Ciencia ficción. Este es el género literario al que deberían de pertenecer los programas electorales que los partidos políticos han elaborado para estas elecciones europeas. Decenas de propuestas vacías de contenido e imposibles de materializar. Promesas para las que el Parlamento Europeo no tiene competencia exclusiva, pero que, sin embargo, las formaciones utilizan intencionadamente para movilizar a su electorado: aborto, centrales nucleares, salario mínimo interprofesional, laicismo, educación… 286 páginas en las que PP, PSOE, IU y UPyD aprovechan para marcar posiciones en controvertidas cuestiones nacionales que no podrán resolverse en la Eurocámara, pero que interesa recordarlas en campaña electoral.
Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, las competencias del Parlamento Europeo han aumentado considerablemente. Pero ello no quiere decir que a partir de ahora todo vaya a decidirse en la Eurocámara. Por mucho que varios partidos políticos españoles se empeñen, desde Bruselas, por el momento, no se modificará el IVA cultura, no se cerrarán las centrales nucleares, no se anulará la Ley Gallardón sobre el aborto, no se equilibrará el Salario Mínimo Interprofesional de los trabajadores europeos, no se dará luz verde a la dación en pago y no se prohibirá las relaciones entre los Estados Miembros y las religiones. Aún así, PP, PSOE, IU y UPyD siguen haciendo promesas imposibles de cumplir.
Por mucho que varios partidos políticos españoles se empeñen, desde Bruselas, por el momento, no se modificará el IVA cultura
Por esta razón es tan importante analizar la viabilidad de un programa político de cara a las próximas elecciones europeas. Estos más de dos últimos años de Gobierno han dado lugar para mucha controversia, y muchos partidos políticos se han valido de ella para elaborar sus programas electorales, independientemente de si sus propuestas serán o no atendidas en el Parlamento Europeo. Éste ha sido el caso concreto del PSOE, cuya precampaña y campaña electoral se ha centrado en una cuestión para la que la Eurocámara no tiene competencia: el aborto.
En enero de este año, la Ley Gallardón llegó al Parlamento Europeo. El debate entre conservadores y progresista fue acalorado, pero ahí se quedó. La competencia en esta materia es estatal. “Lucharemos por el pleno reconocimiento, a nivel europeo, del derecho de las mujeres a la salud reproductiva y sexual frente a la reacción conservadora que pretende una vuelta atrás en los derechos largamente peleados y hace décadas conquistados”, dice el programa socialista. Pero lo cierto es que la batalla seguirá en el Parlamento Nacional, después de estos comicios.
Algo parecido a lo que ocurre con el Salario Mínimo Interprofesional. Una promesa que PSOE e Izquierda Unida comparten. Ambas formaciones denuncian que la inexistencia o disminución del SMI aumenta las desigualdades, deprime el consumo y afecta a la cohesión social. Proponen la creación de un marco europeo de salarios mínimos que asegure a todos los trabajadores un salario digno y suficiente. Ésta ha sido una de las reivindicaciones progresistas que más fuerza ha cogido con la crisis económica. Sin embargo, esta pretensión de nuevo es imposible.
El Parlamento Europeo divide sus competencias en tres tipos: exclusivas (entre las que se encuentra la política agrícola), compartidas (donde se sitúa al empleo y la migración) y de apoyo (donde está la educación). Ahora bien, también existen ciertos ámbitos en los que la Eurocámara no tiene competencia, y fijar un marco común de salarios mínimos es uno de ellos.
Aunque no es el único. En materia energética, los Estados miembros también poseen todas las competencias. Izquierda Unida puede empeñarse y prometer el cierre “planificado” de todas las centrales nucleares, tal y como hace en su programa electoral, pero lo cierto es que sería imposible. La Comisión Europea podría plantear recomendaciones en este sentido, pero el cumplimiento única y exclusivamente es voluntario. En España gobierna el Partido Popular y su apoyo a la energía nuclear es pleno.
Izquierda Unida puede prometer el cierre “planificado” de todas las centrales nucleares, pero lo cierto es que sería imposible
Y suma y sigue. En materia fiscal ocurre algo parecido. Izquierda Unida puede aprovechar el tirón del IVA cultural en su programa electoral, pero de poco o nada servirá esta promesa en el Parlamento Europeo. Tal y como queda recogido en el reglamento europeo, la soberanía fiscal es uno de los derechos soberanos fundamentales de los Estados miembros. Siempre que estos cumplan las normas de la UE, cada uno es libre de elegir el sistema fiscal que considere más adecuado. Aún así, IU advierte en su programa que la subida del IVA al 21% “es una medida que amenaza la viabilidad de la industria cultural de España”.
Lo mismo ocurre con el eterno deseo izquierdista de una Europa secular. “Reivindicamos la laicidad en la escuela pública y el fortalecimiento de una Europa laica cuyos valores sean la libertad de conciencia y la igualdad entre los ciudadanos, al margen de sus convicciones religiosas”, dice Izquierda Unida en su programa electoral. Sin embargo, de nuevo la Eurocámara carece de competencia para legislar en este sentido. El Tratado de Lisboa, en contra de esta aspiración, advierte de que las instituciones europeas no prejuzgarán y respetarán , en virtud del derecho interno de cada Estado, las relaciones de éstos con las religiones.
Sea como fuere, las cuestiones que más podrían mover al electorado no serán resueltas en el Parlamento Europeo. Y los ciudadanos parecen saberlo. Según el CIS, a más de la mitad de los españoles les interesa “poco o nada” estas elecciones. El 80% de los españoles ni siquiera sabe cuándo se celebran, y casi el 30% asegura que probablemente o con total seguridad no irá a votar el próximo 25 de mayo. El interés popular por estos comicios es mínimo, y los partidos políticos aprovechan esta clamorosa falta de interés para hablar de lo suyo: independencia catalana, el fin del bipartidismo o todo aquello que les pueda hacer ganar rédito electoral de cara a 2015. Europa tampoco está entre sus prioridades.