Con el termómetro marcando los 30 grados, pasados trece minutos de las cuatro de la tarde, Esperanza Aguirre hace su entrada en el salón de plenos de la Asamblea de Madrid. Esta vez no se detiene, -como hace casi cada semana-, a atender a la nube de periodistas que la esperan. La presidenta suele contestar a una o dos preguntas antes del incio de la sesión plenaria. Y lo hace con gusto. Pero los últimos días no han sido nada buenos: los 2.000 millones más de déficit que tiene la comunidad, la ampliación de la cantidad que el Gobierno inyectará a Bankia y, sobre todo, que sus declaraciones sobre la final de la Copa del Rey ya sólo sirven para envolver pescado, habrán hecho que no quisiera enfrentarse a los micrófonos. No, al menos, sin estar arropada por la mayoría absoluta del PP en la Asamblea.
Ya en el plenario, el ambiente que se respiraba parecía haberse mimetizado por la modorra propia de la hora de siesta en un día de calor soporífero como este 24 de mayo. Fue Tomás Gómez quien abrió la sesión de control al Gobierno y lo hizo tirando por lo alto: pidiendo a la presidenta una valoración sobre la situación del sector financiero de la región. Aguirre, sin apenas levantar la mirada hacia su interlocutor, respondió a la gallega: «¿A qué sector financiero se refiere, señoría?». Y eso hizo que el socialista pulsara el ‘play’ de su discurso, -que no por repetido, deja de tener sentido-: la responsabilidad de Aguirre en Caja Madrid y sus «mentiras» con las cifras del déficit. Gómez se iba creciendo poco a poco, animado por su bancada, hasta espetarle: «Usted vive en un mundo paralelo». Después, en la alocución ha ido mezclando los ajustes presupuestarios con el ‘caso Gürtel’. Pero con Echevarría hemos topado. Nada más pronunciar la palabra «correa» (Gürtel en alemán quiere decir Correa, apellido del cabecilla de la trama, Francisco Correa), el presidente de la Asamblea le instaba a que se «centrara» en el sector financiero. Y eso fue lo que hizo Gómez. Asegurando que, tarde o temprano, Aguirre anunciará una comisión de investigación sobre Caja Madrid porque «sus compañeros de partido la presionan».
Y en la última parte de su intervención, Tomás Gómez no podía pasar por alto la oportunidad de atizar a la presidenta con la final de la Copa del Rey y su lealtad a la bandera y al himno. Patriotismo no es «llevar una banderita de españa de pulsera», lanzaba el socialista y los diputados de su grupo comenzaban a desperezarse del sopor y se animaban a aplaudir. Patriotismo es «defender» los servicios sociales» y no «incendiar» campos de fútbol.
Con los aplausos del PSM resonando aún en la sala, Aguirre volvía a ponerse en pie. Y la presidenta también le daba al ‘play’ de su discurso: «Los datos del déficit que dimos en febrero eran provisionales», respondía mirando a Gómez y leyendo las declaraciones que dio el pasado mes de febrero. Pero el ‘momento cuentas’, como diría Boris Izaguirre, le duró poco. Por lo menos, el de las cuentas de la comunidad porque, en su ataque, de nuevo tiró de hemeroteca y recordó las palabras de Gómez sobre las cuentas de Parla. «Cuando dejé Parla, las cuentas estaban saneadas». Ahora, el ayuntamiento del sur de Madrid es el cuarto más endeudado del país. Debe 500 millones de euros. El nombre del municipio fue la palabra mágica para que los diputados ‘populares’ se batieran en palmas. Lo estaban esperando. Lo que nadie esperaba era que después la presidenta hiciera el amago de sentarse.
La oposición en bloque murmuraba demandando que respondiera sobre la caja y Aguirre dice: «¡Ah, Bankia!», dándole a PSM, IU y UPyD el mejor de los motivos para la sorna. La memoria le juega una mala pasada. Sus palabras sobre la final de la Copa del Rey no colean lo suficiente y no puede escaparse de la realidad. No le queda otra que responder. La presidenta ha vuelto a culpar al gobernador del Banco de España, al FROB y al ministerio que fueron los que dijeron que la fusión debía hacerse. «Si hubiera sabido la situación real del resto de las cajas, no se habría producido».
«Banda de pollos sin cabeza»
Gregorio Gordo, portavoz de IU, evitó rodeos y fue directamente al turrón: al Consejo de Política Fiscal y Financiera. Gordo quería saber de quién es la herencia en las comunidades de Madrid, Valencia y Castilla y León, que son las únicas con un déficit superior al anunciado. «Su Gobierno parece una granja de pollos sin cabeza», le espetaba con el conocido ‘tono casual’ del portavoz de IU. Ése en el que parece que no está diciendo nada y lo dice todo, como disimulando. Tanto que al preguntarle por el nuevo presupuesto que anunció la presidenta hace dos semanas, le suelta: «Si podemos silbar, ¿los retira?». Festival del humor.
Fiel a su estilo, más comedido, ha estado Luis de Velasco, portavoz de UPyD. El que antaño fuera socialista insiste en la comisión de investigaión sobre Caja Madrid y en depurar responsabilidades. Aguirre sigue con su mantra. Lo asombroso es que, al final de su intervención, la presidenta manda un mensaje de tranquilidad a los impositores y ahorradores de la entidad. Un mensaje que pasa por que, ahora, es el Estado quien garantiza que nada va a pasarle a su dinero. El Estado es el mejor guardián para los ahorros. Lo dice la ‘dama de hierro’ española.
Escuchar estas palabras en boca de la presidenta de la comunidad de Madrid nos traslada a finales de marzo de 2009, cuando el entonces presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, aguantaba el tipo tras la intervención de CCM por parte del Banco de España. «Qué mayor y mejor respaldo para una entidad financiera que la que ofrecen el Banco de España y el Estado», dijo el socialista. Dos discursos iguales. La diferencia es que uno lo pronuncia un socialdemócrata y el otro, una neoliberal.
Poco después de contestar a De Velasco, Aguirre abandonaba la Asamblea. Asistía a la entrega de premios Konecta para promocionar la accesibilidad de los discapacitados. Al marcharse la presidenta e Ignacio González, la sesión de control al Gobierno siguió su curso. Pero fue como un café descafeinado.
La privatización del Canal de Isabel II, los ajustes en Sanidad, las tasas universitarias y la reducción del número de puntos de encuentro familiar fueron otros de los temas que salieron a la palestra en las preguntas al Gobierno. Nada nuevo en el juego político del ‘y tú más’. Las cuestiones terminaron y la sensación que flotaba en el ambiente es que nadie responde, nadie se compromete. Es como si el estío y el hastío estuvieran haciendo mella. Quizá por eso Esperanza Aguirre casi se olvida de hablar de la que fue la cuarta entidad del país.