domingo, noviembre 24, 2024
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Aznar y Zapatero cobraron por apoyar a los Muyahidines

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José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero forman parte de la nómina de políticos occidentales que han apoyado a los Muyahidines del Pueblo Irani (PMOI o MEK por sus siglas en inglés), organización incluida en la lista de grupos terroristas hasta que, según versiones de los investigadores, ayudaron a la CIA tras la Guerra de Irak. Ambos cobraron por este apoyo, al igual que una larga lista de altos cargos estadounidenses como los exdirectores de la CIA R. James Woolsey y Porter J. Goss, el secretario de seguridad interna del expresidente estadounidense George W. Bush, Tom Ridge y el principal asesor de seguridad nacional del presidente Barack Obama, el general James L. Jones.

¿Alguien imagina a los dos expresidente españoles defendiendo una causa común? ¿Compartiendo atril para hablar de una misma cuestión? ¿Reivindicando los mismos principios y valores en un acto público? Podría parecer que esta escena forma parte de uno de los peores guiones de serie B. Pero de nuevo, la realidad vuelve a superar a la ficción. No ocurrió el mismo día; ni siquiera el mismo año. Pero Aznar y Zapatero, previo pago -insisten las fuentes consultadas-, han hecho el ‘esfuerzo’ de viajar hasta París y apoyar al principal grupo de la oposición iraní en el exilio, los Muyahidines del Pueblo iraní que hasta 2009 en la UE y 2012 en EEUU engrosaban la lista de organizaciones terroristas.

El MEK formaba parte de la lista de organizaciones terroristas hasta 2009 en la UE y hasta 2012 en EEUU

El ‘popular’ –con una tarifa de 40.000 euros por dos horas de discurso– fue el primero. Lo hizo en junio de 2010, en el estadio Jean-Bouin de Taverny, donde insistió en una idea que ya había defendido cuando era presidente del Gobierno español: el régimen mulá es uno de los principales enemigos de la paz y la estabilidad mundial. Un discurso muy en la línea del de su amigo y principal mentor internacional, George Bush, quien incluyó a Irán en el famoso eje del mal. Apoyar a un grupo opositor iraní en el exilio, aunque éste haya sido acusado de terrorismo, podría entrar dentro de lo razonable. El odio del ‘clan Bush’ al régimen ayatolá alcanzaba límites insospechados: incluso pactar con el que hasta el momento había sido considerado el diablo.

Más complicado resulta, sin embargo, explicar la presencia del socialista en un evento de estas características. Y más aún teniendo en cuenta la relación de su Ejecutivo con Irán. Zapatero fue el artífice de la famosa Alianza de Civilizaciones junto a Turquía y en el Grupo de Alto Nivel invitó a participar al expresidente iraní Mohamed Jatamí; en 2006, Felipe González, con el conocimiento de Zapatero, viajó a Teherán y se reunió con Mahmud Ahmadineya. Y dos años más tarde, en 2009, pasó por La Moncloa el presidente del Parlamento Iraní, Alí Lariyani. El acercamiento con los iraníes era evidente. Sin embargo, menos de un año después de dejar la presidencia -con una tarifa similar a la de Aznar- decidió participar en un acto en el que precisamente se ponía en cuestión el régimen de los mulás y suponía un importante apoyo público a uno de sus principales grupos enemigos. 

Desde el Partido Socialista es complicado obtener ninguna respuesta a esta cuestión. El encogimiento de hombros es absoluto, unos porque probablemente lo consideren terreno peligroso y otros porque de verdad nunca han oído hablar de los Muyahidines del Pueblo iraní. Y no es de extrañar. La opacidad que rodea a este movimiento opositor es tal, que la teorías que le envuelven no podían ser más dispares.  ¿Terroristas? ¿secta? o ¿los mayores defensores de los Derechos Humanos y la Democracia? Éstas son algunas de las muchas consideraciones que suelen hacerse sobre este extraño grupo sobre el que incluso se ha llegado a decir que está controlado, financiado y entrenado por la CIA.

Los orígenes del MEK

La organización surge en 1963, a los albores de la revolución que en Irán se estaba fraguando para desestabilizar el régimen monárquico del Sha y estaba compuesta por personas intelectualmente ilustres -estudiantes, profesores, arquitectos, ingenieros, abogados, poetas, novelistas o traductores-. Fue un movimiento totalmente urbanita, surgido en la universidad, y con un único objetivo: derrocar al Rey tirano. ¿Cómo? Aquí es cuando surgen diversas versiones.

La organización surge en 1963, a los albores de la revolución que en Irán se estaba fraguando para derrocar al Sha

Investigadores académicos como Moisés Garduño lo tienen claro: «Efectuando ataques asimétricos hacia la Monarquía y la SAVAK (la agencia de inteligencia de la Monarquía)». Una versión totalmente desmentida por el propio movimiento muyahidín, que en boca de uno de sus máximos defensores españoles, el ‘expopular’ y actual líder de Vox, Alejo Vidal-Quadras, asegura que los muyahidines que él defiende «jamás han cometido ningún atentado». La explicación dada por el aún vicepresidente del Parlamento Europeo es que una importante parte del movimiento fue perseguido y acabó en la cárcel por orden del Sha. Y será otra «rama» –la que se queda fuera y se «hace marxista»- la que cometerá diversos ataques contra edificios del Gobierno, robo de bancos, asesinatos a funcionarios importantes y secuestros de extranjeros.

En 1979 cae la Monarquía y se instaura la República Islámica de Irán, con Ruhollah Jomeini a la cabeza del nuevo régimen. Aunque ello no será sinónimo de paz y estabilidad. Muyahidines y Ayatolás tratarán de convivir bajo el mismo régimen, pero será imposible. Todos lucharán por su cota de poder en el nuevo Gobierno; y eso complicará aún más el escenario. Vuelve a derramarse sangre. Los muyahidines pasarán de ser antisha, a convertirse en el azote de los ayatolás. El MEK comenzará su particular batalla propagandística para desprestigiar a Jomeini y su única salvación será el exilio. La represión de los ayatolás fue frutal y Sadam Hussein supo aprovechar el momento. Por entonces, Irán e Irak libraban una de las guerras más sangrientas de la Guerra Fría, así que acogió a los muyahidines con los brazos abiertos. Les dio cobijo (campo Ashraf) y los militarizó. Su objetivo ahora: derrocar a Jomeini. Las cifras de muertes que se manejan son escalofriantes. Los muyahidines han reivindicado la muerte de miles de «agentes del régimen», aunque también aseguran haber perdido a 120.000 de los suyos.

El poder de un 'lobby'

Sea como fuere, lo que no cabe duda es que nos encontramos ante un movimiento que ha sabido adaptarse a las circunstancias. El investigador Moisés Garduño no duda de que los muyahidines cuentan con un pasado «marxista», «islamista», «revolucionario», «antiamericano» y «violento». Claro que los tiempos han cambiado. Y la «potente actividad de lobby» que están ejerciendo en EEUU y la Unión Europea requiere de otras cosas. Ha llegado el momento de hablar de «democracia», de «derechos humanos» y de «igualdad». Y en esta tarea se encuentra inmersa su principal líderesa, Maryam Rajavi, mujer de uno de los pesos pesados del movimiento, Massoud Rajavi, actualmente en paradero desconocido.

Ella es la gran embajadora del movimiento en el mundo. Y gracias a su incuestionable carisma, los muyahidines ya cuentan con miles de adeptos en el mundo occidental, principalmente políticos y exmilitares de EEUU y la Unión Europea. El primero de sus objetivos ya lo han cumplido: están fuera de la lista de organizaciones terroristas, donde se les había incluido en 1997, como guiño de Occidente a Irán. Pero ahora están inmersos en una «batalla» mayor: que se les reconozca como «alternativa legítima» de oposición.  Y cualquier apoyo es poco. Por ello, no dudan en pagar a gente relevante para que acuda a sus actos. Y José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero son dos claros ejemplos de ello.

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