El ideario fundacional de Ciudadanos, unir España, «enganchó» a Abdelmalik Mohamed, un ceutí que pronto se apresuró a crear una agrupación del partido en su ciudad autónoma. Tras siete años de «lucha» se marcha porque se ha sentido «discriminado» por su condición de musulmán. Acusa a la cúpula del partido de «no parar, e incluso, premiar» las actitudes racistas. A pesar de ser cabeza de lista para el Congreso por Ceuta, el Comité electoral sólo le permitía hacer campaña en barrios marginales en los que «solo había población musulmana». Hasta la fecha, el ex candidato a las Cortes no ha recibido la llamada de Albert Rivera para preguntarle el por qué de su marcha.
En 2009 Abdelmalik Mohamed descubrió Ciudadanos gracias a Internet. «Acudí a Ciudadanos porque luchaban contra la convivencia por imperativo instaurada en la ciudad», afirma. Su idea de unidad le llenó de tal manera que ese mismo año decidió montar una sede en su ciudad, Ceuta. La ilusión fue 'in crescendo' y llegó a su momento culminante con la visita de Albert Rivera el 6 de noviembre de ese mismo año, «la única vez que he podido hablar con él». Desde sus inicios, el partido «no paró de crecer». Desgraciadamente, un problema de salud en un familiar del coordinador naranja paralizó la actividad en 2011.
Un paso atrás
El 'impasse' duró dos años. En 2013, Abdel volvió a tomar las riendas y puso todo su empeño en volver a relanzar la marca. Pero el impulso ya ha parado y desde hace algunos meses la «desilusión y el desazón» le han invadido. A pesar de encabezar la lista al Parlamento por Ceuta, decidió renunciar a su cargo como coordinador de la agrupación por «falta de motivación». Pero en realidad, a su juicio, tras la dimisión había una «discriminación» racial. «Me he sentido muy discriminado por mi condición de musulmán dentro del partido y por eso me voy. Ellos han premiado el racismo con cargos y no han parado las actitudes racistas. Miembros de Ciudadanos me han dicho:' Su presencia va a restar votos», denuncia.
«Se negaba publicidad del partido a personas con chilaba»
Los primeros síntomas de xenofobia se dejaron notar durante las últimas elecciones autonómicas de mayo. En busca de «lo mejor» para el partido, Abdel decidió colocarse como 'número dos' en la lista. «Pensé que por mi condición de musulmán podría hacer que muchas personas no nos votaran», argumenta. Desde Barcelona, «sólo aportaron una bolsita con 1.000 globos» y en «ningún momento» intentaron convencerle de que fuera él quien encabezara la lista. Las voces de algunos afiliados –que él denomina «racistas»– empezaron a llegar a la cúpula nacional. Al final, fueron 140 los que separaron a Abdel de su escaño como diputado ceutí.
Sin esperanza
Las elecciones autonómicas dieron paso a las generales y el ex militante de Ciudadanos decidió seguir con la misma estrategia que en los anteriores comicios. «Ofrecí a los afiliados dar un paso adelante, pero nadie se atrevió. Entonces, el aparato nacional me confirmó como 'número uno', pero no por convicción, sino porque no había otra opción mejor», sentencia. Fue durante la campaña electoral cuando Abdel perdió «toda esperanza». El Comité Electoral elaboró un 'planning' donde «yo sólo pisaba los barrios marginales», los habitados por la población musulmana.
La discriminación racial adquirió tanta importancia dentro de la ejecutiva local que había personas musulmanas que «sólo duraban un día» en el partido porque se sentían «rechazadas». «Ciudadanos sólo buscaba el voto en las zonas de Ceuta donde había votantes históricos del PP. Siempre se evitaba darle chapas y 'flyers' a personas que portaban un pañuelo en la cabeza o una chilaba», denuncia Abdel.
«Este partido ya no es lo que era»
Hace pocos días, el ya ex coordinador anunció su dimisión como militante y como asesor político del partido. Se marcha con la conciencia «muy tranquila» y «muy molesto» con la actitud de algunas personas que «debían» de haber actuado con contundencia: «abrir expedientes, preguntar, investigar…». Reconoce que será «difícil» que vuelva a la política. Ahora sólo piensa en recuperarse de una decepción que le ha ocasionado graves «problemas de salud».
Por su parte, la agrupación local queda en manos de una gestora impuesta desde Barcelona. Han perdido el local que regentaban porque era propiedad de Abdel y su futuro se plantea incierto. «Este partido ya no es lo que era», sentencia.