lunes, noviembre 25, 2024
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La «imprudencia» de los Mossos provocó que perdiera su ojo

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El titular del Juzgado de Instrucción 11 de Barcelona, Francisco González Maíllo, considera que hay «suficientes elementos» para concluir que Ester Quintana perdió un ojo a consecuencia de una pelota de goma disparada por un agente de los Mossos d'Esquadra durante las protestas en la huelga general del 14 de noviembre de 2012.

En un auto recogido por Europa Press, el juez ha considerado que la actuación policial fue desproporcionada y que Quintana perdió el ojo «por esa actuación imprudente desde el punto de vista penal» y destaca que en la zona no había especiales incidentes y los manifestantes se estaban marchando.

El juez recoge la conclusión de los médicos forenses de que una pelota de goma es «el único objeto que pudiera haber causado dichas lesiones», en un auto en el que rechaza la petición de la acusación particular de transformar las diligencias del caso en sumario porque el juez descarta que hubiera intencionalidad (dolo o dolo eventual) y cree que las lesiones fueron por imprudencia.

En el escrito afirma que «las lesiones oculares producidas por las balas de goma que se describen en la literatura médica científica se corresponden con las lesiones que presenta la Sra. Quintana y son compatibles con el relato de la víctima«, además de que así lo concluyeron en un informe los médicos forenses.

«La gravedad y magnitud de las lesiones de Quintana implica la existencia de un objeto altamente contundente, lanzado a gran velocidad, que por sus características físicas se ha adaptado totalmente a la forma de la órbita, creando un fenómeno de golpe y contragolpe y produciendo un brutal impacto que ha originado un estallido del ojo», continúa.

En la zona donde resultó herida Quintana no consta que se estuvieran produciendo altercados notorios, «no era de especial conflictividad», y no consta que se produjeran lanzamientos de objetos capaces de generar esas lesiones, recoge el auto.

El disparo llegó de la zona donde estaban apostados los Mossos, concretamente la furgoneta Drago 40, que admiten estar en la zona y haber disparado salvas, y no tendría «sentido lógico» que desde allí se hubieran tirado objetos por parte de los manifestantes, pues vendrían del lugar en el que se encontraban los agentes.

En esa zona tampoco se disparó la lanzadora de proyectiles viscoelásticos, además de que esta genera unas consecuencias lesivas mucho menores, apunta el juez, que concluye por lo tanto que las lesiones las causó una pelota de goma disparada por el escopetero imputado por orden del subinspector.

«Arma cargada»

Según lo instruido, el juez cree que, pese a que los mossos siempre negaron haber utilizado pelotas de goma ese día y ningún responsable asume haber dado la orden prescriptiva, el escopetero que disparó en la zona donde resultó herida Ester Quintana pudo haber bajado del furgón policía cuando «el arma ya estaba cargada».

En su relato, explica que en la zona de mayor conflictividad ese día de huelga, en la Via Laietana, hay una minuta policial que recoge el uso de pelotas de goma —«justo en ese momento los agentes antidisturbios del Cuerpo de Mossos d'Esquadra empezaron a hacer lanzamientos de pelotas contra los grupos de jóvenes que causaban altercados«–, y que en esa zona estaba la furgoneta Drago 40 implicada en el caso y había disparado.

«Consta que el subinspector dio la orden de disparar salvas ya en la furgoneta, por lo que todo indica que cuando bajaron el arma ya estaba cargada, aunque no se admite este extremo», prosigue el juez.

Control poco riguroso

En su auto, el juez recoge que Ester Quintana recibió un impacto de una pelota de goma en el ojo en el Passeig de Gràcia sobre las 20.50 horas disparada por el escopetero de los Mossos de la furgoneta Drago 40 por orden del subinspector de esa unidad, por lo que ambos están imputados.

Sobre el procedimiento para controlar el uso de las pelotas, el juez dice que tras la actuación, el subinspector se reunió con los cabos, escopeteros y lanzadores y realizó un recuento que no se documentó y que las pelotas se guardaban en la furgoneta «sin que existiera un control riguroso de su número ni especiales medidas para poderlas coger».

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