Los cuatro aviones de combate Eurofighter y los aproximadamente 130 militares que España mantiene desplegados desde principios de este año en Lituania liderando la misión de Policía Aérea de la OTAN en el Báltico pondrán esta semana punto final a su misión, al cumplirse los cuatro meses previstos en los que su principal cometido ha sido interceptar los aviones rusos que vuelan en aquella zona desafiando el espacio aéreo aliado.
La presencia en la zona de aeronaves de todo tipo procedentes de Rusia se incrementó notablemente a raíz del estallido, en abril de 2014, del conflicto en el este de Ucrania. La misión de los 'cazas' españoles, y del resto de aviones de combate de la OTAN que operan en la zona, es dejar claro a los rusos que vuelan desde el norte de su territorio, en San Petersburgo, hacia Kaliningrado, al sur de Lituania, que los países bálticos son miembros de la Alianza y no pueden invadir su espacio aéreo.
Estonia, Letonia y Lituania carecen de una defensa aérea consistente en aviones de combate, por lo que desde hace más de diez años los países aliados se turnan para vigilar la zona. En concreto, el radio de acción de los pilotos españoles ocupa un área de alrededor de 80.000 kilómetros cuadrados en el Mar Báltico y llegando hasta Polonia.
No es la primera vez que España participa en esta misión de Policía Aérea en el Báltico, aunque sí es la primera en que lidera esta operación aliada. En el año 2006, más de un centenar de efectivos y cuatro aviones Mirage F-1 también estuvieron desplegados en la base aérea de Siauliai, en Lituania, mientras que el año pasado cuatro 'cazas' Eurofighter y un contingente de 150 militares protegieron el espacio aéreo báltico desde la base de Amari, en Estonia.
En 2006, las relaciones entre la OTAN y Rusia no eran tan tensas, por lo que la actividad rusa en el Báltico era más limitada que después del estallido de la guerra en Ucrania. De hecho, según datos del Ejército del Aire estonio, mientras en 2007 los 'incidentes' con aeronaves rusas sobre el mar Báltico se limitaron a siete, en los siguientes años se fueron incrementando progresivamente hasta que en 2014 la cifra llegó hasta 144.
Es más, los pilotos españoles interceptaron en los cuatro meses en que estuvieron desplegados en Estonia el año pasado algo más de una decena de aeronaves militares rusas, mientras que en los tres primeros meses de la misma operación en Lituania este año interceptaron 14 aviones y aún quedaba un mes de misión. El balance definitivo se podrá conocer cuando termine oficialmente la misión de los 'cazas' españoles.
Estos 'incidentes' con los aviones rusos no son en ningún caso actos hostiles. Se trata, más bien, de dejar constancia de la presencia de aeronaves de Moscú sobre el mar Báltico como una exhibición de su capacidad, a lo que las fuerzas de la OTAN responden mostrándoles también su poderío militar.
La presencia de aviones rusos en el espacio aéreo de las aguas internacionales del Báltico escapa normalmente al radar civil de los países de la zona porque apagan sus transpondedores y no informan de su plan de vuelo. Los radares militares los detectan sólo como una «traza», lo que hace que los aviones aliados despeguen para identificar la aeronave y dejarle claro que está en el límite del espacio aéreo de la OTAN para que no lo rebase.
En uno de los aviones rusos que interceptaron los pilotos españoles este año viajaba el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, según confirmó su homólogo español, Pedro Morenés, pero los Eurofighter se comportaron igual que con el resto de aeronaves para «procurar que nadie ponga en cuestión la soberanía y la seguridad aérea» de los países bálticos y, por tanto, de la OTAN.