sábado, noviembre 23, 2024
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La exnovia de Lubitz confirma que padecía una «grave» depresión

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La novia hasta hace escasas semanas de Andreas Lubitz, el copiloto que estrelló el Airbus A320 intencionadamente, ha confirmado a los investigadores que su expareja sufría una «grave» depresión, según fuentes consultadas por la cadena de televisión francesa iTele. El canal revela también que Lubitz era «un gran conocedor» de la región de los Alpes donde tuvo lugar la catástrofe, ya que solía acudir a la zona para volar en planeador entre 1996 y 2003.

El copiloto Andreas Lubitz quería «cambiar el sistema» y pretendía que su nombre fuera recordado para la posteridad, según ha declarado su exnovia en una entrevista al diario alemán 'Bild' publicada este sábado.

La joven, identificada como María (no es su nombre verdadero), de 26 años, ha confesado al medio alemán que Lubitz demostraba ocasionalmente ataques de ansiedad y pesadillas.

«Un día voy a hacer algo que cambiará el sistema entero, y entonces todos van a saber mi nombre y recordarlo», ha parafraseado María. «Nunca supe lo que quería decir, pero ahora tiene sentido», ha añadido la mujer en la entrevista.

María, asistente de vuelo, reconoció que llegó a sentirse asustada por el comportamiento del piloto, que se despertaba por la noche gritando «¡Nos vamos abajo!». «Sabía cómo esconder de los demás lo que le pasaba dentro», ha añadido.

La asistente sospecha, por último, que Lubitz estrelló el avión porque comprendía sus problemas de salud. «El trabajo de sus sueños era trabajar para Lufthansa como capitán, y entendió que a largo plazo eso era prácticamente imposible», ha concluido.

Lubitz tenía una baja médica que cubría hasta el mismo día del suceso. La Fiscalía de Dusserdolf asegura que Lubitz ocultó a la compañía para la que trabajaba, Germanwing, que estaba de baja, como ha confirmado ahora la empresa.

La Policía alemana encontró durante el registro en la casa del joven la baja médica, que había roto y tirado a la papelera. Entre los documentos, había varias fichas médicas relativas al tratamiento por depresión que seguía. Las últimas informaciones aseguran que la Autoridad alemana de supervisión del transporte aéreo transmitió a las aerolíneas información sobre los «episodios depresivos profundos» de Lubitz, que tenía ataques de pánico y crisis de ansiedad. El joven tenía un largo historial médico de depresión por «crisis existencial». La última vez que acudió al Hospital Universitario de Dusseldorf fue el pasado 10 de marzo, según narra el Berliner Zeitung. Según el propio centro médico, confirma su visita el pasado mes de febrero y el 10 de marzo, pero asegura que no acudió por depresión, aunque no ha querido difundir los motivos alegando «secreto médico».

Durante el registro no se ha encontrado ninguna nota de despedida ni de reivindicación ni tampoco se tienen por el momento pruebas que apunten a un motivo político o religioso en su manera de actuar.

Por otro lado el periódico alemanán Bild informa de que la compañía aérea Phoenix consideró al piloto «no apto» para volar y alertó de que necesitaba tratamiento.

Los avances en la investigación demuestran que cuando el copiloto bloqueó la puerta de la cabina para prohibir el paso al piloto Patrick Sonderheirmer, éste cogió un hacha para intentar abrir la puerta. El diario Bild, que cita a círculos de seguridad, asegura que Sonderheirmer utilizó un hacha de emergencia que había a bordo del avión para intentar entrar en la cabina de control. Su objetivo era detener el descenso del avión. Tras el atentado del 11-S se incrementó la seguridad en las puertas de la cabina. Para acceder a ellas se necesita un código de seguridad que sólo tiene el personal autorizado. Hasta entonces, era posible forzar las puertas en caso de emergencia con un hacha. Sin embargo, Patrick Sonderheirmer no lo consiguió.

¿Qué dicen los conocidos de Lubitz sobre él?

Un compañero de formación aseguró que Lubitz “es un monstruo, que quería ser piloto, mentalmente inestable”. El joven habló este jueves con el periódico alemán Passauer Neue Press donde aseguró que Andreas Lubitz era “fanático” de la aviación. Según cuenta toda su obsesión era volar. Tenía su habitación completamente empapelada de motivos relacionados con la aviación y emblemas de Lufthansa. Asegura que sus compañeros de formación empezaron a darle de lado y por eso tuvo que hacer un parón en su educación. En contraste, una vecina de su ciudad, Montabaur, aseguró que era un joven atlético. Solía verlo correr por la ciudad. Llegó a participar en la media maratón de Lufthansa en Frankfurt.

Otro vecino del copiloto llamado Peter R., dijo a Bild que era “un hombre tranquilo, pero amable”. Añadió: “Estaba contento con su trabajo en Germanwings”.

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