miércoles, octubre 2, 2024
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Bono ajusta cuentas: “El desparpajo de Alejandre dolió a los familiares”

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José Bono ha adelantado hoy en el diario El País la fecha prevista para desvelar la parte de sus memorias sobre los hechos relacionados con el trágico accidente del Yak-42, en el que murieron 62 militares que volvían de su misión en Afganistán. En las mismas, el exministro de Defensa carga contra el exjefe del Ejército de Tierra (JEME), Luis Alejandre, del que asegura que «semejante desparpajo dolió a los familiares» y del que relata que cesó tras pedírselo el secretario de Estado de Comunicación de José Luis Rodríguez Zapatero: «Tienes que sacrificar a esa pieza, es muy odiado».

Días después del accidente el JEME, Alejandre voló a Kabul reproduciendo el viaje que hacían los relevos de nuestras tropas para comprobar el estado de las líneas de comunicación con Afganistán. Tras ese viaje, envió una foto suya en el incómodo habitáculo de un Hércules C-130 al diario El Mundo con su relato. Este periódico escogió una desafortunada frase: «El Ejército no organiza viajes de novios a Cancún». Esta frase solapó el trabajo del JEME, que llamó personalmente el día del accidente a todas las familias afectadas del Ejército de Tierra, según su propio relato de los hechos, «incluidos algunos casos familiarmente muy complicados».

José Bono comienza su relato con el viaje acompañado de prensa y familiares a Turquía con motivo del primer aniversario del accidente. En el mismo recoge las peticiones de Justicia de los deudos de los fallecidos y cómo en una misa del arzobispo castrense en el comedor del hotel llegó al convencimiento de que debía investigar hasta que se supiera la verdad.

La verdad fue aún más terrible de lo que se podía sospechar. El ministro Trillo no llevó al lugar de los hechos un equipo forense de la Guardia Civil, sino a un par de patólogos del Ejército y al general jefe de Sanidad. El reconocimiento se demostró falso y se entregó erróneamente a los familiares los cuerpos de los fallecidos, lo que incrementó lógicamente su dolor. Se organizó un funeral masivo en la base de Torrejón excusándose en la agenda del Rey. Bono desvela que el Rey le aseguró que «hicieron lo que quisieron (el equipo de Federico Trillo), sin que yo ordenara nada».

El relato de Bono es sorprendente, sobre todo en lo relacionado a la investigación que siguió él personalmente a su vuelta de Turquía. Cuenta que el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (entonces el general de Ejército Félix Sanz, hoy director del CNI) se negó a facilitarle documentación sobre la contratación de los vuelos a Afganistán. A la vista de esto, Bono aprovechó que Sanz estaba compareciendo en el Congreso y tomó al asalto y por sorpresa con su jefe de gabinete (Roberto López, exconcejal socialista de Toledo) el Estado Mayor Conjunto (EMACON) para exigir la documentación. El general jefe del EMACON y su Estado Mayor se mostraron renuentes, ante lo que bajó al armario donde se guardaba la documentación, lo forzó y comenzó él mismo a supervisar en persona cada documento.

Descubrió que los vuelos por los que Defensa pagaba 149.000 euros se contrataban, tras seis intermediaciones, por 45.000.

Un coronel le advirtió que no podía llevarse esos documentos sin la debida custodia, ante lo que el entonces ministro de Defensa reclamó a la Guardia Civil, en medio de una enorme tensión.

Bono no cuenta que la documentación se llevó al Ministerio, donde su Gabinete la diseccionó y luego fue filtrada por capítulos a varios medios de comunicación por parte de su equipo de prensa.

Aquel vuelo del 26 de mayo se llevó por delante la vida de 62 militares españoles que habían pasado seis meses de duro servicio en Afganistán y que no recibieron siquiera un entierro digno. En el funeral, varias familias gritaron, en medio de un enorme dramatismo, a Trillo y los jefes del Ejército del Aire: «¡Júrame que mi hijo es el que está en ese ataúd!».

Las consecuencias fueron la imputación del JEMAD en el momento del accidente –almirante Moreno Barberá– del jefe del EMACON –teniente general Ibarreta– y tres altos mandos de logística y planes del EMACON. Luego, el general jefe de la Inspección Sanitaria –general Navarro–, otro general y dos comandantes médicos, todos ellos condenados con penas de entre 1,5 y 3 años de cárcel.

El caso de las víctimas políticas fue otro. A pesar de las obstrucciones en la investigación, Félix Sanz siguió adelante cuatro años como JEMAD y tras un paso por Moncloa es secretario de Estado director del CNI. También fue brillante la carrera de un hombre clave en esos momentos, el almirante Torrente, que hoy es alto cargo de una multinacional del armamento norteamericana (Lockheed Martin), que ganó bajo su mando en la Armada el jugoso contrato de equipar la modernas fragatas F-100. Alejandre y su compañero el frente del Ejército del Aire sí fueron cesados fulminantemente, una vez culminado con éxito la retirada de las tropas de Irak (que ambos comandaron) ordenada por Zapatero. El coronel que obstruyó a Bono en el registro en el EMACON fue ascendido a general por el mismo ministro socialista de Defensa.

Joaquín Vidal

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