sábado, noviembre 23, 2024
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¿Y si no funiciona la epidural?

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Uno de los principales temores de las madres primerizas sobre el parto es cómo sobrellevarán el intenso dolor propio de esta experiencia y si, llegado el momento, la analgesia no será un impedimento para dar a luz en las mejores condiciones a su bebé.

Según explica Ino Fornet, anestesista del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda de la Comunidad de Madrid, sobre la conveniencia o no de elegirla en el parto «la epidural permite tomar decisiones rápidas en situaciones obstétricas en las que existe muy poco margen de actuación, lo que equivale en muchos casos a disminuir los riesgos para la madre y el bebé».

La anestesia epidural bloquea de forma reversible la transmisión del impulso nervioso, para lo que se deposita anestesia cerca de donde están los nervios próximos a tratar. «En el caso del útero, éste está enervado por fibras que van desde la décima vértebra dorsal a las vértebras sacras», aclara la especialista, jefa de sección de su área en el hospital madrileño.

El descubridor de la anestesia epidural fue un médico militar español llamado Fidel Pagés Miravé que publicó su descubrimiento en el año 1921 en la 'Revista Española de Cirugía' y en la 'Revista de Sanidad Militar'. En España su uso se instauró en todos los hospitales a través de un Real Decreto en 1989. «Desde entonces las técnicas y la farmacopea han evolucionado en gran medida», apunta Fornet.

Según señala la anestesista, existe una alta demanda de la anestesia epidural, ya que se estima que un porcentaje inferior al 10% de las mujeres pasan por un parto considerado poco doloroso. Los partos en los que se emplea la epidural se encuentran alrededor del 80% y de entre estas mujeres en un 75% de los casos la técnica analgésica funcionará bien.

En entre un 20% y un 30% de las mujeres a las que se aplica la epidural, ésta podría no funcionar de forma correcta debido principalmente a una constitución física que dificulte al anestesista alcanzar la localización correcta para aplicar la analgesia. Es el caso de aquellas mujeres en las que existe por ejemplo una cadera más alta que otra o una situación de sobrepeso u obesidad, señala Fornet.

Entre las múltiples inquietudes que presentan las embarazadas en la aplicación de la epidural se encuentran el no poder moverse, no sentir cuándo deben pujar o el dolor del pinchazo.

En este sentido, Fornet tranquiliza a las futuras madres ya que apunta que en casos muy excepcionales se puede producir un episodio de parálisis, algo que podría suceder en otro tipo de pacientes mayores polimedicados y con graves cuadros de enfermedad sin dejar de ser algo excepcional.

En cuanto al dolor, la anestesista señala que en la actualidad se aplica un anestésico local para evitar las posibles molestias de la introducción del catéter empleado en el procedimiento.

«La finalidad de la epidural es analgésica y no anestésica, el objetivo es estar lo más confortable posible y no sentir dolor pero no se trata de no sentir nada», señala Fornet que despeja así las dudas que tienen muchas madres sobre no poder colaborar durante el trabajo de parto con los pujos.

Fornet apunta a Infosalus algunas de las situaciones en las que la epidural puede estar contraindicada:

* Ante posibles alteraciones en la coagulación de la mujer, cuando se toman medicamentos como la heparina, tiene que existir una ventana temporal que permita administrar la epidural entre 12 y 24 horas después de la administración del fármaco.

* Debido a la existencia de complicaciones asociadas al embarazo como la hipertensión elevada (preeclampsia).

* Haber pasado por una enfermedad que altera la inmunidad en el mes anterior (sarampión o tos ferina). Al menos han tenido que transcurrir entre cuatro y seis semanas para aplicar la epidural.

* Procesos infecciosos en la piel que eleven el riesgo de trasladar gérmenes al organismo.

* Tatuajes: Fornet señala que sólo en ocasiones puntuales impiden la aplicación de la epidural. El riesgo está en que los pigmentos químicos que contienen los tatuajes pueden llegar al organismo si son arrastrados en la introducción del catéter empleado como vehículo de los fármacos.

«En los casos en los que no se pueda encontrar una zona del tatuaje con piel 'limpia' se puede hacer una pequeña incisión con el bisturí y empezar a aplicar la epidural por debajo de la dermis», señala la anestesista.

Preguntas frecuentes

¿Perjudica al bebé?

Fornet señala que no sólo no perjudica al bebé sino que puede beneficiarle dado que el dolor ocasiona alteraciones en la madre a nivel bioquímico pues se generan más hormonas del estrés (cortisol) y catecolaminas que podrían reducir el flujo sanguíneo que llega al útero.

¿Alarga el parto?

En términos globales la duración del parto no se ve afectada por la aplicación de la epidural. «Si bien es cierto que el periodo de expulsión se puede ampliar, por regla general la primera parte del trabajo de parto basado en la dilatación se acorta al emplear la epidural», aclara Fornet.

¿Impide dar el pecho?

No existen riesgos de que en la lactancia haya un paso de fármacos al bebé y aunque existen algunos datos que apuntan a un retardo en la tendencia del bebé a lactar, los estudios no son concluyentes.

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