Las reuniones que no sirven para nada, los planes conjuntos que no van a ningún lado y los anuncios de llamadas que no acaban de producirse han sustituido a las eternas rondas de negociación a varias bandas y a las múltiples e infinitas ruedas de prensa que se celebraron en los días previos a la investidura fallida del socialista Pedro Sánchez. «A partir del próximo 7 de marzo nos volveremos a sentar a dialogar». Éste fue el mensaje que Podemos y el Partido Popular repetían cual papagayos durante los cuatro días que duró el último debate de investidura. Pero ha pasado una semana y seguimos sin apreciar un avance significativo.
Sólo caben dos opciones: o de verdad no se ha producido ningún movimiento o las luces y los taquígrafos prometidos se han fundido. La semana arrancó con el encuentro en La Zarzuela entre el rey Felipe VI (el único con potestad para designar a un nuevo candidato a la investidura) y el presidente del Congreso, Patxi López. Y el mensaje no pudo ser más claro: no iniciará una nueva ronda de contactos con los partidos políticos hasta que las cuentas cuadren. Sin embargo, hasta la fecha los ciudadanos sólo han sido testigos de un buen paripé.
Es un enigma si los equipos negociadores están actuando en la sombra. De hecho, éste es uno de los grandes misterios de este periodo inédito e incierto que ha surgido tras el histórico fracaso de Sánchez. Pero en los movimientos que se hacen a plena la luz del día no se aprecia ni un ápice de novedad. Movimientos que, por cierto, no se hacen en una mesa oficial de negociación, sino a través de los medios de comunicación.
La llamada de Rajoy
La comenzó semana con la certeza de que Rajoy iba a llamar inmediatamente a Sánchez y Rivera para volver a negociar, tal y como anunció en una entrevista radiofónica, pero acabó y aún no lo ha hecho. Mientras, el PSOE y Ciudadanos anunciaron que el acuerdo que firmaron para la investidura de Sánchez sigue en vigor y que las negociaciones que se inicien ahora serán «conjuntas». Una decisión que no ha gustado ni a Podemos ni al PP, aunque el líder de los conservadores, en principio, aceptó la condición.
El portavoz del Partido Popular, Pablo Casado, anunció que Rajoy llamaría a los dos líderes «por separado» por «respeto» a los votantes de ambas formaciones, pero que no «creía» que el presidente del PP pusiera ningún impedimento a un encuentro a tres bandas. De hecho, el propio Rajoy ya había asegurado un día antes que si Sánchez decidía acudir al encuentro con su «socio de hecho» -como identificó a Albert Rivera- él no se opondría. «A nosotros no nos importa la forma, sino el fondo. No nos van a encontrar en la anécdota», reiteró Casado. Una posición que ha empezado a variar conforme PSOE y Ciudadanos marcaban posición.
El Partido Popular quiere imponer dos condiciones al encuentro: que la negociación comience con «un folio en blanco», es decir, que no se imponga ni los cinco pactos de Estado que propone el PP ni las 200 medidas de Sánchez y Rivera, y que la primera reunión sea entre líderes.
Los socialistas y la formación naranja, por su parte, ya han enviado una carta a los portavoces parlamentarios, incluido al 'popular' Rafael Hernando, para que la primera reunión sea a ese nivel. Hernando ha insistido en que antes de que se establezcan equipos negociadores sería bueno que el primer encuentro se produzca entre líderes. También ha insistido en que el encuentro sea por separado. E incluso Casado deslizó la posibilidad de que fueran “discretos”. Pero hasta donde se sabe, todo está paralizado.
El que aún no ha pasado por el aro es Pablo Iglesias. Su objetivo está claro: que Sánchez traicione su alianza con Rivera y vuelva a la mesa a cuatro (PSOE-Podemos-IU-Compromís). Podemos convocó la primera reunión de esta mesa para este miércoles, pero finalmente tuvo que ser suspendida. El PSOE declinó la invitación por el veto a Ciudadanos; e IU y Compromís le perdieron interés tras la negativa de los socialistas. Desde entonces, los mensajes se han intercambiado a través de los medios de comunicación. Aunque las posiciones siguen siendo las mismas, con algún pequeño matiz.
Los socialistas siguen empeñados en su “no” al PP, independientemente del candidato, y mantienen intacta su esperanza de que finalmente Podemos ceda y convierta a Sánchez en el nuevo presidente del Gobierno. Con el acuerdo de Rivera consolidado, su único objetivo es atraer a Pablo Iglesias. No obstante, si eso no fuera posible, ya ha aceptado la abstención del PP como válida. De hecho, esta semana también ha reconocido su imposibilidad de formar un gobierno monocolor. Y no sólo ha abierto la puerta a que Iglesias sea su vicepresidente, sino que ahora también ve a Rivera en él.
¿Nuevas elecciones?
Los ‘populares’, por su parte, sólo contemplan dos opciones: o la abstención del PSOE o una nueva convocatoria electoral. Ciudadanos, por su parte, sigue inmerso en su pequeña guerra de convencer al PP de que se libre de Mariano Rajoy. De hecho, ya ha advertido a Sánchez de que por el momento no hay nuevo candidato. Sin embargo, sigue sin haber una mayoría que supere los 131 escaños que reunió Sánchez, y que, pese al fracaso de su investidura, sigue dando por suyos.
Es más, el PSOE y Ciudadanos siguen trabajando juntos como si su proyecto fuera viable. Tanto es así, que este jueves, ambas formaciones han mantenido un encuentro de trabajo con la Unión Fotovoltaica (UNEF) para exponerles sus propuestas en materia energética. Quedan siete semanas para que cumpla el plazo y sea obligatoria la celebración de una nueva convocatoria electoral. Y por el momento no se ha producido ningún avance en las negociaciones. Al menos que se sepa. Podemos y PP han repetido hasta la saciedad que “no” darán luz verde al acuerdo del PSOE y Ciudadanos, al que Sánchez y Rivera ya han dicho que no renunciarán. ¿Diálogo de besugos o golpes de efecto que se dirimirán ‘in extremis’? Esta es una incógnita que igual no se resuelve hasta el próximo 3 de mayo.