Las relaciones entre José María Aznar y Mariano Rajoy no son buenas prácticamente desde aquel fatídico 2008, cuando el PP perdió las segundas elecciones consecutivas ante José Luis Rodríguez Zapatero y el dirigente de FAES confabuló junto a la por entonces presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, para apartar a Rajoy de la presidencia del partido. Sin embargo, hasta hace sólo unos meses ambos eran capaces de guardar las apariencias y unirse ante la adversidad.
El presidente de honor del PP ha participado con más o menos intensidad en casi todos los comicios celebrados desde que en 2004 pasara el testigo a Mariano Rajoy, sobre quien reconoció en las últimas memorias recientemente publicadas que nunca fue su primera opción. Claro que si antes las relaciones eran frías, ahora están congeladas. El Partido Popular sigue intentando transmitir normalidad al respecto, pero la situación ya es insostenible. Según confirmaron este jueves a Servimedia desde FAES, el expresidente del Gobierno se encontrará fuera de España durante las dos semanas previas al 25 de mayo, es decir, durante todo el tiempo que dura la campaña electoral.
Aunque este viernes, el diario El Mundo ha dado un paso más allá y ha explicado las razones de esta apretada agenda: Rajoy no le quiere cerca. Según asegura la cabecera de Unidad Editorial, «nadie del partido se ha dirigido a Faes ni al expresidente para pedirle, ni verbalmente ni por escrito, participar en la campaña». Sobre esta cuestión concretamente fue preguntado este jueves Esteban González Pons, durante un encuentro con los periodistas en Génova, y el 'número dos' de la lista del PP para Europa intentó esquivar el golpe. Pons aseguró «no tener constancia» de nada al respecto.
De nuevo, el presidente Rajoy pone en práctica su infalible táctica para quitarse de en medio a los que le molestan: ignorarles hasta el extremo de hacerles buscar alternativas para que no parezca que les está apartando. Lo hizo con Jaime Mayor Oreja hace unos meses, cuando ya todos en el PP daban por supuesto que Rajoy no seguiría contando con él como cabeza de lista para Bruselas. El presidente guardó silencio y el ego del 'popular' vasco no le dejó más salida que renunciar a continuar en el cargo. A Mariano Rajoy siempre le ha gustado rodearse de gente de confianza, y desde 2008 cumple a rajatabla con esta máxima. No le ha gustado la oposición que desde el principio de su mandato le han hecho Aznar y Mayor -en ocasiones incluso más dura que la de los propios socialistas- y la opción del presidente ha sido apartarlos.
Claro que en esta vida, casi todas nuestras actuaciones traen consigo consecuencias. En este caso, el hartazgo del sector 'popular' más conservador. Decisiones como subir los impuestos, liberar a Bolinaga, aceptar la anulación de la Doctrina Parot por parte del Tribunal de Estrasburgo o su posición frente a Cataluña le ha pasado factura. Por un lado, el enfriamiento ya total de las relaciones con el presidente de honor del PP y su círculo más íntimo, entre los que se encuentra Mayor Oreja. Y por otro lado, la primera escisión de la derecha española en 20 años. El nacimiento de Vox, liderado por 'expopulares' y víctimas del terrorismo de referencia, es un claro ejemplo de la situación por la que atraviesa el partido.
Aunque Rajoy parece no tener ningún miedo. «Hay que movilizar a los nuestros», proclamaba este martes ante el Comité Ejecutivo Nacional convocado en Génova. Y entre los «nuestros» ya parece estar claro que no se encuentra Aznar. La última entrevista televisiva que concedió el pasado mayo el expresidente, donde incluso amagó con la posibilidad de volver a la política si así se lo reclamaban las bases de su partido, no gustó nada en La Moncloa. Y desde entonces, la relación entre ambos es prácticamente inexistente. Tanto, que el dirigente de FAES volvió a anteponer su agenda personal a la del partido el pasado febrero, durante la última Convención Nacional. Y lo mismo ocurrirá en esta ocasión. No está previsto que Aznar participe en esta campaña, y el PP no parece estar preocupado por ello. «Nuestro principal adversario en esta ocasión ni siquiera es el PSOE, sino la abstención», concluía este jueves Pons.