jueves, octubre 3, 2024
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Génova y Moncloa, en estado de pánico

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Ya es oficial. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha dado luz verde a un cambio de estrategia. Modo ataque. Así es como este lunes se han mostrado en el número 13 de la calle Génova y en el Palacio de la Moncloa. Hasta tres comparecencias públicas se han producido en esta estresante jornada, y en las tres, las rondas de preguntas se han centrado en el extesorero de la formación, Luis Bárcenas. Los últimos SMS entre el presidente y el extesorero hechos públicos por el diario El Mundo, la petición de dimisión generalizada entre la oposición y los supuestos sobresueldos que cobraron los dirigentes ‘populares’ han sido las cuestiones más generalizadas. El objetivo es claro: intentar hacer entender a los españoles qué está ocurriendo dentro de la formación ‘popular’, donde los cimientos parecen tambalearse cada día con más fuerza. Mientras tanto, el pánico parece haberse apoderado de sus principales protagonistas.

Al margen del procedimiento judicial abierto; en toda esta historia hay un fuerte componente político que está poniendo en cuestión el funcionamiento de la democracia en nuestro país. Hace años que la desafección por la ‘clase política’ es evidente, pero en estos últimos meses, este sentimiento negativo por nuestros representantes públicos se ha agudizado. La última estrategia desgranada por el líder del Ejecutivo e impuesta en su partido era el silencio. Pero tal y como muchas voces internas han expuesto en varias ocasiones desde que este escándalo surgiera, no era la más adecuada. «El que calla otorga», le decía el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, al Partido Popular la semana pasada en el Congreso de los Diputado, donde la callada por respuesta aún era la norma general.

Entonces, las respuestas de los ‘populares’ y de los miembros del Gobierno giraban en torno al «es más de lo mismo» y «ya han sido dadas todas las explicaciones oportunas», pero estaba claro que ninguno de los argumentos esgrimidos se los creían ni ellos. La estrategia de Rajoy siempre ha sido la de esperar a que los acontecimientos se produjeran para darles respuestas; y en esta ocasión no iba a ser menos. Hace una semana, lo único nuevo que había bajo el sol eran los supuestos papeles originales de Bárcenas y el rumor generalizado de que el extesorero había cambiado de estrategia e iba a cambiar el sentido de su declaración. Es decir, iba a admitir este lunes ante el juez Ruz la autoría de dichos documentos. Supuestamente esto propició que se quedara sin abogados y que el Gobierno y los ‘populares’ se mantuvieran en alerta por lo que este lunes pudiera ocurrir. 

Tanto en el Partido Popular como en Moncloa eran consciente de lo que el ingreso en prisión del extesorero iba a significar para ellos, así que sólo ha sido cuestión de días que diseñaran una nueva estrategia para contestar a los ataques procedentes desde Soto del Real. Primero en el diario El Mundo, que este domingo publicaba una mínima parte de los SMS que durante estos últimos años, e incluso últimos meses, se han intercambiado el presidente y su extesorero. Y en segundo lugar, ante el juez. Luis Bárcenas no sólo ha reconocido este lunes la autoría de los papeles publicados, sino que ha aportado nueva documentación y ha incluido nuevos datos en su declaración: el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, recibieron un total de 45.000 euros cada uno entre los años 2009 y 2010, aunque no ha presentado pruebas. Ésta ha sido una de las revelaciones más importantes del día, y la que ha provocado que a última hora de la tarde de este lunes compareciera de urgencia y en sede nacional la ‘número dos’ de Rajoy en Génova.

Ahora sí reconocen chantajes

«Mentiras y calumnias». Así ha sido como las ha calificado la secretaria general de los ‘populares’, que ha tildado al extesorero de «presunto delincuente» y le ha acusado de vertir «injurias» contra el Partido Popular para salvarse de un procedimiento que «sólo le atañe a él»: su presunta implicación en la ‘trama Gürtel’ y su fotuna injustificada, ha explicado Cospedal. Duras declaraciones que se producían varias horas después de las comparecencias de su ‘número dos’, Carlos Floriano, y de su jefe, Mariano Rajoy, que han sido los encargados de desplegar su nueva artillería. Hasta el momento había sido negado por activa y por pasiva, pero este lunes la versión generalizada que ha circulado por Génova y Moncloa es que Luis Bárcenas intentó chantajear al presidente del Gobierno, y que tal y como lo demuestran los SMS publicados no lo consiguió.

La versión oficial hasta el momento era que «nadie chantajea a nadie». Así de contundente se mostró Rajoy el pasado 28 de junio desde Bruselas cuando se le preguntó por esta cuestión, y de igual manera constestó pocos días después su ‘número dos’ en Génova. Claro que entonces Bárcenas aún no había mostrado todas sus armas y aún existía alguna esperanza de controlar la situación. Hoy, pocas semanas después de ese talante conciliador, y tras los últimos acontecimientos conocidos, al presidente del Gobierno y a su equipo en Génova no les ha quedado más remedio que dar la cara, defenderse y devolver la bola: «La única financiación real del PP ha sido la que figura en la contabilidad real auditada por el Tribunal de Cuentas. Cualquier otro papel no es la contabilidad del PP. Su autor sabrá a qué corresponde y justificar su patrimonio descubierto que aún no ha expliado. Todos nuestros ingresos están declarados y justificados», ha zanjado Cospedal, la encargada de hacer de ‘poli’ malo este lunes.

El papel de ‘poli’ bueno le ha vuelto a tocar Rajoy. Menos duro que su compañera, pero en términos muy similares a los empleados tanto por Floriano como por Cospedal se ha expresado Mariano Rajoy. A primera hora de la mañana ya se había adelantado la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, negando que hayan existido negociaciones con Bárcenas y diciendo que la prueba era que estaba en la cárcel. Y pocas horas después lo ha hecho el máximo protagonista. «El Estado de Derecho no se somete a chantaje». Así ha sido como el presidente del Gobierno ha constestado a Bárcenas. Rajoy ha insistido en que los diversos organismos encargados de la investigación en el llamado ‘caso Bárcenas’ -Fiscalía, Policía o Hacienda- han actuado y seguirán actuando con independencia. El líder del Ejecutivo ha evitado los calificativos, a diferencia de su ‘número dos’ en Génova, pero no ha perdido la oportunidad de lanzar la nueva consigna: intentaron chantajearnos, pero no lo consiguieron.

El sector crítico del PP pide «reflexionar» sobre el liderazgo de Rajoy

No obstante, el mensaje que sale de Génova no es tan unificado como el que sus dirigentes desearían. La guerra ya ha comenzado. El vicepresidente del Parlamento europeo y expresidente del PP catalán, Alejo Vidal-Quadras, el exparlamentario vasco Santiago Abascal y el filósofo José Luis González Quirós han solicitado este lunes la convocatoria urgente de una Junta Directiva Nacional del PP tras las últimas revelaciones sobre el ‘caso Bárcenas’. Según los firmantes, la situación es «insostenible» y el partido debe «reflexionar» sobre la continuidad de Mariano Rajoy. El presidente ya ha dejado claro que no piensa dimitir y su ‘número dos’ en Génova ya ha advertido de que nada les «doblegará». Pero el miedo es evidente. Por parte del Gobierno a la inestabilidad política, y por parte de algunos dirigentes ‘populares’ a que Bárcenas siga tirando de la manta y les acabe salpicando.

El «está tranquilo» y «estamos tranquilos» siguen siendo las coletillas más coreadas por los equipos de Génova y Moncloa, pero si algo resulta evidente es que esta respuesta ya no se corresponde con la realidad. Los movimientos inusuales de este lunes lo ponen en evidencia. Tres comparecencias en un día, el veto en las preguntas formuladas por los periodistas en La Moncloa, la preparación milimétrica de la respuesta de Rajoy y la reiteración de los argumentos del presidente a través de Twitter son claros ejemplos de ello. Nadie está tranquilo; todo lo contrario. El presidente y su equipo de Génova seguirán con la última estrategia defensiva desplegada: contestar. No lo harán en el Parlamento, como les reclama todos los grupos parlamentarios, pero si algo ha quedado claro es que la lucha cuerpo a cuerpo acaba de comenzar.

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