La etarra Inés del Río, condenada a 3.828 años de cárcel por su actividad como miembro del ‘comando Madrid’ de ETA a mediados de los años 80, en el que cometió 24 asesinatos, ha salido en la tarde de este martes del centro penitenciario coruñés de Teixeiro, a cuyas puertas le esperaba más de una veintena de personas. Los primeros familiares y amigos llegaron minutos antes de las 13.00 horas a las instalaciones del centro penitenciario, después de que la Audiencia Nacional remitiese a la cárcel de Teixeiro el auto por el que ordenaba la «inmediata» puesta en libertad de la etarra.
Sin embargo, no fue hasta las 16.25 horas de este martes, en una fría jornada con intensos vientos y constantes lluvias, cuando Del Río abandonó la prisión en la que permanecía desde 2008, cuando fue trasladada desde Palencia.
Sus allegados han estado en todo momento tras la puerta de la prisión y resguardados bajo un techo. Por su parte, varios agentes de la Guardia Civil han permanecido la mayor parte del tiempo junto a la verja de las instalaciones.
Precisamente para el año 2008, cuando Del Río llegó a Teixeiro, era para el que inicialmente estaba prevista su excarcelación, pero la Sala de lo Penal de la Audiencia la alargó hasta 2017. Su salida se ha precipitado este lunes con la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de anular la ‘doctrina Parot’, que contempla la aplicación de las redenciones por trabajos en la cárcel al total de penas aplicadas y no al máximo de 30 años.
Finalmente han sido unas 25 personas, entre familiares, amigos y la abogada de Del Río, las que la han recibido a las puertas de Teixeiro con abrazos y mostrando una ‘ikurriña’. A continuación se han subido en varios coches y han abandonado el centro penitenciario sin hacer declaraciones a los numerosos medios de comunicación que esperaban desde primera hora de la mañana tras la verja de la prisión.
Gritos a la comitiva
También hasta las proximidades de la cárcel se han desplazado algunas personas, entre ellas dos vecinos de Pontevedra que portaban una bandera de España con el escudo tachado para denunciar «la política de claudicación» del Estado. Estos dos individuos, junto a un tercero, profirieron gritos a la comitiva de vehículos cuando estos dejaban atrás el centro penitenciario.
En declaraciones a los periodistas, Ignacio Menéndez, una de estas personas, natural de Madrid pero que reside en Pontevedra y ha afirmado ser hijo de militar, ha indicado que «la Justicia emana del pueblo» para advertir de que los familiares de las víctimas deberán ahora «tomarse la Justicia por su mano», puesto que el Estado y «el Régimen de Juan Carlos I de Borbón han claudicado».