jueves, octubre 3, 2024
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Arriola, el ‘gurú’ venido a menos

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'Doctrina Arriola': no dar explicaciones, callar ante las críticas y esconderse de los medios de comunicación y de la ciudadanía. Ésta es la estrategia que ha imperado en el Palacio de la Moncloa durante los últimos tres años. La ley del silencio. El resultado: desilusión de los votantes 'populares', incomprensión por parte de la ciudadana de las medidas puestas en marcha por el Gobierno; y una importante fuga de votos que podría acabar de golpe y porrazo con la España azul que surgió en 2011. Hoy, los datos positivos que llegan desde el Gobierno no calan en la sociedad; y las fuerzas emergentes (principalmente Ciudadanos) se están haciendo con parte de ese electorado conservador que no tiene ninguna intención de apostar por la abstención en los próximos comicios. El culpable ya tiene nombre y apellidos para muchos 'populares': Pedro Arriola. Y Rajoy parece que ya está despertando del letargo.

Fuentes 'populares' consultadas por estrelladigital.es aseguran que la actitud del presidente del Gobierno respecto a su 'gurú' de referencia ya no es la misma. «Desde el pasado diciembre, Rajoy ya no le escucha tanto», aseguran dichas fuentes. Aún es el sociólogo de referencia de Rajoy, y eso probablemente no cambie a corto plazo, pero las bajas expectativas electorales que le otorgan las encuestas al PP, tanto internas como externas, le están obligando a tomar decisiones al margen de la doctrina del arriolismo. Es innegable que Arriola sigue susurrando al oído del César, pero no es menos cierto que Rajoy ya ha comenzado a alejar la oreja. Después de más de una década de binomio inquebrantable, parece que las cada vez más numerosas críticas hacia el 'Rasputín de Génova' comienzan a surtir efecto.

Siempre cobijado bajo la sombra de un importante líder -primero de José María Aznar y luego de Mariano Rajoy- su rostro comienza a ver la luz. Su nombre siempre ha sonado con fuerza en los mentideros políticos conservadores cuando había que señalar a culpables. Y evidentemente la presión se ha agudizado con las crisis internas más graves. Ocurrió ya en 2008, cuando el aguirrimo quiso fagocitar al marianismo. Y se está volviendo a repetir ahora, tras el descalabro andaluz. Este sevillano, economista y politólogo de formación, aunque sociólogo de profesión, y marido de la vicepresidenta de la Mesa del Congreso, Celia Villalobos, ostenta tanto poder en Génova y en La Moncloa que los recelos que despierta entre bambalinas son mayúsculos. Hoy, su cabeza vuelve a ser una de las más reclamadas. ¿La diferencia respecto a ayer? que Rajoy se está alejando.

Cambios en la política de comunicación

Existe un malestar generalizado en el partido desde hace un año por la política de comunicación que ha imperado en Moncloa desde el inicio de la legislatura. «Las duras políticas puestas en marcha por el Ejecutivo no se han explicado bien, así como tampoco se están explicando bien los resultados obtenidos», reconocen desde la cúpula.

Para muestra un botón. Los resultados de las pasadas elecciones europeas constituyeron el origen de todos los males que hoy acechan a las filas conservadoras. El PP perdió 2,6 millones de votos y 8 escaños. Pero se intentaron buscar excusas. Todo se achacó a la irrupción de unos «frikis» insignificantes a ojos del 'gurú' Arriola, del descontento generado por las políticas de recortes, y del voto de castigo que los ciudadanos expresan en Europa pero que nunca se atreverían a emitir de puertas para dentro. Hoy, ninguna de estas explicaciones valen ya. Las últimas elecciones andaluzas han terminado de dinamitar internamente a la formación conservadora. Y eso que Rajoy ya no es ese hombre invisible que Arriola tanto moldeó. Este lunes concedió su quinta entrevista de 2015; y su presencia en Andalucía no pudo ser más comprometida. Sin duda alguna, ligó el éxito o el fracaso del 22 de marzo a su imagen y sus políticas. Juanma Moreno, su apuesta personal, logró los peores resultados del PP en Andalucía de los últimos 25 años y perdió 17 escaños respecto a 2012.

Tras esta debacle, cero autocrítica. Un día después del descalabro andaluz reunió a su Comité Ejecutivo Nacional, al que 11 'barones' autonómicos evitaron acudir para hacerse la foto de la derrota a escasos meses de las autonómicas, y en el que recurrió al famoso 'y tú más'. Su gran consuelo: que los socialistas habían logrado el peor resultado en porcentaje de voto de la historia autonómica (el 35%), pese a que no perdieron ningún escaño y además lograron convertirse de nuevo en la fuerza más votada en la región. A partir de ese momento, los cuchillos se desenfundaron y llevan sobrevolando su cabeza, la de su 'número dos' en Génova, María Dolores de Cospedal, y la de su sociólogo de referencia durante las últimas semanas.

Rajoy ha dicho que corregirá lo que «haya que corregir». Pero ha advertido este lunes en una entrevista concedida a RNE de que por el momento no habrá cambios importantes en la formación. El presidente del Gobierno ya ha admitido fallos en la comunicación, y desde diciembre «ya no escucha tanto» a Arriola en este sentido. El Gobierno y el partido que lo sustenta han multiplicado su exposición ante los medios de comunicación. El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, ha reforzado el área de comunicación. Están presentes en todas las tertulias políticas, tratando de frenar así el meteórico ascenso de las nuevas fuerzas políticas hechas al calor de los focos televisivos. Y Rajoy ha multiplicado sus entrevistas respecto a 2014 tratando de poner solución a tres años de silencio injustificado. El arriolismo -mantener un perfil bajo frente a sus rivales- logró encumbrarle en 2011, aunque muchos compañeros piensan que ahora podría ser su tumba.

El presidente ya ha dejado claro lo poco que le gustan los cambios; y ha insistido en que optará a la reelección a finales de año. «El PP está funcionando bien», asegura el líder de una formación inmersa en una crisis interna sin precedentes, al menos desde el famoso Congreso Nacional de Valencia de 2008. Sigue obsesionado con el discurso de la recuperación. «Lo mejor es hablar de las cosas que importan al conjunto de los españoles. Entrar en discusiones de partido no aporta nada, no es la gran preocupación del presidente, que es el empleo», insistió este lunes pocos minutos después de volver a conocerse un buen dato del paro. El presidente tiene claro el mensaje que lanzará a los suyos este martes en la Junta Directiva Nacional que se reunirá en Génova: filas prietas.

Alarmas encendidas en el PP

Se trata del órgano más importante del partido -aglutina a casi 600 cargos 'populares'-, y aunque se tendría que reunir cada trimestre, lo cierto es que Rajoy no lo convoca desde hace dos años, coincidiendo con el estallido del 'caso Bárcenas'. El presidente demuestra con ello preocupación, aunque intente negarla a micrófono abierto. Sabe que existe una rebelión interna que tiene que apaciguar, y que se ha recrudecido durante las vacaciones de Semana Santa entre los habituales sectores enfrentados de la formación (María Dolores de Cospedal, por un lado, y Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas, por otro). La unión y la insistencia en el mensaje de la recuperación son a juicio de Rajoy los dos ingredientes que necesita el PP para triunfar el 24 de mayo, aunque internamente también se reclaman cabezas. «Somos los mismos en la cúpula que en los comicios de 2011, en los que el PP cosechó unos resultados históricos», ha recordado Rajoy este lunes, descartando cualquier juego de tronos.

Aunque los de 2015, serán sin duda alguna, unos de los comicios más importantes de la historia de la formación. Las encuestas ya avecinan tormenta: pérdida de mayorías absolutas y a Ciudadanos como llave de muchos de sus actuales gobiernos. El partido en su totalidad reclama reformular una estrategia que permita a los conservadores frenar los embistes de estos nuevos y convulsos tiempos políticos, así como también no rehuir del debate ideológico. «Estar en el Gobierno está pasando factura al PP». Éste es el diagnóstico más generalizado. Y ahora pocos candidatos quieren que Rajoy sea una parte activa de sus campañas. El presidente intentará volver a instaurar cordura, retomar el control y marcar el rumbo del partido este martes, aunque la gran incógnita es si lo logrará.

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