía, para después narrárselo a sus oyentes. Así actuó Pilar Velasco, periodista de investigación de la Cadena Ser, durante los 25 días que se mantuvo en activo el campamento instalado en la céntrica plaza madrileña.

A partir de entonces, su actividad relacionada con el movimiento no ha cesado. Pendiente del trabajo de los ciudadanos en la asambleas de barrios – que se extendieron por la ciudad de Madrid desde la segunda semana del nacimiento del 15M-, las conversaciones con los compañeros de trabajo, los vecinos, los conocidos, los amigos… toda conversación ha sido clave para seguir reflexionando sobre los debates que se abrieron entonces: la calidad de la democracia, el estado de bienestar, la protección de los más débiles ante la crisis, el acceso a la educación y la sanidad, la corrección de los abusos de los mercados y la transparencia en la política para evitar las decenas de casos de corrupción de este país, entre otros. Tal es así, que incluso es autora de una de las primeras obras que nacieron a los albores del movimiento: No nos representan. El manifiesto de los indignados en 25 propuestas. Entonces, ya atendió a Estrella Digital para explicarle sus primeras impresiones. Y ahora vuelve a hacer lo mismo, aunque casi un año después.
 
Hace un año que comenzó a ir a Sol, a asambleas y a hablar con ‘indignados’. ¿Qué siente que ha cambiado desde entonces?
 
La indignación de las primeras semanas de acampada fueron unidas a un tipo de acciones que no han parado desde entonces. El movimiento ha crecido y madurado (quizá no en el número de gente que se siente directamente identificada con la marca 15M – aunque continúa el apoyo social a las propuestas que defienden- pero sí en la madurez de los debates. Cuando se habla del 15M (como en cualquier movimiento social) se habla de inteligencia colectiva. Durante este año, por ejemplo, las noticias relacionadas con la crisis, en su mayoría de índole económica, saltan enseguida a las redes sociales y se genera y difunde una denuncia más inmediata, en tiempo real. En las redes, a cada consejo de Gobierno en el que se decretan recortes en sanidad, educación o reformas del sistema financiero, hay cientos de ciudadanos con argumentos en contra de cómo se aplican en ocasiones estas medidas. El movimiento se ve menos en la calle, pero ha habido una madurez muy importante en relación a cómo los ciudadanos abordan los temas de economía, vivienda, mercados… Temas que, por supuesto, les afectan directamente.
 
Desde que ganó el PP las elecciones generales, la actividad del movimiento se ha ido difuminando. ¿Comparte dicha afirmación?

Visualizar la protesta con movilizaciones en la calle no es sostenible en el tiempo. De la explosión de las primeras semanas veíamos la espuma del movimiento rebosando en el vaso de la indignación, por buscar una metáfora. Pasaron las semanas y es lógico que la gente no pueda estar todo el día en la calle protestando. Ha habido convocatorias con mucha menos gente, cierto, pero la tensión sigue ahí, los recortes en políticas sociales mantienen el conflicto, así que podríamos encontrarnos con marchas multitudinarias en cualquier momento en los próximos meses.  Por otro lado, hay que tener en cuenta que se han normalizado las protestas, es decir, hace un año, dos o tres, no había el número de movilizaciones que hay ahora (desde los indignados, a la marea verde, protestas sindicales, sectores de trabajadores etc.). Estamos en la víspera de la protesta global 12M15M y sólo en unos días hay convocada una huelga histórica el 22 de mayo contra los recortes educativos a la que se han sumado desde la escuela infantil a la universidad. De alguna manera, todo forma parte de lo mismo.
 
Por lo tanto, ¿somos los medios de comunicación los que nos hemos olvidado de ello, o son ellos (los miembros del 15M) los que han dejado de generar información que nosotros consideramos de interés general?

Hay algunos medios, como El País, la Cadena SER, Público, entre otros muchos, que han seguido informando de sus debates y acciones. Es cierto que no como antes, aunque, como decía, el 15M anticipó el descontento social que ahora se manifiesta con múltiples marcas: sector educativo, con profesores, padres y alumnos en el mismo barco; el sector sanitario, desde médicos a enfermeros; los universitarios contra la subida de tasas; los sindicatos contra la reforma laboral… Esas protestas están repletas de ciudadanos indignados.
 
¿Notas desilusión? En el movimiento, en los medios de comunicación…¿Quién está más desilusionado con quién? ¿Los ‘indignados’ con los medios o los medios con los ‘indignados’?

En este caso me parece que la desilusión, cuando se produce, es de los indignados hacia los medios. Algunos con líneas editoriales de derechas o conservadores, en la víspera del aniversario, han rebasado ciertos límites. Este miércoles, días antes del primer aniversario del movimiento, los estudiantes fueron a la sede de La Razón en Valencia a protestar por una portada donde, con nombre y apellidos, el periódico revelaba supuestos expedientes de estudiantes, sus identidades, nombres y apellidos con un titular de portada que decía algo así como «Los malos estudiantes organizan las protestas». Lo lógico con este tipo de coberturas es que aumente su descrédito y descontento hacia ciertos medios.
 
Un éxito y un fracaso del movimiento

El éxito es precisamente este cuestionario. Ahora, cuando hablamos de lo que ha ocurrido, de lo que ocurre, mientras tu preguntas, yo respondo y viceversa, estamos hablando de algo que es una parte esencial de nuestra vida democrática en este país. El 15M podrá cambiar de nombre, manifestarse de una u otra manera, pero para muchos ciudadanos ha supuesto una toma de conciencia y autonomía irrevocable. El hecho de que en nuestro país haya jóvenes, mayores, trabajadores o jubilados debatiendo, buscando soluciones, cambiando la vida en sus barrios es un éxito en la madurez de la sociedad, consciente de una profunda crisis a la que hay que buscar las mejores soluciones posibles que prioricen a las personas sin anteponer las inversiones y fluctuaciones de los mercados. A su vez, el 15M, con un año de vida, escapa a la lógica del «éxito-fracaso». Pero, por señalar una debilidad, el hecho de no tener portavoces, la práctica asamblearia, ralentiza la toma de decisiones (aunque al mismo tiempo esa «lentitud» madura la conversación). Por señalar otra, y tengo dudas de que sea de su exclusiva responsabilidad, hay ciertos tópicos sobre el movimiento – aquellos que intentan infantilizarlo o menospreciarlo – que a lo mejor deberían haber hecho un esfuerzo extra por desarmarlos.
 
Las últimas grandes concentraciones han sido organizadas por los sindicatos ¿Podría entenderse que el movimiento sindical le está ganando el pulso a un movimiento social, sin nombres, sin jerarquías, asambleario y con toma de decisión consensuada?
 
El movimiento no tiene líderes pero sí muchas voces y muchos rostros. No responde a jerarquías ni organizaciones clásicas; no dan ruedas de prensa, sus portavoces no mandan cortes de audio enlatados; no hay declaraciones que sinteticen qué quieren o dónde van, con lo cual para saber qué ocurre hay que acercarse. Todo lo que hacen es transparente; se sigue en las páginas webs del 15M, en los múltiples canales de streaming, cuentas en Twitter, páginas de Facebook, en las redes de jóvenes universitarios, plataformas contra los desahucios, grupos de barrios, páginas web con originales iniciativas que incorporan humor, análisis, contenidos propios etc Son redes que siempre están activas. Sobre la pregunta, es un error comparar el 15M con los sindicatos, los partidos políticos o cualquier estructura clásica, incorporada en la estructura del Estado de Derecho. Con o sin intención, al compararlos, los estamos enfrentando. Los indignados son quienes, con su diagnóstico, señalan a partidos y sindicatos para decirles «no lo estáis haciendo bien», «esto es lo que podríais mejorar», «cumplir vuestras propias leyes», «acordaos del programa electoral que se votó». En definitiva,  no pueden sustituirlos ni remplazarlos.
 
“Este movimiento prueba que el mundo no está habitado sólo por indignos y resignados. Cada vez son más los indignados: la sal de la Tierra” Ésta es una frase importante de tu último libro, ¿Te reafirmas en ella?

Es una frase del escritor Eduardo Galeano, la escribió para el libro y le estoy tremendamente agradecida, por haberla cedido y por su sensibilidad con lo que ocurre en España.
 
¿Cuál será tu papel en las marchas organizadas para este fin de semana?

Dar cobertura a las marchas, analizar, escuchar y tratar de traducir el trabajo de las asambleas, sus discursos, estar muy pendiente de lo que ocurra en la calle. Por sintetizar, intentaré hacer periodismo.
 
¿Cómo ve el futuro del movimiento?

Los debates del 15M continuarán abiertos, al igual que el enfrentamiento y la tensión actual entre los poderes políticos, financieros y la ciudadanía. Es posible que continúen las movilizaciones en el próximo año y muchos ciudadanos seguirán buscando las mejores soluciones posibles a tanto frente abierto en esta crisis. Creo que nos moveremos en esta lógica durante un tiempo, con logros y retos, con cambios profundos sobre los que seguiremos reflexionando.

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