El AVE español crece por Oriente. El accidente de Santiago enturbia el fabuloso escaparate que era hasta ahora la alta velocidad española. San Petersburgo, Astaná, Orán o los Emiratos Árabes Unidos son algunos lugares exóticos de resonancias legendarias, pero también donde políticos y empresarios españoles estaban haciendo lobby para conseguir jugosísimas adjudicaciones.
España ha presumido en los últimos años de convertirse en un modelo de referencia mundial en la industria ferroviaria gracias a la exportación de una alta velocidad de calidad. Países de todo el mundo han optado por las empresas españolas para desarrollar líneas de AVE y, por ende, han contribuido a fortalecer la marca España en el exterior. Sin embargo, el trágico accidente ferroviario de Santiago del pasado miércoles ha puesto en peligro la imagen de este éxito internacional en infraestructuras, tecnologías y modelos de gestión. Con el AVE en entredicho y a falta de conocer todas las causas de la tragedia, varios proyectos internacionales de gran envergadura, que a buen seguro serían claves en el futuro de la maltrecha economía española, corren el riesgo de no materializarse.
La alta velocidad española ha logrado trazar más de 17.000 kilómetros en todo el mundo. Portugal, Francia, Italia, Suiza o Estados Unidos son algunos de los países donde ya está presente. Pero ahí no queda todo. Actualmente, hay otros 8.800 kilómetros en construcción y 16.000 más en proyecto. Para el año 2025 está previsto que las líneas ferroviarias del AVE alcancen los 42.300 kilómetros por todo el planeta. Sin embargo, la cifra se antoja, ahora, utópica y las compañías del sector ven con temor que el trágico accidente repercuta en futuros proyectos.
Las puertas del mercado oriental se abrieron para España el año pasado, con la adjudicación de un ambicioso proyecto de AVE en Arabia Saudí. Valorado en más de 6.700 millones de euros, el proyecto es el mayor logrado en el exterior y el primero que supondrá la construcción de un AVE completo fuera de España. Una de las líneas férreas, el llamado AVE de los Peregrinos, unirá La Meca y Medina en menos de dos horas y media. Otros proyectos internacionales en construcción son la línea de alta velocidad Ankara-Estambul (Turquía), el metro de Miami, el Nodo di Palermo, el Ferrocarril Relizane-Tiaret-Tissmslit, el túnel de Bolonia o el tranvía de Orán.
Proyectos que peligran
España tiene como objetivo alzarse con el contrato que le vincule a la construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad de Kazajstán, que unirá la capital Astaná con Altamy, la segunda ciudad más importante del país. Hace escasamente un mes, la ministra de Fomento, Ana Pastor, acudió al país centroasiático para impulsar la participación de las empresas españolas en un proyecto que, a priori, tenía muchas posibilidades de adjudicárselo, después de que Talgo se alzara con el contrato para suministrar 21 trenes destinados a larga distancia por un importe total de 482 millones de euros.
La línea ferroviaria que unirá los Emiratos Árabes Unidos es otro de los atractivos proyectos que tiene España en Asia. Sin embargo, el luctuoso suceso podría haber reducido las posibilidades de España ante dos huesos duros de roer: la eficiencia de la tecnología alemana y la seguridad de las infraestructuras japonesas.
España también está peleando por el AVE Moscú-San Petersburgo, un objetivo al que se ha entregado el Rey Don Juan Carlos con una visita a Rusia. El proyecto es espectacular y prevé una inversión de 17.400 millones de euros, el doble de la alta velocidad en Arabia Saudí. Además, el Gobierno español tiene en mente un proyecto de grandes dimensiones en Brasil: el corredor de alta velocidad Sao Paulo-Río de Janeiro. El contrato es suculento, unos 12.000 millones de euros. Sin embargo, el país sudamericano exige a los candidatos para hacerse con el proyecto no haber tenido un accidente en los últimos años. El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) es optimista y descarta que el siniestro de Santiago excluya a España en la puja del AVE brasileño.