domingo, noviembre 24, 2024
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Diez años después de la mañana triste

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Ha tenido que pasar una década y rotar el poder otra vez para que las víctimas del mayor atentado de la historia de Europa Occidental acudan juntas a un homenaje oficial. Las sirenas de aquel 11-M suenan hoy tan lejanas como las teorías conspiratorias.

Diez años después queda poco por saber de aquella brutal carnicería en los trenes de cercanías de Madrid. José Blanco, que era secretario de Organización del PSOE y director de campaña de Zapatero en aquellas fechas revela hoy en ESTRELLA DIGITAL que aquel día amanecieron con un +1% de ventaja en el track diario de encuestas sobre el PP de Mariano Rajoy. Aquel día se pudo cambiar la suerte de las elecciones, pero a favor del PP, si Aznar hubiera actuado de otra manera.

Una fuente presente en el equipo de análisis de la crisis que se organizó en Moncloa explica que Aznar “y sus listísimos fontaneros” se negaron a dar cuartel al resto de formaciones políticas, convencidos de que la autoría de ETA –Carod Rovira, socio de Zapatero, había acudido a negociar con ETA en Perpignan, según filtró el CNI en plena campaña electoral– les daba una nueva mayoría absoluta. No era de esa opinión el resto del PP.

Zapatero ha reconocido que él mismo hubiera acudido a respaldar a Aznar si hubiera hecho un reclamo de unidad. El Gobierno actuó al contrario y la tostada se volvió en su contra en unas horas. El 14-M perdió estrepitosamente las elecciones.

El terrorismo islamista –la yihad– no ha conseguido volver a atentar en España, pero a algún intento desarticulado por la Policía. La tragedia del 11-M se hubiera quedado pequeña si logran detonar los explosivos en la vía del AVE, al paso de un convoy. La explosión de Leganés, en la que se inmoló casi todo el comando– dio fin a la carrera terrorista de El Tunecino y sus secuaces.

El 11-M siguió al 11-S y antecedió al 7-J en Londres. Hoy Osama Bin Laden está muerto por un equipo de SEALs norteamericanos, Bush, Aznar y Blair están jubilados, pero en Madrid sigue el eco de aquellas bombas, las cicatrices de 191 muertos en una mañana triste. Un dolor que no hay una década que lo cure.

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