sábado, noviembre 23, 2024
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Las laderas llevan décadas avisando

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Para comprender algo mejor lo que supone la presa de Yesa, basta hacer un pequeño ejercicio de memoria, como ha hecho la Asociación Río Aragón, que se opone al proyecto y que da unos datos que, ciertamente, mueven a reflexionar o, más aún, a indignarse. En la zona se sabe de deslizamientos desde antes de la Guerra Civil española. Pero en los últimos tiempos las obras realizadas pueden haber empeorado el panorama. En 1983 el propio constructor del actual embalse de Yesa, el ingeniero René Petit, dijo que le daba mucho miedo pensar en que alguna vez se recreciese la presa. Dudaba de que la estructura pudiera resistir. Diez años después, el ingeniero Antonio Casas, el mismo que estos días ha dado la voz de alerta, advirtió del riesgo geológico de ampliar la presa, por los posibles deslizamientos de la ladera izquierda. También un ingeniero de la Confederación pidió ése mismo año que se estudiara el riesgo geológico existente. En 1999 el BOE publica la licitación de un estudio que contemplase ésos factores, pero el estudio no se realiza. En abril de ese año, se publica la Declaración de Impacto Ambiental que, sorprendentemente, se hace sin considerar ésos riesgos ni realizar los estudios geológicos que fueron solicitados en periodo de alegaciones. En el mismo año el científico Casas emite un informe sobre el riesgo geológico de la zona que, de nuevo, no es tenido en cuenta. En junio del año 2000 la obra del recrecimiento de Yesa se adjudica a varias constructoras, entre ellas a ACS. En mayo del año siguiente se coloca la primera piedra.

El científico Casas emitió un informe sobre el riesgo geológico de la zona que no fue tenido en cuenta

Según comenzaron a avanzar las obras, y a medida que las excavadoras iban comiendo terreno de la base que soporta las laderas, surgieron problemas. En 2003, al excavar para hacer el estribo de la presa en la ladera izquierda, se produce un deslizamiento y una gran grieta que, según la Asociación río Aragón, intentó ser ocultada. En 2004 hay otro deslizamiento, también silenciado, esta vez en la ladera derecha. En 2005 se hacen unas caras obras de hormigonado para intentar estabilizar ésa ladera. En 2006 hay un gran movimiento de terreno hacia el vaso de la presa (en un lugar llamado Monte Mélida). De nuevo habría sido silenciado, hasta que trasciende a la prensa. En 2007 nuevos estudios del Ministerio de Medio Ambiente hablan esta vez de riesgos geológicos y mueven a modificaciones del proyecto inicial de la presa. Ése mismo año, otro científico, Pedro Montserrat, del CSIC, advierte del riesgo de deslizamientos. Y para darle la razón, en julio se producen en la ladera izquierda, obligando a parar las obras y encargar más estudios. En agosto el Gobierno reconoce por fin en público que hay graves problemas de filtraciones en la ladera derecha y que ello puede obligar a levantar un muro de más de 100 metros de altura. A principios de 2008, adjudica la investigación geológico-geotécnica a una UTE de empresas que se denuncia que es la misma que realiza el control y vigilancia de la obra. En abril de 2012 volvió a deslizarse la ladera izquierda, pese a las obras realizadas para evitarlo. En junio se volvió a movilizar el deslizamiento de la ladera derecha. En febrero de 2013 la situación obliga a desalojar decenas de viviendas, que se llenan de grietas. ¿Qué será lo próximo?

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