¿Está a favor o en contra de la monarquía como forma de Estado hoy en España?
De los diez países más prósperos y democráticos del mundo, siete son monarquías parlamentarias. La monarquía como forma de Estado ha demostrado ser perfectamente compatible, e incluso muy adecuada, para articular la vida pública de sociedades abiertas en los tiempos actuales. La perfecta combinación de modernidad y tradición, el alto valor simbólico y representativo de la Corona, su expresión de la continuidad histórica de las naciones y su papel de ejemplo y referencia de preservación del interés general por encima de los conflictos partidistas, hacen de la institución monárquica un elemento extraordinariamente positivo en las democracias occidentales. En el caso particular de España, todos estos factores resultan especialmente necesarios a la luz de las presiones centrífugas de los nacionalistas y del carácter maniqueo de la confrontación entre las dos principales fuerzas políticas.
¿Qué opinión le merecen los últimos escándalos que han afectado a la monarquía?
Uno de los requisitos para que las monarquías democráticas estén a la altura de su función es que las personas que las encarnen demuestren en todo momento comportamientos impecables en lo privado y en lo público. Habida cuenta de que su responsabilidad y su rango no derivan de un proceso electivo, sino de la aceptación de los españoles de la cláusula constitucional de atribuir a un determinado linaje la más alta representación de la Nación, es evidente que cualquier incursión del entorno más próximo al Rey en asuntos turbios en el campo de los negocios o actitudes o hábitos inaceptables en términos morales han de quedar descartados. Si un ciudadano de a pie entra a formar parte de la Familia Real, contrae tácitamente la obligación de servir a la Nación, lo que implica la renuncia al lucro personal o a disfrutar de una autonomía y privacidad propias de particulares. Al fin y al cabo, nadie es obligado a contraer matrimonio con príncipes o princesas de dinastías reinantes y, los que lo hacen, demuestran escasa inteligencia o una alarmante falta de ética si no comprenden los deberes ajenos a su situación.
¿Estaría a favor de que el Rey abdicase en Don Felipe de Borbón?
La abdicación del titular de la Corona en su legítimo heredero al alcanzar una avanzada edad o al encontrarse en condiciones físicas o de salud que le impidan cumplir con sus exigentes cometidos de manera eficaz, es una práctica absolutamente normal y está prevista en la Constitución. Corresponde al Rey, asistido por el Gobierno, decidir si este momento ha llegado. En España, tenemos la suerte de que el Príncipe de Asturias se encuentra perfectamente preparado para suceder a su augusto padre si las circunstancias así lo aconsejasen.