lunes, noviembre 25, 2024
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¿Y si todos los europeos cobráramos lo mismo?

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Un porcentaje elevado de la población de todo el continente se siente europea, pero se muestra defraudada con las políticas seguidas en la última década, especialmente durante la crisis económica. Los ciudadanos europeos no se han visto defendidos por la Unión ante una crisis que no ha extendido la democracia europea, sino que la ha encogido. Es la opinión de la Fundación Alternativas, que acaba de presentar una radiografía de la Unión Europea con propuestas concretas de actuación orientadas a impulsar una Europa más social, y avanzar en “una Europa federal en la que los ciudadanos y sus representantes llevemos la voz cantante y no los mercados, los poderes financieros o instituciones que nadie ha elegido”.

“Cuando hay una crisis la primera víctima es el ciudadano de a pie”, señala Nicolás Sartorius, vicepresidente de la Fundación Alternativas, que junto con la alemana Friedrich-Ebert-Stiftung acaban de publicar un informe, coordinado por el diputado socialista y ex secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, en el que han tratado de ponerse en el lugar de las personas y su punto de vista: “El estado de la Unión Europea: La ciudadanía europea en tiempo de crisis”.

Entre las recomendaciones propuestas por ambas fundaciones se encuentra la puesta en marcha de un plan de inversiones intraeuropeo –que a veces llaman Plan Marshall, objetivo compartido con la Confederación Europea de Sindicatos-, un  seguro de desempleo y un salario mínimo único, una política de inmigración humanitaria y no represiva. El estudio analiza la coyuntura europea y presenta recomendaciones para combatir la desafección política y lograr una unión política que combine desarrollo e igualdad social.

Reinterpretando las palabras de Ortega y Gasset, para Sartorius Europa ya no es la solución de los problemas de España, sino origen de algunos de sus males, y la salida habrá que buscarla tanto en Madrid como en Bruselas. En su opinión se está produciendo “un reflujo hacia lo nacional, lo nacionalista y en casos extremos hacia la xenofobia”, y alerta sobre el “profundo malestar” de la ciudadanía en relación con Europa. En las próximas elecciones al Parlamento Europeo dice que nos jugamos “cómo vamos a salir de la crisis, siguiendo políticas de austeridad, de austericidio, o con impulso al empleo,  y cómo vamos a construir el futuro de Europa”.

En el informe, presentado el pasado jueves en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se desmiente el tópico  sobre el desinterés del ciudadano por Europa. “Los ciudadanos quieren más Europa, más unión política, pero tienen una posición muy negativa sobre lo que se está haciendo”, añade Sartorius.

Conflictividad con esperanza de cambio

Para Diego López Garrido, coordinador del informe, “el punto más débil de la Unión Europea ha sido desde su nacimiento su vinculación con el individuo”, una construcción de arriba abajo que ha podido funcionar pero que no tiene futuro. López Garrido sintetiza: “Esta crisis no la vamos a superar sin los ciudadanos, sin profundizar y conseguir un enorme protagonismo para los ciudadanos”.

Ante este panorama de paro (más de cinco millones de empleos destruidos desde que arrancó la crisis), reducción de salarios, recortes del Estado del bienestar, la ciudadanía ha respondido con desconfianza en las instituciones y también con movilizaciones: el estudio destaca que entre 2010 y 2013 se han producido en la UE más huelgas y jornadas de movilización generales nacionales que en cualquier otro periodo desde la Segunda Guerra Mundial. En concreto se contabilizan 37 huelgas generales, 26 de ellas en Grecia. Para López Garrido, “no hay una resignación ni pasividad ciudadana, la gente se moviliza porque piensa que va a ser útil”.

El informe analiza 141 huelgas de diverso tipo celebradas sólo en 2013, y en este cómputo vuelve a ocupar el primer lugar Grecia (20 huelgas), seguido de cerca por Francia (16), España (14), Alemania (13), Reino Unido (12) y Portugal (10).

El secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, actual presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (60 millones de afiliados), señaló por su parte que “no hay salida fuera de Europa”, si bien quiso poner el acento en que se está intentando un “cambio de paradigma”, en el sentido de que “el Estado social está hoy en cuestión, las elites europeas económicas y políticas han llegado a la decisión de que no se puede seguir manteniendo el modelo social europeo”, que interpretan como un “fardo que pesa como una losa que lastra la capacidad de competir en una economía global”. Fernández Toxo denuncia que “la desigualdad ha crecido en Europa últimos seis años, ente las naciones y dentro de cada una de ellas”, alerta que no se trata de un fenómeno restringido al sur de Europa, y avisa que no se produce un ataque frontal, sino de un deterioro progresivo con la excusa del ajuste presupuestario que va afectando a las pensiones, la sanidad o la educación.

En la presentación del informe de la Fundación Alternativas participó también el diputado del Partido Popular José María Beneyto, quien afirmó tajante que “la UE se equivoca de cabo a rabo, es imposible que los ciudadanos se identifiquen con un mercado”, y abogó por trabajar en la conexión del ciudadano por la vía de la cultura, el patrimonio y la historia común de los europeos; además de facilitar la participación ciudadana en la toma de decisiones por nuevos canales.

El informe de la Fundación Alternativas se remata con propuestas concretas, entre las que figura la creación de un seguro de desempleo en la zona del euro, complementario del nacional; la conveniencia de establecer un salario mínimo interprofesional europeo, proporcionado a las condiciones económicas de cada país; la necesidad de impulsar políticas económicas que den prioridad real al crecimiento económico y la creación de empleo; o incrementar hasta el 0,7% del PIB la ayuda al desarrollo, especialmente dirigida hacia los países de origen y tránsito de inmigrantes hacia Europa.

Las instituciones europeas declararon 2013 ‘Año Europeo de los Ciudadanos’, con resultados escasos para quienes han elaborado este informe. Se quiso celebrar el vigésimo aniversario del Tratado de Maastricht de 1993, precisamente es el que introduce el concepto de ciudadanía europea e incluye en su texto que “las decisiones serán tomadas de la forma más abierta y próxima a los ciudadanos que sea posible”. No parece que sea mucho lo avanzado desde entonces.

Aunque se discrepe en las medidas a tomar, la declaración de 2013 deja claro que la UE conoce su problema de desconexión entre las instituciones y los ciudadanos.

Según el último Eurobarómetro, la confianza de los ciudadanos hacia la Unión Europea ha caído hasta el 31%, aún décimas por encima de la que otorgan a los gobiernos nacionales, pero en el caso de Europa ha bajado 26 puntos desde 2007.

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