Luis Gonzalo Segura, cansado de las castas que se desarrollan en el interior del Ejército con privilegios para los altos mandos, decidió escribir Un paso al frente. Tras el éxito cosechado por el libro llegaría para Segura un camino tormentoso, ya que se encuentra cumpliendo un arresto de dos meses en una centro disciplinario en Colmenar Viejo ordenado por el Ministerio de Defensa. Además se enfrenta a la expulsión del Ejército, así como a una posible imputación por un delito de declaraciones indecorosas con un periodo de prisión de 6 años y un día.
Segura, como forma de reivindicar su situación y defender la libertad de expresión, decidió ponerse en huelga de hambre justo el día antes de que se dictara la sentencia de su arresto, y ya son 18 días los que lleva sin ingerir alimentos. Actualmente está ingresado en el Hospital Gómez Ulla donde sigue cumpliendo su arresto. Según señala a estrelladigital.es un cabo compañero de Segura, tiene un régimen de llamadas y de visitas limitado y para poder acceder a la habitación deben pasar el control de 8 policías militares que le escoltan.
Desde que comenzó la huelga de hambre, Segura narra cómo se siente a través de la cuenta de Facebook, Un paso al frente, donde tiene el apoyo de las más de 13.000 personas que le siguen. Él mismo escribe “Empieza a fallarme un poco la memoria… Mis familiares me dicen que a veces hago la misma pregunta dos veces”.
La falta de comida se convierte en un problema físico para Segura, pero a pesar de ello continúa luchando. “A veces, cuando siento debilidad o pienso en comida, tengo ganas de abandonar, pero cuando pienso en toda la gente que hay detrás mía luchando y llevando a cabo acciones para que esto siga adelante, mi alma y mi mente se llenan de fuerza otra vez”.
Son muchos los compañeros que le apoyan. El pasado 2 de agosto varios de ellos acudieron a las puertas del hospital con una pancarta para pedir la libertad del teniente y han remitido una carta a Felipe VI para que intervenga en la liberación de Segura. Aunque la mayoría le apoyan en silencio. Según explica un cabo a este diario, “hay mucho miedo porque por ir a verle nos pueden echar del trabajo” ya que la realidad que vive el ejército es la misma que el libro cuenta. “Yo mismo he vivido algunas de las situaciones que narra”, insiste la fuente consultada por ESTRELLA DIGITAL.
Y aunque no está prohibido el libro, los altos cargos le han llegado a decir “no quiero ver ese libro aquí”. Sin duda alguna, parece que la novela de Segura ha afectado a los altos mandos que se muestran reacios a perder sus privilegios ya que “hoy en día las cosas se hacen de tres maneras bien, mal y a la forma del Ejército”, sentencia la misma fuente.