Eran casi tantos como los que festejaron en esa misma calle el éxito del PP en las últimas elecciones, pero en esta ocasión no eran tan afines ni tan sumisos. Varios miles de personas acudieron a la llamada de las redes sociales, promulgada por el Movimiento 15-M y otros colectivos, para manifestarse en Génova contra la corrupción. Hubo gritos e insultos contra todos, y no sólo contra el PP. La multitud puso también al PSOE a la altura de los populares.
A las 17:30 comenzaron a llegar los más madrugadores a la zona, pero no sería hasta dos horas más tarde cuando la Policía se diese cuenta de que a la cita no iban a acudir «cuatro gatos». La llegada paulatina de gente a la zona hizo que las fuerzas del orden allí congregadas, más de 20 «lecheras» en las inmediaciones de la sede del PP, sin contar el helicóptero que sobrevolaba el espacio aéreo, no se lo pensaran dos veces a la hora de utilizar las vallas, azules como los colores populares, para desesperación de los coches que intentaban acceder a Alonso Martínez, por arriba, y al Paseo de la Castellana, por abajo.
A las 20:00 horas la calle Génova era casi un bunker inaccesible, al haberse cortado también todas las calles que comunicaban con la misma. Sólo los medios de comunicación, y, por supuesto, las personas que salían de sus casas en esa calle, pudieron transitar por la misma y mezclarse con los policías, que se limitaban a formar una barrera entre las vallas y el público allí congregado.
Sin duda que estaban mucho más organizados que la multitud a la hora de entonar sus cánticos, ya que cada uno gritaba lo que le daba la gana. Eso sí, hubo unanimidad cuando se entonó lo de «Dimisión, dimisión», así como en los de «Ese presidente, es un delincuente», «Rajoy y Cospedal, a Soto del Real» o «Menos policía y más educación».
Tampoco faltaron cánticos con el tradicional soniquete de los estadios de fútbol, desde el «Sí, se puede» al «Manos arriba, esto es un atraco», pasando por el «que se vayan oé, que se vayan oé, que se vayan oé, que se vayan eoé», el «Fuera, fuera, fuera», el «Hasta los huevos, estamos hasta los huevos» o incluso el menos diplomático de «Rajoy, valiente, valiente hjo de p.». Incluso hubo un lanzamiento de rollos de papel higiénico que caían entre las fuerzas del orden, impertérritas ante el mismo.
En el «concierto», que no paraba, lo mismo se entonaban gritos más «light», como «no es un Gobierno, es una mafia», que directamente ofensivos como el «Hijos de p., hijos de p.». Eso sí, para que quedara claro que no sólo se iba contra el PP sino contra toda la clase política en general, los manifestantes entonaron lo de «PSOE, PP, la misma mierda es», también habitual en ciertos estadios cuando se menciona a los dos grandes de nuestro fútbol».
Como en toda manifestación que se precie, tampoco faltaron las pancartas. Lo más repetido era lo de «¡Dimisión!», aunque había para todos los gustos («Ni Bárcenas, ni Filesa, ley y control de limpieza», Rajoy, no nos representas», «El PP, al banquillo con Bárcenas», «Rajoy go home» o «Robo y corrupción: la marca España».
Una hora y media más tarde, a las 21:30, la multitud, que había ido creciendo con el paso del tiempo y ya tomaba también la glorieta de Alonso Martínez, cortándose por tanto más calles al tráfico rodado, empezaba a desplazarse por esa zona preparando su retirada. En los últimos cánticos se hablaba de huelga general, se reivindicaba lo de «que viva la lucha, de la clase obrera» y se tiraba de la ironía para aclarar que «luedo direis, que somos cinco o seis». A fe que no, que eran bastantes y hacían mucho ruido, aunque nadie del PP se asomó al balcón de los triunfos ni tan siquiera a una ventana. No tocaba.