La búsqueda de pistas sobre el paradero de Ruth y José, los dos niños desaparecidos en Córdoba hace más de diez meses, se centrarán desde este lunes en zonas aledañas a la parcela que los abuelos paternos tienen en Las Quemadillas, en la capital cordobesa, que ya han sido rastreadas sin resultados.
Así lo han confirmado a Europa Press fuentes cercanas a la investigación, que detallan que algunos de los puntos donde los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) trabajarán será en escombreras cercanas a la finca, además de áreas junto al río Guadalquivir. En ambos puntos se ha registrado sin hallar pistas.
El miércoles 8 de agosto se cumplían diez meses de la desaparición de los dos hermanos de seis y dos años, de los que se desconoce su paradero desde el 8 de octubre de 2011 en la capital cordobesa, cuando su padre, José Bretón, único procesado en la causa e interno en prisión provisional desde el 21 de octubre por la presunta comisión de los delitos de detención ilegal, con la agravante de desaparición de menores, y por simulación de delito, declaró a la Policía que supuestamente perdió de vista a sus hijos en el Parque Cruz Conde de Córdoba.
La investigación desde un principio se centró en el entorno de la parcela de Las Quemadillas, donde dice el padre que estuvo con los pequeños momentos antes de acudir al parque, si bien, tras más de diez meses y numerosos rastreos, tanto en la zona como en el interior de la finca, no se han hallado pistas que desvelen dónde se encuentran Ruth y José.
En las últimas semanas, los trabajos en el interior de la finca concluyeron sin resultados, sin embargo, «no se ha dejado de buscar y rastrear otras pistas», tal y como destaca el subdelegado del Gobierno en Córdoba, Juan José Primo Jurado, quien valora el trabajo realizado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hasta la fecha.
La finca ya fue rastreada
La nueva búsqueda en la finca de Las Quemadillas y su entorno incide en la línea ya marcada en el auto de procesamiento de Bretón, según el cual éste llegó a las 13,46 horas del 8 de octubre a la finca acompañado por sus dos hijos y no salió hasta las 17,30 horas. Durante ese espacio de tiempo, en opinión del juez, Bretón aprovechó para realizar el plan que supuestamente ideó desde hacía casi un mes, después de que su mujer decidiera finalizar la relación matrimonial.
Por una parte, el juez relata que «si lo que pretendía el encartado era causar el mayor mal posible a su esposa en despecho por la que consideraba humillante ruptura de la relación matrimonial, es evidente que la solución que menos problemas podría acarrearle era la de matar a sus dos hijos y hacerlos desaparecer; contando como contaba de un amplio margen de tiempo para organizar un pequeño habitáculo para dar cabida a lo que no eran sino dos pequeños bultos con un peso no muy superior a los 30 kilos en total».
Igualmente, en opinión del juez instructor del caso, el padre tras abandonar la finca con los niños por las calles traseras a la parcela tuvo «un margen de aproximadamente diez minutos para alcanzar un punto previamente seleccionado y preparado para ocultar a sus hijos, en un radio de acción de aproximadamente cuatro minutos, o bien para realizar una operación de trasvase de sus dos hijos desde su vehículo hasta el vehículo de una tercera persona que se los podría haber llevado sin ningún tipo de problema ni impedimento».
A pesar de la falta de resultados en el registro, la opción de la finca familiar y el habitáculo se impone al escaso margen de tiempo del que gozó Bretón en su traslado a Las Quemadillas a mediodía del 8 de octubre o en su posterior desplazamiento de allí al Parque Cruz Conde, donde mantiene que perdió a Ruth y José.