«Si no luchamos juntos, moriremos por separado», reza una de las pancartas que suele acompañar a Beatriz Figueroa en sus protestas para reclamar el reconocimiento de la prestación de incapacidad permanente, mientras los enfermos de cáncer se curan y se recuperan. Esta abogada y periodista gallega busca la unión de los pacientes para hacer frente a la desprotección y la exclusión social a las que se ven condenados por culpa de un Estado que sigue mirando hacia otro lado. Ella lo consiguió tras tres años de batalla judicial y varias huelgas de hambre. Sin embargo, la lucha continúa para esta incansable mujer, que no cejará en su empeño de ayudar a las miles de personas que batallan día a día contra el cáncer y la injusticia. Por ello y tras un paréntesis de necesario descanso por su enfermedad, Beatriz ha decidido reactivar su campaña de recogida de firmas en Change.org, con motivo del Día Internacional contra el Cáncer que se celebra este miércoles. La meta es alcanzar el millón de firmas para acabar de una vez por todas con la desprotección y la desigualdad de los enfermos.
Cada año se diagnostican en España más de 220.000 nuevos casos de cáncer, de los que aproximadamente un 40% se producen en personas menores de 65 años, es decir, en adultos en pleno periodo de actividad laboral. «Lo que me ocurrió a mí, le puede suceder a cualquiera», explica a Estrelladigital.es Beatriz, quien lamenta que la mayoría absoluta del PP tumbara el pasado mes de octubre una proposición de ley defendida por el BNG que contaba con el aval de 521.000 firmas que ella misma recogió. El rechazo en el Parlamento de su iniciativa impidió modificar la ley general de Seguridad Social para garantizar a los enfermos de cáncer una protección económica y jurídica durante este duro y difícil trance.
«Nos han quitado el pan debajo del brazo»
Pese a que por fin un juez le concedió finalmente la incapacidad permanente el pasado mes de noviembre, Beatriz no está dispuesta a bajar los brazos. Los emails y mensajes de cientos de enfermos de cáncer que ha recibido a lo largo de dos últimos años le han animado a reactivar su campaña. Su lucha le ha convertido en un ejemplo para muchas personas que se enfrentaron o se están enfrentando a esta cruda enfermedad y que se ven obligadas a trabajar porque la Seguridad Social les considera como aptas. Ante esta situación y por segundo año consecutivo, esta gallega se ante la sede del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), en la calle O Grove de Vigo, para denunciar que el reconocimiento de la prestación de incapacidad permanente se deniega casi sistemáticamente a los enfermos de cáncer.
Beatriz reconoce estar «desbordada» ante la cantidad de personas que acuden a ella en busca de asesoramiento esperanzados por la sentencia que le reconoció como enferma y los derechos que ello conlleva. «Me encantaría poder ayudar a todos, pero hay días que me levantó sin fuerzas para nada», confiesa. «Yo les animo a seguir luchando para lograr la incapacidad permanente», añade.
Para este segundo asalto, Beatriz quiere pasar el testigo a las decenas de enfermos que se han puesto en contacto con ella, cuyas historias son testimonios de la situación de desprotección absoluta y abandono que sufren a diario. «Todos comparten un mismo escenario: al igual que yo, tienen que librar una doble batalla. El cáncer les ha provocado otra situación ‘enfermiza’: les ha quitado el pan debajo del brazo«, lamenta Beatriz.
Beatriz no está sola en la lucha
Una de las personas que se ha unido a la lucha de Beatriz es Raquel, una vecina de Moaña (Pontevedra), que cada día se despierta a las 6 de la mañana para echarse a la mar junto a su marido. En febrero de 2010, con 44 años, fue diagnosticada de cáncer de mama, y a pesar de haber conseguido en enero de 2012 una incapacidad permanente total, en octubre de ese mismo año se la retiraron. Su médico le llegó a decir que «sólo trabajase con el brazo derecho si le dolía el izquierdo y que trabajar le ayudaría a que se le pasara la depresión«.
“Mi trabajo me revienta todo el cuerpo, pero me obligan a ello”
“Reclamé ante esta injusticia, pero les dio exactamente igual, era como si hablara con una pared”, explica Raquel a Estrella Digital. Cuando le retiraron la incapacidad y se le acabó la prestación se tuvo que poner a trabajar porque sólo con los ingresos de su marido era imposible vivir teniendo además una hija. «Tengo mucha rabia contenida. Te mandan a trabajar a tu suerte. Faenar en el mar es muy duro. Me revienta todo el cuerpo, me duele tanto que a veces soy incapaz de respirar, me oprime«, asegura con tono triste Raquel, quien se siente víctima de una grave injusticia.
La victoria en los tribunales de Beatriz fue un pequeño rayo de esperanza para esta pescadora. «La admiré desde la primera vez que la vi en la televisión, le pedí a mi hija que me enseñara a utilizar el Facebook para enviarle un mensaje a Beatriz. No me esperaba que me fuera a contestar pero lo hizo, y desde entonces me ha ayudado mucho», reconoce emocionada. «Es una mujer maravillosa, la adoro y admiro mucho porque es una luchadora», sentencia.
Al borde de la 'indigencia'
A Javier Ruiz un cáncer de hígado le arrebató todo lo que tenía. Este sevillano trabajaba como autónomo en una compañía de seguros donde ganaba unos 2.000 euros al mes. Cuando se le diagnosticó la enfermedad en 2009 tuvo que darse de baja y entró en una profunda depresión. Consiguió que el INSS le concediera la invalidez total y hoy cobra 380€ al mes que no le dan para nada. «Con 47 años me he quedado sin coche, sin casa, sin nada; es una situación de exclusión total a todos los niveles«, explica a Estrella Digital.
«Me he quedado sin coche, sin casa, sin nada. Es una situación de exclusión total»
Tras separase de su mujer en 2011 tuvo que irse a vivir a un piso compartido, donde se pasaba el día metido en la cama sumido en una profunda depresión. Poco a poco y gracias a su gente, consiguió salir adelante y hoy vive en el piso de una amiga. Sin embargo, las graves secuelas físicas que arrastra le impiden rehacer su vida. «Sufro un cansancio crónico que me impide desarrollar cualquier actividad laboral porque me quitaron el lóbulo derecho del hígado, lo que impide que se regenere. Además, el año pasado me pusieron un bypass por un problema de circulación en las piernas que me impedía andar», detalla Javier, quien reconoce que tiene un «problema muy serio” para volver al mundo laboral.
Ante esta situación, y animado por Beatriz Figueroa, Javier se ha embarcado en una larga lucha, de entre dos y tres años, calcula, para que le sea reconocida la incapacidad absoluta. Aunque prefiere no hacerse ilusiones con la justicia, este sevillano ha perdido el miedo a defender sus derechos tras haberse enfrentado dos veces a la muerte y al cáncer, la primera vez con tan sólo 14 años.
Las historias de Raquel, Javier y Beatriz son sólo una muestra de la situación que día a día viven miles de enfermos de cáncer en España. Personas que en vez de tener que luchar única y exclusivamente por su salud, se ven obligadas a emprender largas y arduas batallas en los juzgados y contra las administraciones. Pero lejos de caer en la desesperanza y el desánimo, se han dado cuenta de que juntos son capaces de alzar la voz para que llegue el día en que alcancen el reconocimiento y la protección social que se merecen. Si algo no ha podido arrebatarles ni el cáncer ni los obstáculos administrativos, ha sido su esperanza y su fe en que la justicia social acabe prevaleciendo.