sábado, noviembre 23, 2024
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Los enfermeros del Carlos III, «repudiados y rechazados»

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El presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González Jurado, ha denunciado este miércoles que los enfermeros del Complejo Hospitalario La Paz-Carlos III que han atendido a los tres pacientes con ébola que ha habido en España están siendo «repudiados y rechazados» por sus propios compañeros y familiares, en algunos casos incluso por sus propios padres.

En la rueda de prensa sobre la Cumbre Mundial 'Enfermería ante el ébola' que se ha celebrado estos días en Madrid, este representante ha asegurado que el «miedo» y el «desconocimiento» de la enfermedad está propiciando una «terrible estigmatización» hacia el personal de Enfermería que ha atendido a pacientes con ébola.

Durante la cumbre han contado con testimonios de 12 enfermeros del Carlos III que han estado en contacto con pacientes con ébola, tanto con Teresa Romero como con los dos misioneros repatriados, y «todos» han reconocido estar sufriendo rechazo, tanto en el entorno laboral como en el familiar.

De este modo, ha contado casos de trabajadores a los que «ni sus propios padres quieren que vayan a su domicilio» y otros que son rechazados en los vestuarios del propio hospital. «Sus compañeras se alejan, no quieren acercarse», ha denunciado.

El presidente del Consejo General de Enfermería cree que esta situación «va a tardar un tiempo en cambiar» y confía en que no llegue a la situación vivida en otros países como en República Democrática del Congo, donde un enfermero que estuvo infectado por ébola y ha superado la enfermedad ha relatado que ha sido apedreado por sus vecinos.

Una situación que, a su juicio, obliga a «tomar conciencia importante, no solo de los pacientes que sobreviven y van a vivir un auténtico calvario, sino también de los trabajadores sanitarios que los atienden, que están siendo repudiados y rechazados por sus propios compañeros y sus familias», según González Jurado, para los que pide atención psicológica antes y después de atender a un paciente.

«La profesión se siente mal, atacada, en primera línea de batalla pero con cartuchos de fogueo, y eso es duro», ha insistido

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